Por Ricardo Marín (@reecardough)
En el internet absolutamente todo “pierde significado” —si es que alguna vez lo tuvo. La rapidez que exige también se refleja en sus contenidos, los cuales pueden llegar a ser banales, vacíos o simplemente poco interesantes. En el transcurso de los últimos diez días ha explotado el Ice Bucket Challenge, el cual consiste en una persona que se graba y se echa un balde de agua fría (a veces con hielos) para después subirlo a internet. Originalmente este “desafío” formaba parte de una obra de caridad de la Asociación ALS (que significa Amyotrophic Lateral Sclerosis, Esclerosis Lateral Amiotrófica en inglés), la cual trataba de recaudar fondos a través de estos videos virales.
La respuesta a estos fue apabullante, en particular porque eran personas de muy “alto perfil” las que se involucraron (desde Demi Lovato hasta Eddie Vedder, Mark Zuckerberg o Cristiano Ronaldo), lo cual hizo que más gente quisiera formar parte de este fenómeno tan fácil de replicar. Este esquema de nominaciones piramidales provocó que las donaciones se dispararan, al grado que ya han recaudado más de 15 millones de dólares.
Pero como suele suceder con el internet, las cosas se salen de control, y poco después la gente decidió hacer sus propios videos sin involucrar ninguna acción de caridad. Ahora, ¿hay algo malo en esto? Uno podría argumentar que es terrible ver cómo una acción originalmente orientada al altruismo es ahora utilizada para mero entretenimiento, pero ¿hay daño involucrado? Cualquier búsqueda de Google con las palabras “ice bucket challenge” irremediablemente lleva a obtener información sobre la cuestión de caridad involucrada.
Decir que algo “pierde su significado” es terriblemente moralista, pues éste siempre tiene alguna manera de volver. ¿No sería excelente ver fenómenos virales monetariamente exitosos para atender otros problemas como la hambruna en países necesitados, cambio climático o desplazados por conflictos armados? Obviamente la solución no es tan fácil como echarse un balde de agua fría, pero esta idiotez/conciencia colectiva nos da un atisbo de lo que un mundo concentrado en un solo problema puede llegar a transformar.
Texto escrito para el Publimetro del 22 de agosto del 2014