Memoria y resistencia a 20 años de Acteal

Texto por Bosque David Iglesias Guzmán  

Diciembre 1997, Chiapas, el rincón que se había vuelto noticia en todo el mundo tres años atrás, a raíz de la irrupción en la consciencia colectiva de los rostros ocultos de la dignidad insurrecta, aportaba una nueva cuota de sangre, de dolor, de muerte a la trágica vorágine de la guerra de exterminio contra los pueblos originarios emprendida desde hacía más de 500 años por la avaricia, el sinsentido, el capital.

Acteal, municipio de Chenalhó. No importaron las continuas advertencias de observadores de derechos humanos y de la diócesis de San Cristobal de las Casas acerca del incremento en la violencia en contra de comunidades Tzotziles que no se sometían a la estrategia de contrainsurgencia y guerra de baja intensidad contra todo lo que oliera a autonomía, a zapatismo, a rebeldía. Las autoridades civiles y militares fueron indiferentes a la destrucción de cafetales, a la quema de hogares. Las autoridades civiles  y militares fueron indiferentes también a las más de seis horas de balacera, de carnicería que culminaron con la vida  de 45 integrantes de la sociedad civil “las abejas”. Una matanza de niñas y niños, mujeres y hombres que oraban por la paz en una ermita. Una matanza qué nos recordaba que el mal no conoce de límites. Una matanza que deja una herida abierta que punza más fuerte cada que el calendario marca 22 de diciembre.

Diciembre de 2017, México lleva más de diez años sumido en una guerra que no se nombra, pero que se padece día a día. Una guerra que no se nombra, pero que ya es normalizada en el marco legal, una guerra que no se nombra pero en la que la democracia ya perdió y entregó poderes extraordinarios y sin supervisión a las fuerzas armadas.

Y a 20 años de la masacre de Acteal, cientos de indígenas desplazados en el municipio de Chenalhó, sí, en ese mismo, sobreviven en vilo, ante la inclemencia del invierno y de la intemperie……y están en esa situación de crisis humanitaria, porque las autoridades civiles y militares siguen siendo indiferentes, y no solo eso, siguen apostando a la estrategia de siembra de enconos, y de conflictividad como manera de contener los justos reclamos de quienes permanecen en el abandono.   

Y a 20 años de la masacre de Acteal, la violencia paramilitar, militar, criminal, sigue azotando a las  comunidades olvidadas por el Estado, por la transición, por el acceso a derechos, las comunidades olvidadas en Chiapas, en Oaxaca, en Guerrero, en toda la geografía nacional. A 20 años de Acteal, podemos agregar a nuestro calendario y atlas de la ignominia otras fechas como el 26 de septiembre, y lugares como Tlatlaya, Tanhuato, Allende, San Fernando, Iguala…

¿Qué ha pasado en México después de los 12 años de “alternancia” y la vuelta al mismo partido del régimen anterior? ¿Hacia dónde se ha movido este país? Hoy día, más de una decena de los perpetradores de la masacre de Acteal han sido excarcelados, pues el debido proceso no fue respetado durante su enjuiciamiento. Hoy día, la idea de justicia en México sigue empañada por los pactos de impunidad, porque el poder sirve únicamente a sus dueños, y desprecia y desecha a las y los desposeídos. Hoy día, en la piel de México se siguen abriendo heridas nuevas, sin aprender de las anteriores, sin buscar maneras de sanar.

…y aún así, a 20 años de Acteal, las víctimas de los distintos terrores que sacuden a este país por todos sus rincones, siguen emergiendo más allá de la sangre, de las fosas, del dolor. Así como las abejas de Acteal llevan 20 años caminando para que el recuerdo de sus caídos rebrote en vida, dignidad, justicia, paz y memoria; las organizaciones de familiares de personas desaparecidas, los colectivos de víctimas de la guerra y la violencia, mantienen el paso en este camino, en esta peregrinación hacia otro México, hacia el futuro posible de la paz justa y digna.