Por Ricardo Marín (@reecardough)
Jean-Pierre y Luc Dardenne son realizadores consentidos de los festivales, pues todas sus películas desde Rosetta (1999) se llevan, como mínimo, un galardón en el prestigioso festival de Cannes. Paradójicamente, su última película (Dos Días y una Noche), a pesar de no haber ganado nada en dicha congregación, se consolida como uno de sus más emotivos, involucrados y explosivos largometrajes. No sería una exageración darle el título de la mejor película de esta dupla.
El primer aspecto a destacar del filme es la portentosa y sublime actuación de Marion Cotillard, quien desempeña el papel de Sandra (una madre de familia a punto de perder su trabajo) con la desesperación, angustia y depresión que caracterizarían a cualquiera en la situación del personaje. Cotillard es el bastión líder del filme y ayuda a sostener éste entre sus brazos con tremenda contundencia, desde una interpretación destructora sobre los peligros de la depresión o —con ayuda del departamento de maquillaje— con su aspecto demacrado, lleno de ojeras y sumamente pálido. Definitivamente Cotillard ayuda a darle la necesaria emotividad y melancolía que los hermanos belgas usualmente le inyectan a sus películas.
Por otra parte, también es digno mencionar el perenne e incansable estilo de los hermanos Dardenne. Mientras otros directores buscan siempre renovarse al cambiar radicalmente sus características de trabajo, Jean-Pierre y Luc Dardenne ocupan las mismas fórmulas que han ocupado durante más de una década para generar ondas emotivas de muchísimo poder. Si bien su característico y simplista manera no cambia, detalles como las actuaciones, guiones o situaciones abordadas (y la manera de hacerlo) definitivamente generan un cambio notable en su filmografía. Mientras sus largometrajes anteriores tenían una perspectiva más bien amarga y no muy feliz, desde El Chico de la Bicicleta (2011) estos hermanos ocupan una faceta mucho más optimista y esperanzadora. Aunque Dos Días y una Noche no es exactamente animada, su nota optimista y su perspectiva positiva la postran como un ligero cambio en la trayectoria de estos directores, de este modo creando un nuevo legado y generando una nueva visión dentro de una prestigiosa carrera.
Como es usual, Dos Días y una Noche nos presenta a personajes enfrentándose a problemas cuya solución se escapa de sus manos. El más reciente largometraje de los hermanos Dardenne continúa su vena crítica de la opresión a las clases necesitadas en Europa y la falta/necesidad de una voz que hable por ellos. A pesar de sus ligeros cambios, el estilo minimalista y sencillo de Jean-Pierre y Luc Dardenne se hace presente de maneras obvias, con cámara en mano y tomas largas enfocadas casi exclusivamente en el personaje principal. Dos Días y una Noche no sólo es una de las mejores (si no es que la mejor) cinta de estos hermanos, sino que pavimenta el camino hacia un cambio que promete aún mejores películas.