El FICM llega a su mayoría de edad
A 18 años de su primera edición en los inicios del siglo que corre el Festival de Cine de Morelia se ha consolidado como uno de los eventos fílmicos más importantes del continente. Mucho ha llovido y tronado desde que las jornadas de cortometraje que organizaban Daniela Michel y Enrique Ortega en Cineteca Nacional allá por 1994 dieran origen a este encuentro que terminaría por mudarse a la capital Michoacana para convertirse en el festival que hoy se inaugura con la versión restaurada de Amores perros.
Justo esa proyección, la que celebra los veinte años del estreno de la ópera prima de Alejandro González Iñárritu con una versión restaurada en 4K sirve como pretexto para hacer un breve recorrido sobre lo que ha sucedido en el panorama cinematográfico nacional en las últimas dos décadas y entender el papel de festivales como Morelia en ese contexto.
Cuando en el año 2000 se presentaba en Cannes Amores perros México recién empezaba una lenta reconstrucción de una industria de producción de películas que tuvo su mejor momento hacia finales de los años cincuenta y que había tocado fondo en 1997. Un trabajo de muchos años en el que tendrían que ver una nueva generación de cineastas talentosos, la implementación de una serie de políticas públicas de apoyo al cine (los extintos fondos FOPROCINE y FIDECINE recientemente desaparecidos), el desarrollo de la educación formal cinematográfica con escuelas como el CUEC (hoy ENAC), el CCC, la Ibero, la UDG y muchas más, un creciente y fortalecido negocio de la exhibición y, por supuesto, el nacimiento de una serie de festivales como Morelia que se convertirían en un espacio indispensable para mostrar, discutir, impulsar y celebrar ese nuevo cine.
Con una vocación inicial de promoción del cortometraje, inspirada en las ya mencionadas jornadas de la Cineteca, Morelia mutó en estos 18 años para convertirse en un festival que también premia lo mejor de la ficción y el documental en formatos de largometraje y en una cita ineludible en la segunda mitad del año del calendario de eventos culturales del país.
Que se inaugure hoy, contra viento y marea, en un formato híbrido y en medio de los tiempos complejos que vivimos con Amores perros no es una casualidad. La relación de complicidad y apoyo mutuo del evento con los llamados “tres amigos” -González Iñárritu, Cuarón y Del Toro lo han inaugurado en múltiples ocasiones con sus películas, dictado conferencias y asistido habitualmente- es de todos conocida y, sin lugar a dudas, una historia de éxito que ha marcado y podría ayudar a entender tanto la consolidación de Morelia como de sus brillantes carreras.
En medio del complejo escenario que vive el cine nacional vale la pena mirarnos en el espejo del trabajo serio del Festival de cine de Morelia y su relación con la carrera de muchas y muchos cineastas nacionales y extranjeros. Hacerlo ayudará para entender que en esa sociedad y trabajo en equipo de una comunidad están el éxito de una historia rica y la posibilidad un futuro. De dar continuidad a el valioso acervo que ha construido ese extraño fenómeno llamado “cine mexicano” que se ha levantado de sus cenizas durante las últimas dos décadas y se resiste a perder territorios que consideraba conquistados y desaparecer.
Felicidades al FICM por sus primeros 18 años. Buen festival a todos.