Gabriel Orozco: el artista útil
No me sorprende que al finalizar el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, y en los albores del “segundo piso” de la autonombrada “4ta. Transformación” de Claudia Sheinbaum, Gabriel Orozco presente una exposición retrospectiva en el Museo Jumex de la Ciudad de México.
Orozco representa para el proyecto de gobierno, la oportunidad de simular su apertura a lo innovador; sin embargo, podemos usar la estética contemporánea y hacer lo mismo de siempre: enaltecer el presidencialismo, crear elefantes blancos y tirar a la basura la oportunidad de una política cultural que no dependa de los designios del jefe de Estado en turno.
La exposición se llama Politécnico Nacional: politécnico por interdisciplinario –su obra transita de la fotografía a la escultura-, ¿y por qué nacional? En palabras de Orozco: “Hasta la década de los 90, el mundo concebía a México como Frida Kahlo y ya. No éramos relevantes en el arte contemporáneo”. Hasta que la generación de la cual se considera parte participó en el circuito global del arte.
Sin duda, Gabriel Orozco es una figura relevante para entender la consolidación del arte contemporáneo en nuestro país.
Su práctica abarca la fotografía, escultura, pintura, instalación, arte-objeto, entre otras. La idea del juego y el azar es recurrente; por ejemplo, en Until You Find Another Yellow Schwalbe (1995), Orozco cuando vivía en Londres, estacionaba o juntaba su motoneta amarilla con otras del mismo color. Con este gesto, argumenta que los objetos cotidianos pueden construir historias.
Gabriel Orozco, Until You Find Another Yellow Schwalbe, 1995
En Mis manos, mi corazón (1991), pone en entredicho que el acto escultórico no es una representación final, sino que el proceso de la materia es igualmente importante. Y que, a veces, lo único que podemos hacer es fotografiarlo, registrarlo.
Gabriel Orozco, My Hand is the Memory of Space, 1991
Y por supuesto, cómo olvidar la famosa Caja vacía (1993), presentada en la Bienal de Venecia, que pedía atención hacia los objetos comunes.
Orozco ha comprendido los lenguajes del arte conceptual. Atribuye significados otros a objetos cotidianos y rompe con la idea tradicional del arte que presupone que el objeto artístico es valioso por sí mismo.
El artista forma parte de una generación que en los noventa comenzó a construir una estética relacionada al arte contemporáneo en el país. Dirigió el Taller de los Viernes en su casa en Tlalpan entre 1987 a 1992. En este espacio se encontraron los artistas Abraham Cruzvillegas, Gabriel Kuri, Dr. Lakra y Damián Ortega. Todos ahora representados por Kurimazuntto, una galería de José Kuri y Mónica Manzutto. Así, el artista se vincula a la escena del arte contemporáneo desde su práctica y a través del mercado del arte.
Gabriel Orozco, por su larga trayectoria y exitosa consolidación, personifica literalmente la figura del artista contemporáneo: sensible pero competitivo e interesado en lo nacional -solo si se entiende desde lo internacional-. En 2019, el Presidente López Obrador lo invitó a encabezar Chapultepec: Naturaleza y Cultura, un proyecto de justicia social y de vocación ambiental para la rehabilitación y creación de nuevos espacios dentro del bosque en la Ciudad de México. Este desarrollo fue la principal inversión cultural del sexenio que buscaba reivindicar a la justicia social ¿Lo lograron, o el artista ayudó al gobierno a simular su interés por la innovación y la transformación del espacio público y más bien crear el megaproyecto insignia?
El artista útil purifica simbólicamente
Hay una imagen que lo deja bastante claro: el 24 de septiembre en la inauguración del Cablebús se encontraron Claudia Sheinbaum (presidenta electa), Andrés Manuel López Obrador (presidente), Gabriel Orozco y miembros del Ejército. Esta escena clarifica cómo el artista puede ser usado para “purificar simbólicamente” lo que un gobierno acostumbrado a militarizar la vida pública hace pasar por “un proyecto de justicia urbana y derechos culturales”.
Gabriel Orozco, Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador.
¿Qué derechos culturales?, ¿la descentralización de la cultura que prometió el sexenio anterior, utilizando la mayor inversión del presupuesto de Cultura en una de las zonas con mayor oferta cultural del país? Tampoco el derecho de los trabajadorxs de cultura a sueldos dignos y derechos laborales, ya que la inversión en este proyecto fue de 10,500 millones llevándose la mayoría del presupuesto de la Secretaría de Cultura, en conjunto con el INAH, al Tren Maya. Cuando el artista fue cuestionado al respecto, declaró: : “Yo no soy un artista de presupuesto. No sé qué va a suceder el sexenio que viene. No cobré nada por este proyecto, lo hice por patriotismo y amor a mi país”.
La declaración anterior da escalofríos porque prueba que el patriotismo es un recurso muy usado para justificar despilfarros presupuestales que sirvan para monumentos sexenales que, por cierto, no tienen ningún plan de continuidad para sostenerlos. Y si alguien todavía puede negar que el proyecto de Chapultepec es usado para promover una visión de gobierno: ¿podemos hablar de la construcción de la Casa Lázaro Cárdenas?, ¿Y qué pasó con los 70 millones de pesos que, de acuerdo con el Plan , serían dedicados al Pabellón de Defensa Nacional que promoverá la idea del Ejército como institución que salvaguarda la seguridad del país?
Los lujos que puede darse un artista útil al régimen es no cobrar. De acuerdo a la información dada por el gobierno y el mismo artista, Orozco realizó esta labor de forma gratuita.
Este hecho tiene varias aristas: la primera es que abona a la romantización de que la vocación es igual al trabajo gratuito, un mantra maligno que afecta a todo un sector con sueldos cada vez más bajos y menos derechos laborales.
Por otro lado, fingir que Orozco no tiene ningún beneficio económico me parece ingenuo, porque su participación sí se refleja en el valor de su obra en el mercado. En su retrospectiva en el Museo Jumex hay piezas que se refieren al Proyecto Chapultepec y Cultura. ¿Es entonces un proyecto público parte del cuerpo de obra de un artista? En conferencia de prensa el pasado 28 de enero del 2025, Orozco declaró: “Fue un esfuerzo de seis años de diseñar el Plan Maestro. No es muy claro ver una obra de arte de este tipo, de verlo llegar a un nivel estético, ecológico y social que tuviera un futuro posible. Chapultepec sí es una obra de arte público”.
Gabriel Orozco, Mapa de Chapultepec, 2019. Foto: Ekatherina Sicardo Reyes
Lista de obra de un artista útil
Título: “La estética y el patriotismo son militares”
Dimensiones: El Presupuesto de la Secretaría de Cultura en 2024 es 15 veces menor que el de la Secretaría de la Defensa Nacional (259 mil 433 mdp.), seis veces menor que el de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (105 mil 838 mdp.) y cuatro veces menor que lo designado a la Secretaría de Marina (71 mil 888 mdp.)
Descripción: Como artista útil sal en las fotos y habla en las conferencias matutinas del jefe en turno, sonríe conjuntamente con los cuerpos militares y di (como soldado) que “haces las cosas por patriotismo”
Título: “Hagamos monumentos no política cultural”
Dimensiones: Vicente Fox, la Biblioteca Vasconcelos; Felipe Calderón, la Estela de luz. Cómo olvidar el Museo Internacional del Barroco de Moreno Valle. Mientras bodegas de museos con inundaciones, trabajadores del capítulo 3000 sin pago por meses, la ENAH sin retribuir a sus maestros y sin recursos para las prácticas de su alumnado.
Descripción: No olvides participar en el proyecto insignia cultural del sexenio, especialmente si el presupuesto está destinado a infraestructura que no sabremos cómo se mantendrá ni cómo se pagarán los sueldos derivados de su uso. De preferencia, no busquemos crear política cultural que garantice derechos laborales y construya proyectos que no dependan de las dádivas del jefe de Estado en turno.
Título: “Los artistas no tienen responsabilidad porque ellos solo ponen su genio al servicio de la Nación”
Dimensiones: De acuerdo a datos del propio gobierno, en el proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura se han gastado 10,500 millones de pesos mientras que el presupuesto para el INBAL para 2025 es de 4,886 millones 398,100 pesos. El INBAL tiene al menos 111 inmuebles.
Descripción: No cobres por tu trabajo de coordinar un megaproyecto, así no generas una relación laboral que te haga responsable como cualquier servidor público de responder por cómo se ejerce el presupuesto público.
¿Qué culpa tiene el artista?
Entonces, ¿un artista no puede participar en proyectos públicos? En México, por el tipo de modelo cultural que tenemos esto sería casi imposible. El ecosistema cultural depende mayoritariamente del presupuesto público. Sin embargo, cuando Orozco no cobra por su trabajo de coordinar el Plan Maestro del proyecto, también logra esquivar la rendición de cuentas que todo aquel que use dinero público está obligado a realizar.
Su participación como una figura del arte contemporáneo ayuda a la simulación simbólica de un gobierno que pretende hacerse pasar por diferente y hace lo mismo de siempre: utiliza el dinero público para proyectos de monumentos sexenales. Y no olvidar que éste es un patriotismo cada vez más (y peligrosamente) militar.