Shout Out Louds @Plaza Condesa

Es jueves 30 de mayo del 2013. El escenario es el Plaza Condesa, quizá el mejor venue para disfrutar de pequeños conciertos. Ahí parado, me viene a la mente un Lunario de hace algunos ayeres. La banda francesa sobre el escenario era un pájaro en llamas. Un pájaro que tras tres discos de calidad constante, con el cuarto logra levantar vuelo a las marquesinas de los mejores actos a nivel mundial: Phoenix.  Pero, ¿qué tiene que ver Phoenix —además de que en el sonido local previo al concierto sonó la oriental “Entertainment”— con el acto a presentarse? Todo y nada. Los Shout Out Louds son suecos. Llevan diez años juntos y en febrero lanzaron su cuarto disco: el sensacional Optica. En el mismo, los suecos exploran un sonido más pop —al igual que los franceses en su Wolfgang Amadeus Phoenix. Más Synth-Pop. Indie-Pop. Pop sueco = Pop bonito. ¡Ah, qué buen oído dejaron los muchachos de ABBA!

La gente poco a poco se reúne. Quizá no sea el lleno más espectacular, pero la intimidad, a veces transforma a un concierto en una experiencia más memorable. El “yo estuve allí” es la frase a posterizar. No hay necesidad de grupo abridor. Se ponen las luces a dormir. La neblina artificial ya ocupa todo el escenario que sólo es flanqueado por una manta gigante con el nombre del acto nórdico. El predominante azul brinda el aura perfecta para el espectáculo. Y los músicos salen al escenario. Aplausos. Gritos. Silbidos. Guitarras, bajo y baquetas en manos, los dedos femeninos listos para teclear el sintetizador. Que comience el show.

Siempre se agradecerá un caramelo sonoro para iniciar los conciertos. “Sugar” es dulce como su título y así sonó. A “Walking In Your Footsteps” se le puede aplicar el mismo calificativo, y tal vez sería bueno añadirle el término hobbit. Su sintetizador disfrazado de flautecilla, nos transporta a las partes más verdes de la Comarca en la Tierra Media. Pero regresemos a nuestro escenario, ¿qué es la banda que toca? Shout Out Louds son tonos alegres que hacen irreprimibles las sonrisas. Son, también, notas nos remiten al mundo onírico, ¿Dream-Pop? Quizá. Sus canciones son lindas. Típicas melodías que cantarían los adolescentes entusiastas —independientemente de su género.

En el escenario, se pueden ver diferentes personalidades. Si se realizara un ejercicio alegor-indie, Carl von Arbin —encargado de la guitarra y coros— sería un joven hermano despeinado de Thurston Moore; Ted Malmros —bajista de la banda— sería un Justin Young (The Vaccines) al que las largas giras e interminables fiestas han cobrado factura; Lars Skoglund —baterista suplente de Eric Edman (quien acaba de tener un bebé)— podría pasar por un Maccabee más veterano; el carismático Adam Olenius —ya lo adivinaron, pero por si no, vocalista de la banda— bien podría encajar en una banda campirana al estilo de Mumford & Sons; y Bebban Stenborg —la tecladista, moogista, acordeonista y a veces encargada de los coros— es como una alba muñeca a la que le cuesta sonreír, como si por sus venas, en vez de un líquido rojo, circulara un líquido azul que la volviera gélida. Sin duda, el barbón Adam se lleva el espectáculo —aunque en los pasajes instrumentales lucen su mejor forma, quizá. Es un frontman enérgico que interactúa con el público constantemente y agradece humildemente después de cada canción.

Bajo la batuta de Adam, entró primero la batería, luego la guitarra, y después —por obvias razones— los instrumentos restantes. “Impossible” llegó rápido y los gritos de euforia también. Muchos parecían haber tenido aquel amor imposible del que ya no nos podemos acordar. Se distinguía claramente que venían a promocionar su más reciente álbum, pues fueron pocos los temas del Optica que se quedaron afuera. Y qué bueno. Gran disco. “Illusions” es precisamente uno de los puntos fuertes del LP. La magia se viene instantánea. La construcción pop es impecable, mas aquí permítame expresar un descontento. ¡Qué sepulcral suena la voz de Bebban en vivo, en contraste con el angelical coro del disco! Muy mal muchachita, a endulzar un poco esas cuerdas vocales, por favor. Claro que las canciones más nuevas eran coreadas por varios, pero los temas más viejos fueron los que con más potencia entonáronse. “Please, Please, Please” fue un momento especial. Con una letra que evoca a los años lozanos de los humanos, el frenesí y el fuego desprendido por la instrumentación fueron perfectos para complementar al público coreador. “14th of July” siguió con la energía ya concentrada. Buena elección de setlist, otro punto para los suecos.

De repente, llegamos al encore. Bravo. Bravo. Bravo. Otra. Otra. Otra. Y los suecos van de regreso al ruedo. “You Are Dreaming” y “Walls” lesionaron más laringes y fungieron como perfecto umbral para el cierre. El último concierto de su tour debía cerrar con broche de oro. Carl “El Thurston” von Arbin toma la guitarra electroacústica. Adam se sitúa al lado de un tom. “Tonight I Have to Leave It” y sus carnavalescas partituras son el desenlace perfecto. En el clímax de la emoción, Adam se acerca a la barda para cantar más cerca de los fans. Fotos a Instagram, Facebook o Twitter de inmediato. “Yo estuve allí”. La despedida y la promesa de retorno —lo que de nuevo me recuerda a los franceses y me da esperanza sobre un mayor esparcimiento de las canciones shoutoutloudescas.

Adiós, amigos güeros. Regresen cuando quieran, so we can call that the comeback.

@AlanisMoon

Kate Tempest

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