Los testigos fantasma de Julieta Gil en Campeche Galería

Los testigos fantasma de Julieta Gil en Campeche Galería

Por Pamela Valadez

La ciudad está hecha de símbolos que se aferran fuertemente al pavimento. Gracias a la pesadez de su bronce y su mármol, resisten al paso del tiempo. Son monumentos que construyen la historia del territorio y sus habitantes, enaltecen a sus héroes y articulan su discurso.

Por eso, el caminar nunca es inocente y está atravesado por cuestiones políticas, sociales, de clase y de género.

“El transitar la calle para mí es un acto de resistencia, sobre todo en espacios que no siempre fueron pensados de forma equitativa”, comentó Julieta Gil, sentada en un escalón de Campeche Galería, al respecto de su exposición ¿Quién mira a los que miran?

Fotos de Hatsi Sánchez.

Julieta estudió arquitectura y comenzó a notar la importancia del espacio público en la conformación de la política y de la idea de “nación”.

A raíz de transitar la ciudad que habita y de participar en protestas en su centro, comenzó a observar los símbolos que la conforman y que ahora son el centro de su arte. Con ayuda de una computadora enorme que vive en su estudio, interviene los símbolos que recoge en su diario caminar y los deforma para invitar a la reflexión y a la mirada crítica sobre todos los significantes que rodean al habitante, al transeúnte, al visitante.

“Mis procesos tienen mucho que ver con la interacción entre mi cuerpo y estos objetos. Usando la cámara de mi celular les tomo video de 360° y capto lo que alcanzo a ver. Por ejemplo: si son monumentos que están en pedestales muy altos, no puedo registrar sus cabezas y todo eso se traduce al trabajo visual que hago”.

Las ausencias que se hacen evidentes en su trabajo, también visibilizan el juego de ver y no ver que existe en el espacio público. Lo que está ahí para ser visto tiene una intención, pero es igual de significativo pensar en lo que no es visible.

“También me interesa mucho acceder a los espacios semi-públicos”, añadió la artista; “es decir, aquellos que son patrimonio y a los que cualquier mexicano podría acceder, pero a veces se requieren ciertos permisos para poder entrar”.

Julieta se adentra en los resquicios, rodea las esculturas, se sube a las azoteas y explora los balcones. Lo que no está expuesto a simple vista también es un “testigo fantasma” de la historia y ella lo descubre.

La obra expuesta en Campeche Galería obliga a preguntarse ¿cuál es el lugar del habitante, el transeúnte y el visitante en el espacio público? ¿Está destinado a caminar eternamente por un laberinto de significado que no puede desafiar?

El proceso de captura y deformación que caracteriza el trabajo de Julieta es una manera de traer todos esos símbolos pesados de mármol y bronce a la actualidad para cuestionarlos con humor. “Me gusta trabajar con procesos digitales porque es una forma de borrar la identidad y el tiempo de estos monumentos. Últimamente los veo más desde la ficción y la fantasía e intento entenderlos como personajes ahí presentes y esa, para mí, es otra forma de atribuirles significados más allá de los que les han sido impuestos”.

Las esculturas de los héroes estatales que conforman el conjunto de los “hombres ilustres” en el Paseo de la Reforma, se convierten en masas amorfas, arenosas e inestables en las piezas Transfigurado y Toy Soldiers, una serie de esculturas miniaturas y estandartes transparentes que cuelgan del techo de la galería.

“Comencé con este proyecto antes de que añadieran a algunas mujeres al espacio escultórico de Paseo de la Reforma”, aclaró Julieta, “y creo que lo hice con cierta rabia de que fueran sólo hombres los merecedores de que se les esculpiera en bronce y quedaran petrificados para la eternidad de esta Ciudad”.

El recuento de las presencias y las ausencias, el registro de las perspectivas y los límites impuestos a lo que puede ver quien recorre el espacio, la crítica a los nombres dignos de pasar a la posteridad y todo lo demás que construye la obra de Julieta, es una forma otra de hacer historia más allá del discurso oficial.

El arte es una lente distinta para pensar el devenir histórico y traerlo al presente. Sobre esto, la artista dijo: “Estoy haciendo una especie de archivo. Es una forma de hacer un registro a través de una mirada más crítica que permite, mediante el uso de herramientas digitales, mostrar esta maleabilidad de los símbolos que pueden cambiar y también que los archivos pueden mirar al futuro, no son estáticos.”

El caminar no es un acto pasivo a través del cual se absorbe sin esperanza alguna una narrativa única. Caminar puede ser, como lo piensa Julieta Gil, un acto de resistencia. “Al final, también es cuestión de ocupar el espacio”, concluyó, “siempre se le puede dar la vuelta a cualquier espacio público que sea impuesto y creo que esa es mi responsabilidad: no sólo aceptar los símbolos dados, sino resignificarlos, reimaginarlos o partir de ellos para imaginar otras posibilidades”.

¿Quién mira a los que miran? estará en Campeche Galería, en la Roma Sur, hasta el 18 de enero.

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