De cómo un pezón bastó para arruinar la carrera de Janet, pero le dio otro medio tiempo a Justin

De cómo un pezón bastó para arruinar la carrera de Janet, pero le dio otro medio tiempo a Justin

Collage: Aleks Phoenix

Hace un par de días Justin Timberlake presentó uno de los shows de medio tiempo más polarizantes en la historia del Super Bowl, carente de la parafernalia de un espectáculo de este calibre, con una entrada anticlimática, su voz apenas distinguible entre la superposición saturada de instrumentos y los arreglos musicales apresurados que apelmazaron once canciones en 15 minutos. Su show fue para muchos una promesa no cumplida de lo que su estatus y múltiples éxitos pudieron haber ofrecido. Basta con prestar atención a las opiniones de los norteamericanos, tanto en Twitter como en medios, para distinguir el sentimiento generalizado de desazón e insatisfacción que dejó la presentación de Timberlake el domingo pasado. ¿Quién diría que uno de los artistas más carismáticos y aclamados por la crítica y audiencia por igual ofrecería un show de medio tiempo con tan tibios resultados?

Por supuesto que en medio de todo lo anterior, es inevitable volver 14 años en el tiempo y recordar su controversial aparición la última vez que pisó la arena del Super Tazón. La historia ha sido contada innumerables veces en videos, artículos, piezas de opinión y discusiones: como invitado en el último acto de Janet Jackson, Timberlake tiró del top de su compañera en un movimiento claramente coreografiado y al hacerlo —premeditadamente o no— arrancó una de las copas enteras del bustier negro, dejando visible el seno desnudo de Jackson por unos segundos, justo antes de que el corte de cámara y la pirotecnia cerraran el espectáculo. Y así nació una controversia.

Janet Jackson y Justin Timberlake en el medio tiempo del Super Tazón XXXVIII

Janet Jackson y Justin Timberlake en el medio tiempo del Super Tazón XXXVIII

Más de una década después y a la luz del anuncio de que Justin tomaría de nuevo el escenario deportivo más importante de Estados Unidos, múltiples foros trajeron a cuenta el llamado “Nipplegate” y lo re-contextualizaron en el actual clima social: ¿qué pasaría hoy si un acontecimiento así volviera a ocurrir?, ¿cuáles serían las reacciones ahora en una era en la que existen Twitter, los memes y hashtags, el movimiento Me Too o Free The Nipple y la reivindicación del feminismo?

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Hace 14 años, la reacción fue alarmante y claramente tendenciosa: la culpable era Janet Jackson.La condena pública y mediática fue certera y severa. La Comisión Federal de Comunicaciones de EE.UU. presentó una demanda de 550’000 dólares a la televisora CBS. Jackson de inmediato fue orillada a enmendarse con una disculpa pública por escrito y sus sencillos fueron retirados de las radiodifusoras. Su invitación a los Grammy de ese año para presentar el tributo a Luther Vandross, así como su presentación fueron canceladas. Mientras tanto, Justin no sólo apareció y fue bien recibido en el evento, sino que se llevó a casa dos galardones. Para Jackson, las disculpas no cesaban. Ahora en video, la hermana del Rey del Pop, volvía a ser enfática con su expresión de remordimiento sin reconocer jamás que el acto fuera parte de un plan intencionado para el escándalo. El que fue infamemente llamado como “error de vestuario” se convirtió pronto en el estigma de la carrera de Janet, mas no así de la de Timberlake. Mientras Jackson sufría de un veto silencioso y asumía sobre sus hombros la responsabilidad completa por un acto que implicó a dos personas, Justin despuntaba su carrera como solista y se colocaba como víctima de una agenda de la cual no deseaba formar parte. Incluso la conversación de la audiencia parecía colocar la responsabilidad completa en la mujer afroamericana de 48 años que expuso su seno por accidente, más que incluir en la retórica a todos los sujetos implicados en la controversia. Mujeres y hombres por igual juzgaban el cuerpo de Jackson, eximiendo el descuido de Timberlake.

Incluso Salli Frattini, quien produjo el espectáculo del 2004, recientemente se pronunció con muy poca empatía a la intérprete de “Rythm Nation” en una reciente entrevista donde incluso celebró la carrera ascendente del ex–vocalista de N’Sync y su renovada invitación al medio tiempo.

“Pienso que él se portó como verdadero hombre y habló de eso y todo, y no estoy segura que ella lo haya hecho, ¿sabes?. Me alegra que su carrera (de Justin) haya continuado floreciendo. (…) Pienso que ella no manejó la situación tan bien como él lo hizo. Sigo sin comprender por qué alguien pensaría que eso (la desnudez) sería una buena idea para empezar”.

El desdén y la completa antipatía a la artista que sufrió la censura y humillación pública es evidente en las palabras de Frattini, a la vez que ensalza y condona los actos de su contraparte masculina.

Lo cierto es que el “Nipplegate” definitivamente marcaría un antes y un después para las telecomunicaciones norteamericanas e incluso la producción de los espectáculos de medio tiempo de los años siguientes. Las transmisiones en vivo tuvieron como condición la emisión de los contenidos con cinco segundos de demora y por seis años, una mujer no volvió a pisar el escenario del Super Bowl hasta que en 2011, Fergie trajo de vuelta la presencia femenina como integrante de los Black Eyed Peas. Pero el acontecimiento también transformó las ya mencionadas carreras de sus protagonistas, para bien o para mal. Mientras que Janet Jackson no ha tenido un regreso frontal y relevante a los escenarios y su trayectoria parece resumirse apenas a sus rencillas con Madonna y el alboroto del Super Bowl, Timberlake es considerado un artista de atractivo familiar, con excepcional influencia mediática y una carrera impecable y exitosa. Lo mismo compone canciones que escalan los charts que el sencillo para una película infantil como Trolls. Su aspecto de chico bueno del pop continúa intacto y jamás es referido como el hombre que desvirtuó la carrera de una de las grandes intérpretes femeninas al arrancar por accidente su vestuario. Para Janet no hubo logros, éxito o carisma que pudieran enmendar la visibilidad imprevista de su seno derecho, en una sociedad donde el cuerpo femenino es constantemente sexualizado y objetivado con flagrante morbo y cinismo.

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A dos días de la presentación sosa de Justin Timberlake, sin radicalismo ni victimizaciones, conviene reflexionar en torno a las consecuencias impares que definieron las trayectorias de dos artistas a causa de un acto infortunado que involucró a dos, pero que terminó por condenar solo a una.


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