Por: Pedro Madrigal, Francisco Hernandez (@pakosomx) y Edgar Martínez (@Ausserkraft)
La noche del pasado sábado 28 de mayo, el Teatro Metropolitán fue el punto de reunión para los publivoros seres que en conjunto forman una tribu. Se reencontraron en torno a un gran par de pantallas para degustar un banquete de 400 anuncios. Una antisolemne ceremonia de 6 horas en la que al amparo de la oscuridad su resistencia fue puesta a prueba en el juego de la seducción publicitaria.
El publívoro es un ser nocturno y de hábitos extraños. Sus referentes culturales son variados (en algunos casos, exóticos). De alguna manera, la sobreexposición a la televisión ha perturbado su juicio. El ansia con que devora imágenes y sonidos es perturbadora. En la peor pesadilla de Giovanni Sartori –autor del Homo Videns, la sociedad teledirigida- sería el equivalente a un zombi que intentará devorar sus sesos.
La edición 20 de Publivoros en México nos transportó por las campañas más ambiciosas y creativas del mundo. Mensajes de corte Social (¡En Perú hay más de 10 millones de personas sin agua potable corriente!), hasta las campañas emparentadas con Star Wars, para darle promoción global a los vehículos Volkswagen, el señor cara de papa y los accesorios Adidas.
El publívoro sabe que la publicidad tiene como fin último posicionar la marca de un producto o servicio en la mente de potenciales consumidores, su mente incluida. Por otro lado, reconoce y valora la creatividad en los anuncios comerciales. Su gusto por lo extraño, lo impactante, lo ilógico y lo conmovedor lo impulsa a ser expuesto un bombardeo de discursos persuasivos, a riesgo de perder su dinero.
En medio de la noche, seres amorfos que evocan a algunos de los personajes iconos de la publicidad se hicieron presentes, otros tanto quizás fuera de contexto formaron parte de este ritual con dinámicas, y algunos premios para los asistentes.
Los Publivoros cumplen treinta años de vida, veinte de los cuales se ha establecido en México. Esta colección “del medio es el mensaje”, sobrevive como un patronato que se financia con espectáculos anuales en muchos países del mundo. Proyecciones similares a la que vivimos la noche del sábado.
Algo claro nos deja el medio/mensaje: la publicidad no es el reflejo de nuestra realidad, no el momento actual por el que atraviesa, es una aspiración de mundo ideal, de estado deseado en la persona que recibe la información.
Hoy sabemos que en Nigeria, la mayoría de las chicas usan papel higiénico en vez de toallas sanitarias, convirtiendo a éstas en una aspiración. Realidades diversas que nos parecen extrañas. Así fue la noche de los Publivoros.