Comer hasta perder la conciencia: El club de los gourmets, de Jun'ichirō Tanizaki

Comer hasta perder la conciencia: El club de los gourmets, de Jun'ichirō Tanizaki

Por Luciana Soto Maurer

La primera vez que leí a Jun'ichirō Tanizaki  fue Elogio de las sombras,  un ensayo que escribió sobre la importancia de conservar la tradición de una cultura tan rica como la japonesa. Unos meses después llegó a mis manos un texto de lo más bizarro, y me encantó.

Desde hace mucho me considero amante de la comida, puede ser que cocinar y comer sean dos de mis pasatiempos favoritos (junto con la lectura, claro), así que cuando me enteré de que el autor japonés tenía un cuento titulado El club de los gourmets (1933), me lancé a sus páginas sin pensarlo ni una vez. Y ¡oh, sorpresa! No era lo que yo pensaba.

Imagina estar en tu ciudad, de la que conoces cada esquina y, obviamente, todos los restaurantes; no solamente has probado todos los platillos que ofrecen las cocinas locales, sino que además has formado un grupo con tus amigxs cuyas reuniones tienen como último propósito comer.

Comer y comer y comer. Comer hasta tener que desabotonarse el pantalón, comer hasta perder la conciencia y soñar con la próxima vez que vas a tener hambre y poder degustar de nuevo. Sin embargo, un día deja de ser suficiente lo que tienes en tu mesa, esas sopas exóticas ya son cosa del pasado, así que dejas que tu nariz te guíe por callejones hasta llegar a un lugar que ignorabas por completo que existía; en este lugar se sirven todo tipo de platillos desconocidos y se juntan personas que como tú, viven por probar todo con tal de que sea innovador para el paladar.

Aunque Tanizaki es un escritor que se fija en propuestas estéticas del Japón tradicional, invita a la vanguardia a su biblioteca y la vuelve parte de su escritura. Su manera de narrar tiene la capacidad de hacerte sentir, oler, probar, escuchar y ver todo lo que quiere con nada más que palabras. 

El club de los gourmets es una experiencia sensorial que me ha volado la cabeza, además de la vividez de los escenarios, el cuento es un catálogo de personajes cuyo deseo por probar cosas nuevas los lleva a elaborar platillos casi inconcebibles, en los que el cuerpo y las relaciones se vuelven parte de la degustación…

“Cosa extraña: mientras más presionaba con la lengua, más suaves se volvían los dedos, hasta disolverse en tiras, como los puerros. Súbitamente, A. descubrió que lo que había sido, sin lugar a dudas, una mano humana se había transformado, de alguna manera, en el tallo de una col china. Pero no; "transformado" no es la palabra adecuada porque, si bien tenía el sabor y la textura del bok choi, todavía conservaba intacta la forma de los dedos humanos”.

La comida, el cuerpo y los sentidos forman para Tanizaki una combinación perfecta para reflexionar sobre el arte y la necesidad del artista de llegar a los límites.

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