Hola a todas y todos:

Hace dos semanas mandé la primera entrega de estos apuntes en sucio con una provocación: definamos “alternativo” y luego seamos eso.

Limitemos esa palabra, llenémosla de significado y caminemos en esa dirección compartida. Gracias a quienes respondieron con reflexiones y sugerencias. Sus respuestas irán apareciendo aquí en los próximos meses, pero antes de llenarles de links, tengo que resolver una provocación contra mi provocación. 

Raquel me mandó un mensaje en el que, si entendí bien (cosa improbable diría Gil Gamés), argumenta que “alternativo” no significa nada. Peor aún, que es un concepto vacío - como llamarse a uno mismo “único”.

No se equivoca. O, más bien, no se equivoca lo suficiente como para no tomar en cuenta su crítica y por eso es importante responder. Es cierto que “alternativo” puede no significar nada porque esencialmente es no ser. Usar nuestros micrófonos (no las bocinas, en esa estoy contigo, Raquel) para decir “me rehúso a ser esto”. Si somos rebeldes (espero que sí, aunque ojalá evitando esa palabra que más biensuena a algo que debería aparecer en una manta de los soixante-huitards), entonces nos estamos rebelando en contra de algo. Es una posición extraña: definirnos en función de lo que no somos.

Pienso que somos una alternativa a por lo menos dos cosas.

1.- Los medios comerciales, con su obsesión por los clics, la tiranía de los cortes de 6 minutos, contenido dictado por promotores, agencias de relaciones públicas, algoritmos y un apetito insaciable por polémicas sin importancia.


2.- Los medios universitarios que:

  • tratan a los estudiantes como problemas en potencia en lugar de personas creativas con algo que decir y;

  • confunden solemnidad con inteligencia

Entonces, ¿contra qué nos rebelamos? Es importante definirlo porque si no tenemos cuidado, “alternativo” (o peor, “rebelde”) se puede convertir en una palabra vacía que deje de significar nada más que “no somos eso de allá”. Me gusta pensar que en 90.9 nos rebelamos contra la simpleza de pensamiento. Contra los atajos, los clichés y las respuestas prefabricadas que nos ahorran el esfuerzo de relacionarnos con la realidad.

La discusión sobre Bad Bunny es un buen ejemplo. Aclaró que decir “aquí no escuchamos reguetón y punto” no es una postura válida y que “todo el mundo está hablando de esto, mejor no lo toquemos” tampoco lo es. También todo mundo, me dijo Raquel en su provocación a mi provocación, habla de los incendios en LA y la crisis migratoria y eso no significa que no debemos abordarlos. De acuerdo. El objetivo no es evitar lo obvio, sino acercarnos desde una perspectiva que refleje lo que somos, o lo que aspiramos ser. Si podemos unificar eso - la perspectiva que refleje lo que somos - entonces habremos definido lo que significa ser una estación de radio alternativa.

La muerte de David Lynch es otro tipo de ejemplo. Cada vez que un gran artista muere el mundo pierde su capacidad crítica. Internet se llena de tributos hiperbólicos y frases hechas, afirmaciones vagas que suenan profundas pero no lo son realmente. Consideren este tuit:

“David Lynch has reasonable claim to being the most important American director since 1950. Moreover, his movies felt like they were made just for you, no matter who you were. They whispered secrets no one else knew. At one point, everybody’s favorite director was David Lynch.”

De lejos parece un comentario brillante y sabio, pero acérquense un poquito. Los atributos que le adscribe a Lynch - ser uno de los mejores directores desde 1950, hacer películas que se sienten personales, susurrar secretos - bien podrían describir a John Waters, a Stanley Kubrick o hasta a Spielberg y Scorsese. Cambien el nombre de Lynch y la idea general de la afirmación se mantiene. Los atributos son tan vagos que no significan nada.

Podemos celebrar a Lynch - ser fans de su obra, honrar su legado, estar tristes por su muerte - sin abandonar nuestro pensamiento crítico. Es importante porque hablamos de cosas que nos gustan. Podemos celebrar algo sin depender de elogios vacíos. Hacer crítica no es atacar ni menospreciar. Es relacionarnos con el arte de maneras no superficiales y ayudar a otras personas a hacer lo mismo. Una buena forma de empezar a hacerlo es tratando de responder a las siguientes preguntas:

1.- ¿Qué está tratando de hacer esta obra de arte o artista?
2.- ¿Lo logra?
3.- ¿Vale la pena lo que está tratando de hacer?

Lean, por ejemplo, la reseña de Roger Ebert de Mulholland Drive. En vez de describirla como “etérea” u “onírica”, Ebert escribe que: There have been countless dream sequences in the movies, almost all of them conceived with Freudian literalism to show the characters having nightmares about the plot. “Mulholland Drive” is all dream. There is nothing that is intended to be a waking moment. Like real dreams, it does not explain, does not complete its sequences, lingers over what it finds fascinating, dismisses unpromising plotlines. If you want an explanation for the last half hour of the film, think of it as the dreamer rising slowly to consciousness, as threads from the dream fight for space with recent memories from real life, and with fragments of other dreams–old ones and those still in development. This works because Lynch is absolutely uncompromising. He takes what was frustrating in some of his earlier films, and instead of backing away from it, he charges right through.

Traten de alcanzar esa claridad cuando hagan crítica. Expliquen qué es lo que una pieza está haciendo y por qué funciona. Regresen al maravilloso ensayo-reseña-crónica de David Foster Wallace sobre su visita al set de Lost Highway. DFW adoraba a Lynch, pero podía criticarlo: “Some of Lynch's art photos [...] are creepy and moody and sexy and cool, and some [...] are just photos of spark plugs and dental equipment and seem kind of dumb.”

Aunque hacemos periodismo, en Ibero 90.9 no llevamos un minucioso registro diario de los sucesos. Más bien una de nuestras labores fundamentales es hacer buena crítica. Eso significa entender al arte en tanto sus condiciones de producción - quién lo hizo, cómo, dónde, por qué - y en relación con otras obras. Resistimos a los clichés y pensamos profundamente en las canciones, las películas, las series, que nos ayudan a construir nuestras identidades. No repitan algo que se siente correcto sólo porque lo han escuchado cientos de veces. No tomen los atajos que les ofrece la simpleza de pensamiento.

Gracias por leer. Por favor no dejen de escribir y mandarme recomendaciones.

Ricardo

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