Por Jano V
Desde el estreno de la saga de Volver al Futuro en 1985, los espectadores que hemos tenido el gozo de disfrutarla a lo largo de estos años sufrimos al instante del la llamada “Influenza del Condensador de Flujos”. Esta dolencia ilusoria que ha tenido su mayor auge este mismo año cuando el calendario nos situó en la fecha exacta en la que se abría la segunda paradoja del tiempo y con el 30 aniversario de la primera entrega. Pero la resaca provocada por el escenario tan distante al que se nos presentaba en la pantalla nos deja con una sensación de desaliento con respecto del porvenir.
¿Que nos queda por esperar entonces?
¿El humor acido, cercano a los actuales Reality Shows, de The Running Man en el 2017?
¿El multicultural L.A. del 2019 con sus replicantes de corta vida de Blade Runner?
¿A Jaegers haciendo la guerra contra Kaijus por los mares del Pacific Rim en 2025?
¿O la desoladora respuesta natural a la sobrepoblación en el 2027 de Children of Men?
Normalmente la fórmula del sci-fi es presentarnos un futuro exageradamente peor del que vivimos, sentirnos conmovidos y bendecidos por no estar tan mal. No estoy seguro si mi abuelo aguardo al 1984 con un terror Orwelliano en la mirada o si nuestros padres aun tienen pesadillas de que el destino los alcance en 2022, o esperaban tan emocionados un apocalíptico New York del cual escapar en 1997, como lo están ahora con esta fiebre. Lo cierto es que mi padre me llamo el miércoles recordándome que me ponga mi chamarra auto-dry por si llueve, ya que la seducción de Volver al Futuro es algo sin precedentes. Nos pintaba un futuro cercano y amigable, donde la tecnología potencializaba las cosas comunes y las hacia mas apacibles. Aunque nuestro mundo tomo otro rumbo dejando de lado la fantasía de Zemekis y Gale por el pragmatismo de Jobs y Gates.
Sin embargo, las crudas condiciones de hoy nos confrontan con la utopía que nos vendió el cine, por el precio de entrada con palomitas y refresco, y nos enfrenta con un contexto distinto; VIVIMOS EN LA DISTOPIA. Es por eso que el desamparo nos obliga a reflexionar que ni siquiera la magia de la ficción nos salva de nuestro propio futuro. O como dice el Doc. Brown: “hagamos uno mejor”.
https://www.youtube.com/watch?v=XQvMhJbVbtc