Por Lorie Fernández (@sommerprossig)
Era una tarde fresca de invierno, el viento rozaba tranquila y delicadamente. A excepción de la muerte del cantante, escritor, abogado y activista Paul Robeson, todo parecía ser un día como cualquier otro. Empero, aquel 23 de enero de 1976, después de haber bebido un poco de leche e ingerir algunos pimientos rojos, David Bowie habría dado inicio a un fenómeno musical: la publicación de su nuevo álbum Station to Station.
En la década de los setenta las grandes guerras se habían acabado, pero el crecimiento de la población había desbocado; la crisis económica, los necesarios cambios en las estructuras de producción y el enfrentamiento de los bloques políticos crearon una frustración exacerbada. Los jóvenes de los sesenta habían crecido sintiéndose engañados, y la música se convirtió en un vehículo de expresión y protesta. El idealismo y la utopía se desvanecieron y en el rock comenzó a apostar por los solos de batería, por los discos conceptuales y, lamentablemente, por el colapso debido a sobredosis. La drogas que representaron a la década fueron la heroína y la cocaína, generando efectos devastadores en la juventud, especialmente en el mundo musical, donde los artistas de la época, como The Rolling Stones en su álbum Sticky Fingers, dibujaron a través de sus composiciones su adicción a esas sustancias. En ese contexto, David Bowie no sería la excepción.
Entre 1972 y 1974, David Bowie logró una basta popularidad con los discos The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (RCA, 1972), Aladdin Sane (RCA, 1973) y Diamond Dogs (RCA, 1974). El músico inglés pasaba una etapa muy inserta en la cual se encarnó en un su propio personaje y en sus propios excesos. Fue en este mismo periodo de su vida cuando su dieta se basaría, únicamente, en cocaína, leche y, de vez en cuando, pimientos rojos.
Un año después, cuando Bowie terminó la gira de Young Americans, su obsesión por la numerología y por la simbología a base velas, lo que describía como señal de enamoramiento, fue un ritual de iniciación para su nueva metamorfosis: una etapa oscura y romántica donde comenzaría la producción de su décimo disco Station to Station.
Fue en este álbum cuando una notable transformación de la personalidad de David Bowie, se vio reflejada en su doble personalidad, o su álter ego, mediante “el Delgado Duque Blanco”. Éste al ser uno de los íconos que más caracterizan la transisción de la carrera de Bowie, también se presenta como una pieza oscurantista con distintas simbologías.
"Station to Station" cuya canción nombra al disco, muestra elementos con significados místicos y religiosos, como son algunos símbolos de divinidad, el sistema de insignias judías medievales y, posiblemente al Canon Bíblico.
“Lost in my circle”
“Here are we, one magical movement from Kether to Malkuth”
“The European cannon is here”
David Bowie hizo alusión a la cultura medieval cristiana —refiriéndose a la Santa Trinidad, a la perfección y el equilibrio— a través de las tres canciones principales del disco: ‘Station to Station’, ‘Golden Years’ y ‘Word on a Wing’, en donde el artista relata una historia de salvación. Las piezas musicales del álbum son aplicadas consistentemente sobre un área grande e incluye pasajes instrumentales. La primera melodía alude a una presentación de las estaciones del Via Crucis, posiblemente refiriéndose al infierno. En ‘Golden Years’ se muestra la segunda estación, el purgatorio, en donde se presenta una serie de consejos para abandonar la desgracia. Eventualmente, la tercera y última parada sería el cielo, reflejada mediante a la pieza ‘Word on a Wing’, con la cual Bowie hizo oficial su conversión al cristianismo.
https://www.youtube.com/watch?v=fDXBeu3198c
"Stay" es la pieza con la que Carlos Alomar y Earl Slick, guitarristas del álbum, generan un juego interminable de ritmos funk con una leve distorsión al compás de un bajo slap, donde David Bowie relata la vida de su propia álter ego.
https://www.youtube.com/watch?v=oOhjZJyNOx4
La obra musical concluye con una balada que redimió a David Bowie como una especie de crooner en el rock, al interpretar una canción original de la época de Johnny Mathis o Tonny Bennet: "Wild Is the Wind"
Todo el álbum tiene una característica principal de la música afroamericana: que toma mucho tiempo y produce vibraciones a través de la repetición. Al emplear una mezcla de ritmos americanos y armonías occidentales, el álter ego de Bowie se representa como una figura oscura que vuelve de América a Europa, para explorar así sus raíces. A lo largo de cada canción de este álbum se presenta, una oscura búsqueda del amor y la paz interna. El efecto resultante: Station to Station como una dósis de alma de Bowie, no sólo a los oídos sino también a todo el cuerpo de los oyentes.
https://www.youtube.com/watch?v=VbpMpRq6DV4