Bocanada: 20 años y por las siglas de los siglos
1999 fue el año de discos memorables: 13 de Blur, Surrender de The Chemical Brothers, Ágætis byrjun de Sigur Rós, por mencionar algunas de las joyas de ese año. Latinoamérica no fue ajena a esa grandeza musical y el 28 de Junio, exportó al mundo uno de los discos más bellos y premiados del rock en español: Bocanada de Gustavo Cerati, considerado como su obra maestra.
Alabado por la crítica, amado por sus fans, homenajeado por artistas, Bocanada se ha posicionado como una escucha obligada para cualquier amante del rock en español, la electrónica y, realmente, por cualquier persona apasionada por la música.
Hablar de Bocanada no es una tarea fácil ya que ni siquiera es posible encasillarlo en un solo género. Gustavo lo describía como si fuese una película, con un manejo de los climas emocionales de manera casi fílmica, como si Cerati estuviera pintando un paisaje. Un álbum ecléctico, no porque no existiera un argumento o tema, si no porque existen diversos ejes que evolucionan en conjunto y que conviven dentro de un todo, como sucede con canciones como “Tabú” o “Engaña”, que auditivamente hacen malabares con diferentes elementos.
Contexto
Juguemos con la melancolía y pensemos en 1999. ¿Qué hacías ese año?, ¿dónde estabas?, ¿con quién estabas?, ¿qué sentías? Y lo más importante: ¿a dónde te estaba dirigiendo tu destino? Ese es el tipo de preguntas que Gustavo se planteó durante la experimentación musical que le tomó hacer Bocanada. Hacía dos años de aquel Último Concierto y separación “definitiva” de Soda Stereo —lo cual era relativamente poco tiempo—, y si bien no fue su primer disco como solista, sí fue la primera vez que se percibía esa soledad creativa, aun cuando él fuera la mente principal de la banda.
A nivel personal, también fue una época difícil para Cerati. Se acababa de divorciar de la modelo y DJ chilena Cecilia Amenábar, con quien tuvo a sus dos hijos Benito y Lisa. En cierto modo, también experimentaba esa nueva soledad en su vida privada. De ahí el sentimiento triste, nostálgico y melancólico de varias partes del disco, momentos donde se percibe esa sensación de separación; una historia ficticia demasiado parecida a la realidad: un autoengaño o superchería.
Su público creó toda una nueva expectativa alrededor de lo que podría ofrecer como artista en solitario y con un nuevo rumbo. Cerati aprovechó esta expectativa para hacer lo que en verdad él quería hacer, sin tapujos, ni ligaduras, ni zozobra, simplemente con una nueva y emocional libertad creativa. Por un lado, él sentía la responsabilidad de hacer mejor música, pero también creía que esa expectativa era un tipo de antena entre lo que le gustaba hacer y lo que una gran cantidad de gente recibiría. Ya fuera por curiosidad o genuino gusto, esta nueva creación sería escuchada y había que aprovechar la oportunidad.
El humo
Bocanada le hace a honor a su nombre desde su relativa corta duración: apenas 90 minutos. Como si literalmente se esfumara. Además, Gustavo juega con el título del disco a través de dos ejes: bocanada de humo y bocanada de aire.
De humo, porque uno de los grandes vicios de Cerati era fumar. Él decía, en ese entonces, que iba a dejar de hacerlo, así que era su última oportunidad de nombrar un disco de esta forma. Alguna vez dijo:
“Y si no lo dejo, bueno, quedará marcado mi destino con el humo...”
Y así lo fue, ya que lamentablemente su muerte tuvo que ver con su afición al cigarro.
Con bocanada de aire, Cerati se refería a un cambio, un nuevo rumbo, ese respiro que tomas antes de hacer algo desafiante: algo que Gustavo necesitaba tanto en esos momentos de su vida y que plasmó en las curvas emocionales a lo largo de todo el disco. La canción homónima, “Bocanada”, es una de las favoritas del argentino y ha sido covereada por diferentes bandas y en diversos estilos. Incluso, existe una versión especial hecha por Cultura Profética, que como buena banda de reggae, podemos sospechar que comparten su afición por el humo.
Y claro que no podemos hablar de humo sin mencionar la icónica portada del disco: sobre un fondo azul con destellos rojos, aparece Cerati de perfil, exhalando humo en un ambiente frío, con una vestimenta de lo que parece ser un abrigo con piel en el cuello. La fotografía tomada por la argentina Gaby Herbstein, tiene fuertes reminiscencias de otras imágenes de artistas emblemáticos. Por ejemplo, es muy parecida en cuanto a la vestimenta y pose a la portada de Low de David Bowie, brutalmente parecida a los Greatest Hits Vol. 2 de Bob Dylan, e incluso, hay quienes dicen que está influenciada en un retrato de René Magritte.
Experimentación
Gustavo bromeaba diciendo que la escuela de Bob Dylan nunca le funcionó, refiriéndose al hecho de componer la letra antes que la música. Cerati usualmente titulaba las canciones antes de terminar de escribirlas, basándose en la sensación musical primero. Además, Cerati siempre fue amante de la literatura y una persona sumamente culta, con referentes literarios a lo largo de su obra, como es el caso de “Beautiful” y su memorable frase “Mereces lo que sueñas…”, inspirada en el final del texto Hacia el Poema del mexicano Octavio Paz.
Su proceso de creación siempre fue de manera íngrima, en paz. No solía hacerlo como muchos artistas, que tienen la facilidad de componer en el avión o en algún café. Él pasaba noches enteras en solitario dentro de su estudio Casa Submarina, observando un pequeño holograma de Cristo que se movía de forma tridimensional, con la única compañía de sus instrumentos, su inmersa y creativa mente musical y él mismo. Esa nueva libertad le dio oportunidad de experimentar con nuevos sonidos electrónicos como es el caso de canciones como “Y Si El Humo Está En Foco” y “Balsa”. También experimentó con samplers durante todo el álbum, jugando con canciones de Focus, Electric Light Orchestra y Elvis Presley, por mencionar algunos.
También pudo ingresar al mundo sinfónico nunca antes explorado para él. En una de sus sesiones de composición, llegó a la idea base de “Verbo Carne” en teclado y se la presentó a Alejandro Terán (músico y arreglista argentino con quien ya había trabajado en Sueño Stereo), con la esperanza de que él le sugiriera algún tipo de arreglo favorecedor para el tema. Terán le dijo que era una canción imposible de embellecer con “algunas cuerdas”, ésta era una canción digna de una orquesta de mínimo 50 personas… y lo hicieron. Se grabó en los estudios Abbey Road, de la mano de The London Session Orchestra con 48 músicos presentes. Cerati quedó tan satisfecho con el resultado que después recurrió a Alejandro Terán para los arreglos, dirección y compañía en sus 11 Episodios Sinfónicos.
El trayecto y el destino
Gustavo mencionaba que Bocanada era casi perfecto para escuchar durante un viaje, pero indirectamente sus palabras no sólo se referían al movimiento espacial de un lugar a otro, si no de la evolución que existe en la vida de las personas cuando cambian su rumbo.
Esa evolución emotiva se ve reflejada a la perfección en el álbum. Al principio te pierdes en el camino: es un lugar opaco, desesperanzador y lúgubre; te enojas contigo mismo por haberte perdido de esa manera, estás en un limbo emocional, pero a la vez, agradeces todo lo que has aprendido durante ese viaje y finalmente, fluyes. Entonces, te empiezas a sentir un tanto solitario mientras lo recorres, así que buscas compañía barata y trivial. Tu viaje se transforma en un paseo inmoral, para que cuando vuelvas a la soledad, ésta sea más liviana. Sigues y sigues, hasta lograr ver un rayo luminoso al final del camino y saber que al fin llegaste a tu destino: encontrarte a ti.
Este es el mensaje final del álbum. Un esperanzador y turbulento trayecto que, al final, nos recuerda que ninguna pesadumbre es eterna, y todo mal puede ser provechoso.
A 20 años de su lanzamiento, Gustavo Cerati encontró la fórmula para mantener a Bocanada como un disco actual a pesar de la distancia espacial y dimensional. Las emociones, la nostalgia y, por supuesto, la esencia y sonido que Bocanada lleva en la carne se mantienen y mantendrán vigentes por las siglas de los siglos.