Querido diario, ¿qué es Jonh Glacier?
Por Malau
Es martes por la noche. Acabas de regresar del trabajo y te sentaste cerca de la ventana para contemplar la lluvia en lo que calientas tu cuerpo con una sopita. Prendes las bocinas y un riff desolador con estática de fondo se entrelaza con el sonido de las gotas chocando contra la ventana. En poco tiempo se incorpora una voz femenina indudablemente inglesa.
El collage sonoro te arropa… piensas en todo aquello que te da nostalgia y a ratos ese sentimiento es reemplazado por el optimismo falso de que todo estará bien. Pegajoso, triste, sexi y triunfante. ¿Es rock? ¿Es hip-hop? ¿Es electrónica? ¿Es spoken word? ¿Es hombre o es mujer? ¿Es superman? Sí, y no. Es John Glacier.
Los géneros fueron hechos para romperse, mínimo eso es lo que me dejó pensando Like a Ribbon, el álbum debut de la artista londinense de edad dudosa (ella dice que tiene 20,000 años), género dudoso e identidad musical dudosa.
Entre guitarrazos, percusiones jazzosas, versos sin mucho rango tonal y beats sintéticos, ella se resguarda de cualquier categoría. Sin embargo, esto no la limita a tener su propio sonido, aquél que reconoces nomás si abre la boca. Es un rasgo cada vez más común entre bandas y artistas, y francamente no es algo nuevo, ni siquiera diría que pertenece a este siglo. Björk, David Bowie e incluso Squarepusher ya lo estaban haciendo antes de los dosmiles. A pesar de todo, Glacier fue la primera persona que me hizo cuestionar los límites entre el rap y el spoken word.
Su voz monótona me hace pensar que los versos son solo para ella, como si estuviera hablando consigo misma en su cuarto, contándose un secreto, como si no supiera que eventualmente alguien fuera a escucharla. Aún así, muestra conciencia al expresarse, exhibiendo reflexiones, sentimientos y pensamientos que bien podrían estar en su querido diario.
En otros momentos, la selección de palabras, en vez de ser una declaración, suena más a un juego de rimas, borrando una vez más todo aquello que pensamos que podríamos utilizar para definir a John Glacier.
Se dice que entrevistar a la joven inglesa puede ser muy enriquecedor si haces las preguntas correctas. Pero si las respuestas resultan evasivas, vale la pena preguntarse si algo de eso realmente importa. Culturalmente, estamos condicionados a querer contexto, pero en realidad, ¿qué más necesitas además de la música? Quizás simplemente no sea tan profundo.
Como dice Glacier, “digamos que todo el proyecto gira en torno a mi par de calcetines favoritos: simplemente te quitaría tu propio mundo de lo que la música significaba para ti. De todos modos, nada es tan interesante como la gente cree que es”.
Desde Satellites hasta Heavens Sent, ella ha superado los límites de lo que define el rap británico, aportando con una intimidad que arroja luz sobre lo mundano de la vida cotidiana y las complejidades de las emociones humanas, todo a través de sus propias frases y perspectivas únicas. Esta sensibilidad, junto con su propia mitología perpetuada externamente, le brinda la plataforma para explorar los confines de su sonido inmersivo, atravesando su propia psique de una manera que es a la vez abstracta y totalmente identificable.
Saber que mi acceso a la información es limitado es un sentimiento muy extraño en estos tiempos. No sé su nombre real, ni su edad exacta, ni puedo hacer falsas suposiciones con su signo zodiacal. Pero nada de eso importa.
John, seas lo que seas, para mí siempre serás el misterio más sencillo, el más desinteresado de ser un misterio. Quizás eso es parte del encanto.