Tralalí Lalá nos lleva a un desierto llamado “Tramontana”

Nos encontramos en un desierto, sumergido en ese calor que alucina y evapora todo líquido. De pronto, nos vemos embestidos por un fuerte viento que parece sacarnos de nuestro punto de equilibrio para salpicarnos la boca con tierra. Y así durante horas, días y tal  vez años, sin poder salir de ahí. Seguramente en algún punto nos volveríamos locos. Sin desambiguar esa bilateralidad que existe en el concepto de locura, este material, que significa el primer long play de la banda defeña Tralalí Lalá, encamina  por esta condición su principal eje de inspiración, todo esto con distintos paisajes sonoros y oníricos.

Con una apertura punzante, el material abre con “Cobarde”, en lo que aparentemente es una canción de amor, no es solamente eso, es el desgaste mutuo en cualquier tipo de relación que nos llevan a perder la sanidad mental y emocional. Contrasta el arreglo de la sección rítmica, que parece conducir a muchos lados, menos a una canción de amor.

“Ko-ne”, es un corte midfunk vestido por unas melodías sintetizadas que evocan cuentos infantiles de terror, no se extrañe entonces por los coros de infantes a la mitad de la canción.

“El Grito en el Cielo” es una perfecta amalgama de sonidos de cumbia, punk y toques de soca. Los sintetizadores aportan fuerza a la canción y comenzamos a perder el control de nuestro cuerpo.

“Frágil” es de los temas más intensos del disco. En este, recordamos a un ser querido que ha pasado a mejor vida; toda su cotidianeidad y los momentos que suelen quedarse en la memoria. Esta debe ser de las interpretaciones más íntimas del álbum. Un estupendo trabajo en la parte del bajo que va encadenado a la percusión de gran forma.

 El siguiente track “Mi 3er Ojo Esta En Tu Mano” podemos palpar cambios de compases, cambios de armonía, aparentes disonancias y un orientación rítmico-melódica que nos trae a la mente a los King Crimson más jóvenes e incluso los inicios lúcidos de The Mars Volta.

Ya rebasada la mitad del material y nos encontramos con “TLP”, toda la locura del viento y de la vida misma condensada en una pieza de ritmo nervioso, un compás que parece fluir pero que nos termina por engañar. Igual cuenta con una interpretación vocal espontánea que vale la pena poner atención, además de un trabajo sutil y elegante en la parte de los teclados. Cuenta con el mejor final de todo el disco.

Deseos voraces de crecer, de éxito; de eso nos habla el tema “Hambre”, una canción que insinúa pasajes pseudo-latinos en la construcción rítmica del estribillo. En este track se localiza el mejor pasaje de música electrónica del todo el material, un frenesí de texturas y ritmos con ecos de krautrock en su ornamentación.

“Invitación” es la pieza más corta con exactos 2 minutos de duración, acá descubrimos el lado más oscuro de la agrupación. Una melodía extraña e inquietante es acompañada de un piano al principio, para que poco a poco se vayan agregando elementos electrónicos que envuelven con caos. De complicada digestión.

Ya estamos cerca del final y llega “Cántaro”, donde la música prehispánica y la electrónica se encuentran con una interpretación vocal bohemia e incluso mariachiezca. Justo en los coros se deja escuchar unas trompetas para colorear una de las canciones con más propuesta del disco.

El final se topa con “Viento del Norte” y parece que la despedida será tranquila empezando con una base rica en acentos y ritmo, pero seguimos en un viaje desconocido y llegamos al momento donde la pieza se disecciona para dar paso a ritmos totalmente inimaginable.

En fin, tal parece que los autores lograron salir bien librados de este viento en medio del desierto y ahora son ellos quienes nos llevan de la mano al mismo para no dejarnos salir por un buen rato.

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