'Never Mind the Bollocks' de lo bueno, poco
Hay artistas que desaparecen para nunca regresar, pero a pesar de su corta trayectoria, el legado que dejan supera los trabajos de la mayoría de sus contemporáneos. A diferencia de Buddy Holly, Jimi Hendrix o Kurt Cobain, los cuatro miembros originales de los Sex Pistols no murieron en un accidente, ni por sobredosis, ni se suicidaron, aunque su breve existencia estuvo condenada desde el principio: no los quería el gobierno, eran groseros con la prensa, no le caían bien a las audiencias y no se soportaban ni ellos mismos. Tal vez es por esto que las doce canciones contenidas en su único álbum, Never Mind the Bollocks (1977, Virgin Records), se han mantenido como la perfecta encarnación del espíritu rebelde e inadaptado del punk, y su portada es venerada como la eterna bandera del movimiento.
El punk inglés se diferenció del estadounidense en varios aspectos: mientras los Ramones ―la banda clave de Nueva York―, cantaban a las drogas, el sexo y la violencia callejera, los ingleses le dieron un giro politizado: no buscaban relatar sus miserables vidas, sino arengar y polemizar. Por otro lado, los mismos Ramones tenían como finalidad principal mostrar que cualquiera podía tocar un instrumento y formar una banda; en contraparte, la formación de los Sex Pistols estuvo muy cuidada en todos sus detalles: los cortes de pelo buscaron ser diferentes a las greñas largas que usaban los rockers; la ropa de la boutique de Malcolm McLaren (manager de la banda) pretendía crear una tendencia de moda, y la contratación del cantante John Lydon se sustentó en su apariencia mugrosa y su trato hostil. Estas diferencias radicaban en ideologías y actitudes, si bien la música era similar: una especie de rock pesado, sencillo y directo, con canciones que apenas pasaban los tres minutos.
Sex Pistols en 1976. De izquierda a derecha: Steve Jones (guitarra), Paul Cook (batería), Johnny 'Rotten' Lydon (voz) y Glen Matlock (bajo).
Ahora habría que contestar: ¿por qué no los quería el gobierno? Imagínese esto: la banda toma el título del himno inglés "God Save the Queen" (Dios salve a la reina), lo hace rimar con "she ain't no human being" (ella no es un ser humano), en un tema estridente que salieron a tocar en un bote llamado justamente “Reina Elizabeth” por el río Thames (que casualmente pasa frente al Palacio de Westminster) el día del jubileo de la reina. Los integrantes de la banda fueron arrestados apenas atracó el bote, pero la canción se convirtió en un éxito. Como el gobierno no quería que esta afrenta se hiciera evidente, se borró el nombre de los Sex Pistols de las listas de popularidad ―una anécdota que, sin duda, califica entre las más interesantes de la historia.
Otras canciones del álbum incluyen términos que se han adherido a la cultura punk como lapas: en la misma "God Save the Queen" podemos escuchar el clásico grito de guerra "No future" (no hay futuro) que junto con la negativa del título "No Feelings" (sin sentimientos) hacen referencia a la desesperanza y el desencanto por el mundo exterior. Por su parte, "Anarchy in the U.K." (anarquía en el Reino Unido) introdujo el concepto de la anarquía, que la mayoría de los punks aún pregona en la actualidad, quizá sin entender muy bien por qué.
De acuerdo, es comprensible que el gobierno los odiara, pero, ¿en serio ni el público los quería? En su gira por los Estados Unidos, la audiencia campesina ―acostumbrada a la música de Eagles y Alabama― simplemente no entendió de qué se trataba el discurso de los ingleses. El clímax de la frustración de la banda quedó inmortalizado cuando Sid Vicious ("bajista" que reemplazó a Glen Matlock) golpeó a un asistente del rodeo con su bajo.
Tras un par de años en la escena, los Pistols tronaron en 1978. A partir de entonces se han reunido de vez en cuando, para alguna gira ocasional o la grabación de algún álbum en vivo; la primera de estas reuniones ocurrió en 1996, cuando Lydon, Jones, Matlock y Cook emprendieron la gira Filthy Lucre (asqueroso lucro), con la respectiva aclaración de Lydon: "aún nos odiamos, pero encontramos una causa común para unirnos: el dinero de la gente". Aunque varios lo criticaron por lo que dijo, ¿no era esa la intención original de Malcolm McLaren?Mucho se ha dicho, se dice, se dirá… y peor aún: las versiones nunca coinciden. Para quienes crean que es exagerado tanto revuelo alrededor de un grupo que sacó un sólo álbum, les recomendamos dos películas de los Sex Pistols realizadas por Julien Temple: The Great Rock and Roll Swindle (1980) y el documental The Filth and the Fury (2000). Como normalmente sucede, la "discografia" postuma de la banda incluye muchos títulos lanzados por disqueras muertas de hambre, pero si adquieren Never Mind the Bollocks, no necesitarán nada más.