Cult Records: menú de tres tiempos
El pasado jueves tuvimos una cena digna de reyes en el Pabellón Cuervo con tres grandes: The Voidz, Rey Pila y Promiseland. Tres bandas que pertenecen a Cult Records, el sello discográfico de Julian Casablancas, quien además hizo acto de presencia y dejó claro que –hablando de reyes– todo lo que toca, se convierte en oro.
Para el primer tiempo, desde Australia, Promiseland hizo que muchos cuestionaran su sanidad mental y dejaran de lado todas las preocupaciones del día para entrar a un sueño lúcido acompañado de una mezcla de punk y electrónica.
Hasta ese momento pocos en el público estaban seguros de lo que venía. Y como cuando en tu restaurante favorito se llevan tu plato antes de terminarlo, Promiseland se despidió y llegó el segundo tiempo con Rey Pila en el escenario.
El synth-pop y las guitarras melódicas elevaron las emociones al máximo, tanto para los asistentes como para Diego Solórzano, vocalista de la banda, quien durante la tocada bajó del escenario más de una vez para interactuar más de cerca con sus seguidores y cantar al unísono un par de temas. Y así, al ritmo de “Surveillance Camera”, los chilangos dieron cátedra y demostraron una vez más porqué son un ícono de la escena nacional e internacional.
A pesar de que muchos se encontraban satisfechos hasta este punto, se hizo presente el postre con la llegada de The Voidz y Julian Casablancas, quien lucía una playera de carreras y la ya característica gafa oscura para dar, de la mano de The Voidz, un espectáculo como pocos.
De un momento a otro pasamos del postre a una extraña mezcla que podría interpretarse como un “no sé qué es, pero sírvame más”. No era pop, tampoco indie, ni electrónica. Tampoco era The Strokes; era algo que solo podía llevarse a cabo por Jeramy Gritter, el auto-proclamado “trailer park hero”, Amir Yaghmai, Alex Carapetis mejor conocido como Young Pirate, Jeff Kite en los teclados y finalmente, Jake Jake Berkovici en el bajo.
Después de casi dos horas de música, esta gran cena había llegado a su fin. El rostro de los asistentes era de júbilo y éxtasis. Y así, como en todo buen lugar, siempre quedarán las ganas de repetir y regresar.