Texto de Lucero Santiago, Editora general y fundadora de K-magazine.
Seúl ya no se encuentra en el país asiático. Ahora vive en México. Sus sabores, colores, su cultura y su gente han traspasado las barreras ubicándose en la Ciudad de México. Ha nacido una “pequeña” Corea: diminuta, escondida, alejada y chilanga.
El barrio coreano, no es como el barrio chino, no tiene un área definida, las tiendas son pequeñas y se encuentran escondidas entre calles, los letreros apenas si se dejan ver; los restaurantes son como departamentos, nada parecido a los bufetes comunes. Las estéticas, los karaokes, las tiendas de maquillaje y panaderías solo pueden apreciarse si se tiene un buen ojo, pasan desapercibidas por las calles que conforman parte de la colonia Juárez, ocultas, diminutas y reservadas, así es la Seúl que vive en México.
Entre Hamburgo, Londres, Varsovia, Tokio y Génova, se encuentra el barrio coreano. En las tiendas y restaurantes hay posters del ahora aclamado “Rey del pop” asiático, Psy, promocionando una de las bebidas tradicionales de Seúl, el Soju; las pantallas de televisión anuncian comerciales de famosas marcas con los stars orientales; Cass beer o en su caso la emisión del último capítulo de un drama (telenovela made in Korea) o los famosos programas de música como Inkigayo.
Fuera de los establecimientos se distinguen letras desconocidas: 송림 (sorim), 비원 (biuon), 쇼핑 (super), es el nombre de los establecimientos escritos en “hangul”, el idioma de estos residentes de la tierra de la calma matutina.
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*Poster autografiado de Kyu Jong integrante de la boyband SS501 durante su visita a México en un restaurante coreano.
En las tiendas las mujeres, de estatura media, tez blanca, cabello lacio o rizado, ojos distintivamente asiáticos: pequeños y rasgados, recibe a los clientes con un ligero inclinamiento de cabeza, se saludan y se hablan unos a otros, evocando sonidos desconocidos para la mayoría de los mexicanos.
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Hace algunos años se empleaba el método “si no eres asiático no entras” pero hoy la situación ha cambiado gracias al gran auge del K-pop en la ciudad y al consumo de sus series por los mexicanos, se calcula que existen más de 120 mil fans según datos de la Embajada de Corea en México.
Boom coreano
Años atrás hablar de coreanos todavía era un mito, los chilangos solo conocían chinos, lo fuesen o no, para ellos todos eran iguales. El boom no llegó con el aclamado “paso del caballo” en 2012, pues la cultura asiática en nuestro país tiene presencia desde el año 2002, cuando se transmitió la primera serie surcoreana Todo sobre Eva, por el Canal 34 TV Mexiquense. Y desde aquella fecha, según datos de Viki, plataforma streaming que emite series asiáticas, México se ha convertido el segundo consumidor más importante después de Estados Unidos.
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Las estadísticas aseguran que hay más de siete millones de coreanos viviendo fuera de su país, de acuerdo al último Censo de Corea en el 2010. Entre ellos, 107 mil han migrado a Latinoamérica, de los cuales 12 mil están dispersos por México, que es el tercer país en tener más surcoreanos después de Brasil y Argentina. ¿Cómo fue que llegaron?
La tierra prometida
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Hae Jung Choi, es profesora del Centro Cultural Coreano en México, llegó a la ciudad con el propósito de estudiar español, y desde entonces vive en el DF. “Decidí quedarme en este país, me gustó desde el momento que lo pise, el ambiente de la sociedad, las personas y sobre todo las oportunidades para estudiar y trabajar”.
Los primero coreanos que pisaron tierras mexicanas, no lo hicieron por gusto, cómo es el caso de la profesora. En 1905 aproximadamente mil 33 migrantes abordaron el barco del pueblo de Incheon que los traería a Yucatán como esclavos para trabajar en la producción del henequén. Alfredo Romero Castilla, Investigador en Estudios Asiáticos de la UNAM menciona: “ésta industria estaba en auge, y por ende necesitaban mano de obra. El pueblo maya ya no quería seguir trabajando, así que por medio de engaños trajeron al pueblo coreano al país”.
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Después de esta migración, no se supo nada más hasta años después, cuando ambos países establecieron relaciones diplomáticas en 1962. De acuerdo con el trabajo realizado por Hyong-ju Kim, investigador del Colegio de México, solo tres personas coreanas llegaron al país en los años 60: un ingeniero, Dong-soo Suh; un maestro de Taekwondo, Dae-won Moon; y un estudiante Ki-chul Jang. Desde entonces solo emigraron unas 64 familias coreanas al país, la mayoría se convirtieron en estudiantes de la UNAM y la Universidad Iberoamericana.
En la actualidad, se habla de una tercera migración que se dio entre los ochenta y noventa Alfredo Romero, especialista en el tema afirma que esto se debe a que las grandes empresas como LG, Samsung, Hyundai comenzaron a traer personas para laborar en estas compañías. Además, la crisis económica que afectó a Corea en los años setenta provocó que sus ciudadanos buscarán mejor calidad de vida en países de Latinoamérica.
Dos pantallas de televisión, K-pop (música coreana), coreografías llamativas, escenarios acompañados de tres a trece artistas bailando coordinadamente: gritan, cantan, repiten y vuelven a gritar “Oppa Saranghe (te quiero)” piden un nuevo video acompañadas de productos Made in Korean: dosirak, Jjajangmyeon y la especialidad de la casa, mandu, pan al vapor. No están en un concierto, los amantes de la “Ola coreana” o el Hallyu se encuentran en una cafetería, O’mandu, que muy al estilo coreano fundó Jeong Hun O, dueño de la panadería más visitada del barrio que la distingue sus panes decorativos y animados al estilo Hello Kitty, osos como Rilakkuma o pandas.
El señor Jeong Hum llegó a México hace más de 14 años incitado por la aventura de viajar y salir de su ciudad natal, cuenta que imaginaba a los mexicanos con “bigote y sombrero” muy al estilo de las películas rancheras. Su visión cambió cuando vio lo similares que son ambos países, “eran muy parecidos, como una pequeña Seúl, es como estar en Corea con edificios menos elevados”, narra.
Un futuro atinado
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Los coreanos que viven en México son parte de una clase media que llegó con la idea de tener una mejor calidad de vida. Al ser países distintos, el ritmo de vida en el Distrito Federal es más cómodo y agradable para algunos.
Yang Tae Kim, es profesor de artes marciales de la Asociación Mexicana de Haidong Gumdo, llegó al país en a principios del 2000 para difundir una nueva disciplina, el Haidong Gumdo (manejo de espada). Él asegura que México lo recibió con las manos abiertas, “la vida es más tranquila pues en Corea la vida es “pali, pali (rápida)” y estresante. A mí me gustaría seguir viviendo en México porque tengo un futuro, en Corea no”, señaló.
“...la vida es más tranquila (refiriéndose a México) pues en Corea la vida es “pali, pali” (rápida) y estresante. A mí me gustaría seguir viviendo en México porque tengo un futuro, en Corea no”
Yang Tae Kim, profesor de artes marciales.
Ser extranjero no fue tan sencillo ya que las barreras culturales son un reto que siempre es necesario superar. Enfrentarse a un nuevo idioma, gente y comida es adaptarse a una nueva cultura. Ese fue el caso de Gabriel Park, “cuando llegué a aquí lo más difícil fue acostumbrarme a la comida, es picosa y no podía digerirla. Durante un mes sobreviví alimentándome de hamburguesas de McDonald’s”. Para Gabriel, adaptarse a los olores, sabores y colores de México fue complicado, la comida era la única línea que lo separaba de este país, porque la gente, sus amigos, en su mayoría mexicanos, y el ambiente es algo que agradece.
Los integrantes de la comunidad coreana no son hombres o mujeres exitosos ni dueños de grandes consorcios, pero sí han encontrado una mejor forma de vivir a través del comercio. Cuando uno camina por el barrio coreano podrá descubrir cafeterías, escuelas, clínicas, estéticas, karaokes y panaderías como O’mandu, el dueño Jeong Hun O menciona que le gustaría seguir creciendo y tener una cadena de restaurantes.
Sin embargo, la perspectiva que se tiene sobre los coreanos no siempre es positiva, a pesar de que la comunidad coreana radica en Zona Rosa, hay otra parte que se encuentra en las calles de Tepito, quienes de acuerdo a un estudio realizado por la UNAM en el 2011 hay más de dos mil trabajadores que se dedican al ambulantaje, vendedores de videocaseteras, estéreos, televisores y todo tipo de fayuca. También se habla de una Mafia coreana que por el año 2003 dio mucho de qué hablar. En la actualidad cuando alguien habla de coreanos lo primero que le viene a la mente es el “Gangnam style” y el pop coreano que poco a poco ha penetrado en la Ciudad.
“A México le debo mucho: aquí conocí a mi esposa Enrica, viví un año soltero y me casé. Es mi primer país, Corea es el segundo” dice Yang Tae Kim.
Seúl ya no se encuentra en el país asiático. Ahora vive en México. Sus calles, sus aromas, sus bebidas, su comida, su vestimenta, su cultura y su gente han traspasado las barreras ubicándose en la Ciudad de México.
Ha nacido una “pequeña” Corea, hermética para los desconocidos y abierta para sus compatriotas.