Por Araceli Téllez Trejo
Una historia que va de sorpresa en sorpresa, con una naturalidad que consigue que el lector sienta que es parte del texto y no sólo unos ojos ajenos. Cheryl es una mujer de más de cuarenta años, con una rutina establecida que la acompaña en su soledad. Una mujer con fantasías, como la de haber “perdido” un bebé que tuvo cuando era niña, al cual no ha dejado de buscar en los rostros de otros que se le cruzan en el camino.
Su vida se transforma cuando Clee, la hija de sus jefes, alguien más joven y con una manera radicalmente opuesta de vivir, llega a su departamento; la protagonista verá cómo su hogar cambia poco a poco, así como su relación con la nueva inquilina.
Una novela donde la indiferencia, el egoísmo, la violencia, el amor y la solidaridad se encuentran y transitan por la vida de estas dos mujeres, con un sentido del humor a veces negro y otras sarcástico, que crea de igual manera situaciones absurdas, y otras de un realismo crudo.
En esta obra, las historias son lo que está a la vista, pero también lo que Cheryl se cuenta a sí misma, como cualquier persona que imagina un escenario distinto al que le tocó vivir. Cada personaje está envuelto en la sorpresa de lo que no conocemos, y que la escritora nos irá contando poco a poco.
El primer hombre malo es el reflejo de una sociedad que camina cada vez más en soledad, si bien con una dosis de esperanza en el amor incondicional y la posibilidad de encontrarse, al menos, con un sueño de la infancia.
La autora, Miranda July, es una artista en múltiples disciplinas: hace cine y actúa, realiza performances, y expone su obra en museos como el Guggenheim o el Museo de Arte Moderno de Nueva York... además de escribir. Ésta es su primera novela.
El primer hombre malo
Miranda July