Ven a mi casa a escuchar X 100PRE esta Navidad
De acuerdo a un reportaje hecho por The FADER en julio, durante un breve descanso, Benito Antonio Martínez Ocasio se encerró en un casona de Puerto Rico, una de esas mansiones estilo AcaShore que sirven para dar fiestas monumentales, con el fin de cumplir algunos de sus sueños. El primero de ellos fue rentar esa casa que siempre veía tan lejana hace algunos años. El segundo, terminar de una vez por todas el disco La Nueva Religión, su primer trabajo de largo aliento que llega un par de años después de su inclusión en la industria musical. De forma repentina, como un milagro de Navidad, Bad Bunny anunció en sus redes sociales la salida triunfal de su álbum debut. Con un título nuevo, X 100PRE, el Conejo Malo irrumpió en el mundo del streaming a las cero horas de este 24 de diciembre.
Como era de esperarse, las redes sociales se volvieron locas y al paso de unos minutos, Bad Bunny era número tres en tendencias mundiales y cuatro a nivel México. Y es que para entender el fenómeno de este rapero boricua debemos situarnos en el mismo contexto: la era digital, la de los likes, los trending topics y los streamings. Es verdad, todo esto no garantiza calidad, pero sí nos da un panorama sobre la época en la que vivimos. Para fácil, como bien mencionó Alemán en el himno de la HomeGrown, “HomeGrizzy Boyz”, “Hip hop head no vas a comprender / no eres de mi generación, internet” así que no se desgarren las vestiduras. Desde el título, el álbum debut de Bad Bunny se convierte en una especie de manifiesto millennial.
Antes de sacar los peregrinos y pedir posada, el rapero puertorriqueño sorprendió al mundo con “Sólo de Mí”, un tema cuyo video muestra la cruda realidad de la violencia que viven millones de mujeres alrededor del mundo. Esto sólo fue la punta del iceberg de un proyecto que ya tenía algunas pinceladas, pero que no fueron parte de la obra final. En la producción, como es constante, su fiel amigo DJ Luian y La Paciencia, Tainy como productor ejecutivo y en la consola Josh Gudwin, el Rey Midas que durante los últimos años ha sido parte del éxito de artistas que van desde Dua Lipa hasta Justin Bieber, pasando por Post Malone.
Todo el peso de esta pulida producción se siente desde los primeros acordes de un ukulele que abre el primer disco del Conejo Malo. A partir de “NI BIEN NI MAL”, Bad Bunny y su séquito de productores hacen un exploración sonora y lírica de la música latina contemporánea. Para ser exacto de los últimos veinte años. X 100PRE es un compilado de sonidos y emociones de un artista al que sólo le bastaron un par de años para llegar a los cuernos de la luna, que sabía que mucha de su música sería efervescente, pero que le llegó el momento de demostrar que puede hacer música para volverse inmortal.
Luego de subirse a un auto veloz manejado por Diplo en “200 MPH”, Bad Bunny da su primer zarpazo. A simple vista, “Caro” es una canción más de trap, de esas superficiales donde el rapero habla de cuánto dinero gasta en vestirse. Y sí, en efecto es así, pero si analizamos el contexto del Conejo podemos hallar un par de puntos dignos de mencionar. El primero es el “cameo” musical de Ricky Martin, quien de cierto modo fue punta de lanza para el pop latino, y participa en un track que sirve para pasar la estafeta entre dos generaciones de artistas. El otro eslabón en la cadena es la pasión que tiene el trapero boricua por la moda y su valemadrismo ante los estándares establecidos. Porque, me parece importante mencionar, hace algunos meses leí en Twitter que “Bad Buny y Maluma usan ropa de mujer porque quieren demostrar su estatus económico, no porque quieran romper un molde masculino a la hora de vestir”. Y puede que tenga razón. Y no está mal.
El siguiente madrazo musical llega de inmediato. Si “Caro” fue un golpe certero, “Tenemos Que Hablar” es ese gancho que te manda a la lona y te deja desorientado. Ya mucho se habló de ello en Twitter: Bad Bunny rapeó (¿cantó?) sobre un beat que suena a canción de Blink-182. Es como cuando escuchaste por primera vez “No te contaron mal” (porque la escucharon, ¿verdad?) de Christian Nodal, que decías: “órale, que chido una canción de mariachi que suena a reggaetón”. Bad Bunny tiene un espíritu punk adolescente que se ve reflejado en gran parte de sus letras.
Ese es otro de los encantos de Bad Bunny: es un joven que canta para los jóvenes. Con el paso del tiempo, el reggaeton y trap latino se han ido “blanqueando” para complacer a un público global que desea perrear sin sentir culpa por los sonidos candentes y las letras explícitas. Y aún así creo fervientemente que si me pidieran definir el nuevo milenio con un sonido sería con el dembow y los beats efervescentes que salen de una Roland T808. Eso es algo que tiene muy claro Bad Bunny, vivimos en el 2018 y sus seguidores en su mayoría son jóvenes que ni siquiera rebasan los 25 años.
“Creo fervientemente que si me pidieran definir el nuevo milenio con un sonido sería con el dembow y los beats efervescentes que salen de una Roland T808”
Cuando Bad Bunny le mostró a The FADER las maquetas de su disco debut, agregó:
“Las pistas de referencia son bien prematuras, pero lo que quiero para este disco -los sonidos, la vibra, el ambiente- son más de las cosas que me gustan, más de mí, más de lo que soy, y más de lo que creo que es mi generación, los nacidos en los años 90 y los años 2000. Cuando se trata de eso, cuando hablo de mí, no estoy hablando de una gran diferencia [entre él y el público general], porque sé lo que es ser un chamaquito normal, sé lo que es la vida de los jóvenes”, puntualizó el rapero boricua.
Pero a pesar de ser un punk digital que se rige por likes y views, Bad Bunny no olvida sus raíces. Hace pocos días, el boricua generó polémica en Instagram por subir una foto en la que se aprecian sus tenis muy desgastados. Siendo un artista que cobra regalías de videos con millones de vistas en YouTube, que se jacta de ser un fashionista, ¿por qué usaría unos Reebok Club C viejos? La respuesta la dieron sus propios fans: para no olvidar donde caminó ahora que está en la cima, y así fue como lo dejó claro cuando fue protagonista del Sneaker Shopping de Complex al lado de Joe LaPuma.
La humildad que Bad Bunny luce en sus Reebok viejitos también se aprecia en sus letras. Desde el “Yo no soy Don Omar, pero soy bandolero” en “Chambea” hasta el “Yo soy tu Romeo pero no Santo” en “MIA”, el boricua lleva tatuados a cada uno de los personajes que dieron vida a la música pop latina. Si el coqueteo con Blink-182 no fue suficiente, en “Otra Noche en Miami” Tainy y La Paciencia crearon una atmósfera que en el Booty Hoo bautizamos como “música para el cruisin metropolitano”. Sintetizadores estilo new wave, con muchos tintes neón, son los que dan vida a esta vaporosa experimentación del trapero boricua que vive encantado con la estética vintage de Miami Vice.
La canción más perreable de X 100PRE es, sin duda, “La Romana” al lado de El Alfa. Este artista representa de forma fiel el sonido de la música urbana dominicana: un dembow bien tosco, del estilo del Happy Colors, pero con el sabor reggaetonero de la Isla del Encanto. De acuerdo con la cuenta de Instagram del rapero dominicano, hace una semana Benito le pidió a que tomará un vuelo a Los Ángeles para ser parte de su disco debut. Los últimos trazos de X 100PRE.
Al lado de El Alfa, este par de tigres latinos revientan las bocinas en una de las mejores canciones de reggaeton que salieron en el 2018. “La Romana” tiene un sampleo de requinto estilo bachatero que al escucharlo es imposible no pensar en rolas clásicas como “Dile” de Don Omar. Para la mitad de la canción, el beat trepa el pitch para darle paso a un dembow dominicano duro, de ese que hace que los bootys reboten en la discoteca. Dos estilos de música urbana oriunda del Caribe que se fusionan para crear una canción con sabor a reggaetón del viejito.
Conforme agoniza el disco, que a pesar de durar unos 56 minutos no se siente pesado, Bad Bunny saca su lado humano en un par de canciones que hacen referencia la vida cotidiana en Puerto Rico. La primera de ellas es "RLNDT", una canción que rinde una especie de homenaje a Rolando Salas Jusino, un niño que desapareció en tierras boricuas en el ya lejano 7 de julio de 1999 y que marcó a la comunidad de aquel país. Así como “Rolandito”, Bad Bunny también se siente perdido entre tantos reflectores que lo “lamparearon” y alejaron del camino.
La otra es ya conocida por todos, “Estamos Bien”. No hay mucho que agregar a una canción que se convirtió en un himno para una generación que ha sido marcada por la depresión, la tristeza y la frustración. Porque como dijo alguna vez mi compita Cloob Solo, “los millennials, más que múltiples oportunidades de desarrollarse y emprender, tenemos más oportunidades de estar decepcionados”. Ahora imaginen una comunidad del Caribe que depende en todo sentido de EE. UU y que fue azotado por un terrible huracán que destruyó gran parte de la Isla. “La alegría como un acto de resistencia”, como dice el título de la banda de punk inglés Idles. A pesar de todo, a pesar de todos, “Estamos bien”.
El disco cierra con un gancho al hígado que derriba por completo a sus oponentes. Cuando tienes a la máxima estrella del pop mundial (sí, Drake es el más grande) cantando en español no tienes competencia. “Mía” es una canción que termina por posicionar al pop latino como el que marca la pauta en la industria músical y se convirtió en esa brisa de verano que se extendió hasta el otoño para beneplácito de propios y extraños.
“Va más allá de un ritmo pegajoso, es el sonido de una generación que, por primera vez en la historia probablemente, canta en un mismo idioma, canta en español”
A primera vista, Bad Bunny puede parecer un artista más de los que hacen trap latino y reggaetón. Pero cuando analizas todas las aristas que rodean la fama del boricua te das cuenta que va más allá de un ritmo pegajoso, es el sonido de una generación que, por primera vez en la historia probablemente, canta en un mismo idioma, canta en español. El Conejo Malo no va a venir a descolonizar nuestro pensamiento, porque no es su obligación, pero al menos vino a agitar la cuna de todos aquellos que estuvieron en un letargo que se prolongó por años y años. El 2018 trajó Vibras de J Balvin, también El Mal Querer de Rosalía y ahora se completa la santa trinidad de los discos del ahora llamado género urbano con X 100PRE de Bad Bunny. No me queda más que decir, de nueva cuenta, “Qué gran época para estar vivos. Bienvenidos al futuro”.