'Sangre de mi sangre' de Marco Bellocchio en la Cineteca Nacional

Texto de Mauricio Guerrero, Cineteca Nacional.

Nacido en Bobbio, provincia de Piacenza al norte de Italia, Marco Bellocchio es quizá uno de los pocos autores modernos y rebeldes del cine europeo que continúan en pie de lucha luego de una ferviente temporada por allá los años sesenta y setenta, a la par de nombres pesados como Jean-Luc Godard o Pier Paolo Pasolini (colaboradores suyos en la cinta antológica Amor y Rabia de 1969).

El septuagenario director mostró desde los inicios de su carrera una serie de tópicos que desarrollaría en su vasta filmografía: un pensamiento izquierdista, una crítica social a los valores aparentemente impolutos de la sociedad italiana y una fuerte postura anticlerical devenida de su ateísmo en cintas como Con los puños en los bolsillos (1965) o En el nombre del Padre (1971).

En una muestra más reciente como lo es Sangre de mi sangre, Bellocchio sigue visitando algunas de estas obsesiones con ahínco en tanto no las ve perecer ni un poco dentro de su pueblo natal, lugar recurrente de su filmografía. Dividida en dos historias con 400 años de diferencia, la cinta ítalo-franco-suiza juega con la narrativa para mostrarnos un caleidoscopio de mordaces posturas morales y políticas.

La primera historia, situada en el siglo XVII, nos presenta la llegada de Federico a un convento tras el suicidio de su hermano sacerdote, en busca de la confesión de Benedetta, una pécora figura femenina, para redimir la reputación del fallecido y darle sepulcro cristiano; al mismo tiempo, unas beatas residentes del lugar lo buscan para cumplir la fantasía inacabada y pagana de sentirse deseadas. Pero Benedetta se muestra reacia frente a las acusaciones y las pruebas, poniendo en entredicho el juicio de la institución religiosa que opera como fuerza policial, judicial y de Estado, en escenas que recuerdan a la Juana de Arco (1928) de Carl Theodor Dreyer o a la espectral Alucarda (1978) de Juan López Moctezuma.

En la segunda historia, que ocurre en tiempos actuales, el mismo convento, convertido en prisión en algún momento y ahora residencia de un verdadero vampiro, será el objetivo a comprar de un ricachón, músico, filántropo y también seductor hombre ruso, quien arriba junto a un inspector de impuestos sacudiendo la estabilidad del pequeño pueblo. El avejentado Nosferatu, llamado a secas “Conde”, patriarca de todo el pueblo, intenta frenar las inspecciones sobre las truculentas actividades de la localidad, que al parecer vive de una sospechosa fortuna absorbida por los estratos más altos de la clase política local.

Sin aparente conexión, salvo el lugar donde ocurren, las dos historias toman la idea del lazo sanguíneo y lo convierten en una metáfora sobre lo heredable, donde las llagas picoteadas por Bellocchio demuestran lo corrupto de la sociedad italiana, tanto la de antaño como la de hoy. Sangre de mi sangre es un díptico-acertijo que en su lúdica narrativa esconde una intención verdaderamente política de denunciar una doble moral histórica que se ha transformado, pero nunca desvanecido.

https://www.youtube.com/watch?v=E3QcFZe90bY

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