Una Latinoamérica marginal y soberana en la exposición “Memorias del subdesarrollo”
Memorias del subdesarrollo: el giro descolonial en el arte de América Latina, 1960-1985, es un recorrido sobre el perfil del arte latinoamericano entre las décadas de los 60 y 80, ha sido organizada por Julieta González (directora artística del Museo Jumex), el Museum of Contemporary Art San Diego (MCSAD), y el Museo de Arte de Lima. La exposición contiene alrededor de 400 objetos, animales (así es, animales perfectamente vivos), y más de 120 obras de aproximadamente 50 artistas de ocho países de América Latina. Lola Álvarez Bravo, Cildo Meireles, No Grupo, Lygia Pape y Anna Bella Geiger –entre muchos, muchos otros– abren la mirada del espectador hacia una América Latina del siglo XX que deambula por la inquebrantable relación entre el modernismo y el subdesarrollo. Imperdible para aproximarse a una estética marginal, descolonial, de los países de Latinoamérica.
Como mexicanos, estas posturas y críticas de artistas y activistas nos marcan y nos obligan a reflexionar sobre la postura que tiene Latinoamérica ante el mundo y ante ella misma. Las estéticas y discursos de la exposición son una gran oportunidad para no solamente enorgullecerse de la identidad latinoamericana, sino para romper fronteras entre países, tirarlas, y ver debajo de sus escombros que en toda América Latina hay una visión de unión y fuerza para romper con la estética impuesta por el primer mundo y la idea occidental de desarrollo. Nuevamente, es el arte el eslabón que unifica a las masas. Hoy, en un mundo donde las barreras, las fronteras políticas y culturales parecen agrandarse, el arte de Latinoamérica nos invita a verlo, recorrerlo, sentirlo, explorar su fauna, flora, sus texturas, y encontrar en toda la bella (y a veces poco observada) estética latinoamericana, el impulso para desafiar lo que se ha impuesto por décadas y siglos sobre lo supuestamente estético, bello y funcional. Visitar la exposición hará ver lo simbólico de cada país participante, y en más de una ocasión se podrán encontrar más de una similitud con las condiciones e historia de nuestro país.
A lo largo del recorrido se puede presenciar el imaginario colectivo de los artistas por una ruptura, una descolonización para poder adentrarse en lo más profundo de la identidad latinoamericana, las contradicciones que conllevan el ansia de alcanzar el futuro y el modernismo, dejando atrás por consecuencia la miseria, el subdesarrollo y las ruinas de cada país.
La galería 2, donde se encuentra la muestra, ofrece para el visitante la opción de comenzar el recorrido hacia la derecha o izquierda. Si se comienza por la izquierda, el visitante se encontrará con la ruptura de la forma geométrica, literalmente observará el surgimiento de la esencia latinoamericana más pura emergiendo de asfixiantes cubos que retienen su autenticidad. El recorrido visual hará que los pies por sí solos se acerquen hacia una favela, instalación que hace olvidar un segundo el espacio en donde se está realmente; sonidos y texturas, colores brillantes y fauna convierten la visita en una experiencia que paulatinamente gesta una serie de sensaciones de estar en donde no se está.
Si, en cambio, el visitante opta por comenzar el recorrido hacia la derecha, lo primero que verá será un fuerte impacto de la realidad del desarrollo mexicano. Un fotomontaje de Lola Álvarez Bravo no podría contener mejor la imagen del progreso, masiva industrialización y crecimiento urbano de México. Frente a este, una serie de fotografías de diferentes inmuebles (que probablemente puedan reconocerse a simple vista), crean una narrativa de un ideal político reflejado en la arquitectura: Ciudad Universitaria, el Instituto Politécnico Nacional de Zacatenco, el Museo Nacional de Antropología e Historia, Ciudad Tlatelolco y la estación de Buenavista son algunos de los emblemáticos edificios de esta época en la que con urgencia había que aterrizar en los ultramodernismos que permeaban en el primer mundo. Paradójicamente, el progreso y desarrollo están fuertemente vinculados con aquello que subyace en sus cimientos: la pobreza, la carencia, la precariedad, el analfabetismo, las chozas, la desigualdad social, el clasismo y acallamiento de todo esto.
Estas dos arterias principales –el recorrido que encamina hacia la derecha y el otro hacia la izquierda– envuelven en un flujo constante que llega a distintos puntos de la exposición, todos igual de vitales y significativos para comprender su discurso: “un futuro abierto o la miseria eterna”. La noción de sentirse y saberse en un espacio y lugar específicos –siendo este espacio Latinoamérica–, es alimentada con la presencia de fotografías de movimientos sociales, de arquitectura, instalaciones, proyecciones, carteles, arena, piedras, telas, puertas, chozas, espejos, plantas, colores saturados, tigres de papel, aves tropicales, papas que generan electricidad y una serpiente pitón.
Memorias del subdesarrollo: el giro descolonial en el arte de América Latina, 1960-1985, puedes visitarla a partir del 22 de marzo y hasta el 9 de septiembre; será la primera muestra del Museo Jumex con una exposición tan larga. Imperdible para conocer la postura artística ante la descolonización de Latinoamérica y entender su situación política actual, todo esto a través del panóptico del arte. Esta es posiblemente una visión, un fragmento de la postura de América Latina ante el vasto mundo del arte, y se completa con el diálogo entre la exposición y espectador. Julieta González nos abre una puerta y nos ofrece un recorrido libre hacia un laberinto de venas y arterias que llegan al corazón del argumento: la exposición misma.