La Compañía Nacional de teatro siempre ha apostado por producciones grandes, numerosas, donde se muestre el talento de todos sus participantes, la unión hace la fuerza, y de verdad que en esta obra se nota la coordinación casi marcial de todos sus miembros, comenzando por la música. Juan Pablo Villa, un joven que apenas se supo de él despuntó en los círculos del arte, el arte sonoro, la poesía sonora, los recitales de experimentación vocal, jams, slams, y cualquier espacio donde se pudiera vociferar, murmurar o hacer incantaciones que, en su estilo, resultan catárticas e hipnóticas; Juan Pablo recibe a la audiencia con el sonido más básico en todo ser humano, en cualquier cultura, de cualquier tiempo: el mantra, o la nana. Con la prolongación de un sólo fonema, generalmente el Mmm, millones de seres humanos entramos en un estado de paz que parece haber sido heredado por siglos. Si ese fonema se altera en su tono o intensidad, indica cambios en el ambiente, euforia, ansiedad o peligro. Aquí Juan Pablo lo entona para recibirnos, y meternos a un contexto de intimidad.
Penumbra, concentración…
Seguido de un marco coreográfico y rítmico, utilizando el mismo cuerpo y elementos que recuerdan a dos tipos de ejércitos, los cuerpos de estrategia y los cuerpos de fuerza bruta; se elabora una introducción y separación de roles en los papeles de la obra, los que están de un lado del muro, en peligro, y los que están fuera del mismo, amenazantes. Esta manera de imponer la figura humana a partir del movimiento y la postura lo hemos visto desde los 50 del siglo pasado con las coreografías de Martha Graham y posteriormente con Pina Bausch, y posteriormente en todos lados, que usan a veces sólo la mirada para asentar la jerarquía dentro del ensamble. Dicha coreografía se complementa con lo que también puede ser un personaje: la iluminación (ya habíamos contado con la música como personaje que inicia todo [en el inicio, la palabra]), la escenografía, y el movimiento. Con todo ello tenemos una atmósfera, que define el moméntum de la obra. En la penumbra se desarrollan los personajes, cuyos rostros se confunden, se fusionan, se amalgaman en una sola identidad, los numantinos, con sus edades, jerarquías e incluso el género también en penumbras… y en los registros históricos los numantinos prefirieron morir a mano propia que en la esclavitud por parte de los romanos; es decir, es una historia oscura por todos lados, un recurso que puede aprovecharse visualmente de modo amplio.
La técnica…
Si bien este no es un relato propiamente, es una visión catártica de lo que a juicio de quien escribe parece la obra y la compañía. La CNT siempre ha apostado por los formatos grandilocuentes, lleva muchos actores a la escena, le importa el número, la presencia cárnica en el escenario; eso da juego a la creación de puntos coreográficos que da mayor proyección y un poco de golpe de ojo, lo vuelve más espectacular. Es una obra eminentemente masculina, aún con la suavidad que puede sugerir la rendición o el miedo de la tragedia por venir, se siente ese orgullo que pretende evitar el sometimiento, antes que la muerte. El respeto al verso de Cervantes y su edicto: Conseguir la victoria en la derrota.
El Contexto…
Juan Carrillo, director de este montaje, adelantó que esta obra tiene mucho que ver con los mexicanos, y es cierto. Para comenzar nos enfrentamos con una historia en la que se ve involucrado un muro, una imposición que los romanos hacen a los numantinos para mantenerlos aislados y con ello agotar sus recursos, evitar su expansión, prácticamente asfixiar una población conteniéndola inmóvil. Cervantes lleva esta historia al corazón de los numantinos mostrándonos el drama, la desesperación, el asedio del que fueron objeto a través de varios cuadros con historias personales: una madre que pierde a su hijo, una mujer que pierde a su amante y su hermana al mismo tiempo, todo un pueblo en hambre y que al final decide prenderse fuego. ¿Porqué nos suena, porqué este drama épico nos es común a los mexicanos? Históricamente hemos heredado los dichos, los dolores, las penas de quienes han visto su felicidad truncada, desde tiempos precolombinos hasta la aparición de fosas clandestinas. Por ello la palabra muro no nos es ajena, la Ciudad de México, y el país entero se ha visto sitiado en más de una ocasión.
Numancia se llevó a cabo en el Auditorio del Estado los días 5 y 6 de octubre, en el marco del XLIV Festival Internacional Cervantino, y a decir de los compañeros periodistas, es de lo mejor y más fuerte que han visto en muchos años.
Fotos Cortesía Festival Internacional Cervantino