La comedia no es un género fácil, es ese tipo de cosas para las que cada quien tiene un gusto muy claro; por supuesto, puedes hacer algo sencillo y cómodo que pueda gustar fácilmente, pero frecuentemente es intrascendente, pierde energía en la repetición a menos que tenga algo que importe. Se requiere una habilidad particular para crear una pieza que trascienda su tiempo y que, al finalizar, no se sienta sólo como un show de risas. Recientemente salió una lista de películas elaborada por el Writers Guild of America en las que se enlistan las 101 mejores comedias, y se encuentra encabezada por nada más y nada menos que Annie Hall, de 1977. Ahora, esta lista justamente nos hace preguntarnos qué hace una buena comedia y qué hace que Woody Allen aún sea una figura relevante en el cine, con todo y que hoy cumple 80 años. Las buenas bromas parecen siempre tener algo de verdad, por más inventadas que sean. Siempre reímos ante la idea de lo posible en lo ridículo, y eso es quizás lo que Allen se ha dedicado a hacer en sus trabajos, pero siempre desde un punto de vista muy personal. Cuenta con la ventaja y cualidad de siempre ser quien escribe y dirige sus trabajos, tiene un visión muy particular del mundo, una neuróticamente hilarante y existencialista que siempre se transmite a la pantalla a pesar de que él no se encuentre presente interpretándola. En una entrevista con The Paris Review se le preguntó si sentía que los cómicos veían el mundo de una manera diferente:
"Sí. Creo que si tienes una perspectiva cómica casi todo lo que te pasa lo puedes poner a través de un filtro cómico. Es una manera de lidiar con la vida a corto plazo, pero no tiene un efecto a largo plazo y requiere una constante y sin fin renovación. De ahí que la gente diga que los cómicos siempre 'están en el presente'. Es como si constantemente drogaras tu sensibilidad para vivir con menos dolor."
El humor de Allen siempre parece estar ahí para hacer reír al espectador, es decir, se manifiesta a través de un personaje para que la audiencia contemple el extraño brote de neurosis, sarcasmo, frustración y lujuria, que sin duda la ha vivido el director, pero la coloca en una explosiva actuación para una audiencia. Woody Allen frecuentemente ha hablado de Groucho Marx como una influencia, y claramente ha sacado mucho de él en su actuación, pues ambos parecen tener este afán de hablar con plena honestidad entre la gente, y estos no los escuchan, y es como si de pronto la cámara pudiera, con una visión de rayos x, escanear los pensamientos del personaje. Todos los demás no reaccionan a él con miedo, sorpresa o risas; hasta donde sabemos, estas pequeñas puntadas, expresión de los pensamientos más controversiales o inusuales, no pasaron, pero Allen gusta de darnos un vistazo a ese diálogo imaginario.
https://www.youtube.com/watch?v=cCucDCnsD-A
Por supuesto, Allen no sólo ha hecho comedias, empezó con Interiors (1978), que fue algo así como un tributo serio a Ingmar Bergman, pero quizás la más celebrada fue Match Point (2005), seguida tres años más tarde por Vicky Cristina Barcelona (2008). Ha experimentado con el formato, utilizando pequeñas piezas de un mismo tema como en Everything You Wanted to Know About Sex *But Were Too Afraid To Ask (1972) o el falso documental en Zelig (1983). Ha también mostrado su amor por los medios y el arte con cintas como Radio Days (1987), la surreal The Purple Rose of Cairo (1985), en la que una mujer tiene un romance con un personaje en pantalla y por supuesto, el tributo a toda una época de explosión creativa en Francia, Midnight in Paris (2011).
Pero de nuevo, Allen hace todas sus películas con una perseverancia única que lo ha hecho un productivo director, y que, resultan siempre una exploración de sí mismo. Allen no tiene miedo de ceder su persona al cuerpo de otros actores –más recientemente a Larry David en Whatever Works, Owen Wilson en Midnight in Paris y Jessie Eisenberg en To Rome With Love– y hay algo cautivante y hermoso de pensar que todo lo que hace son, hasta cierto punto, una conversación consigo mismo, una que lleva 50 años sucediendo y que no se detiene, pues este año estrenó The Irrational Man, con Joaquin Phoenix. El encanto de Allen viene de su sinceridad, de una cómica exploración de la verdad, pero nunca generalizada como la que aplica a todos, pues siempre parece venir de su singular visión, filtrada por el aumento de unos lentes de pasta gruesa.
https://www.youtube.com/watch?v=ylZgG5kC6cI