Publimetro / 21 de octubre del 2016 La Columna de Ibero 90.9
por Yéred García
El origen del Festival Internacional Cervantino, el crisol cultural de habla hispana más grande del orbe, se remonta tiempo atrás de su propia fundación. Las semillas de este bosque de árboles robustos fueron las representaciones de los Entremeses de Cervantes en las plazas públicas de la ciudad de Guanajuato. Dichas semillas germinaron gracias a la participación de la gente del pueblo y de los estudiantes de la Universidad de Guanajuato convocados por el profesor Enrique Ruelas Espinosa en 1953.
La iniciativa de apoderarse de la Plaza de San Roque y aprovechar la arquitectura española como escenografía para amalgamar montajes del primer autor de novela moderna, reactivó la economía de una vieja ciudad minera y de a poco se convirtió en una tradición anual que se institucionalizó en lo que hoy conocemos como el FIC.
Hay que admitir que tras 44 ediciones, “El Cervan” se vuelve cada vez más elitista. Con auditorios semi-vacíos y espectáculos callejeros abarrotados, podríamos suponer que la población que no está inmersa en el ámbito cultural-académico, no tiene cabida.
Desde 2014, otra iniciativa se encarga de acercar a la gente de-a-pie a la cultura y de paso evocar el origen del Festival. El Proyecto Ruelas monta cuatro piezas inspiradas en obras de Cervantes con cuatro comunidades poco favorecidas del estado, todas se presentan en las plazas públicas que atestiguaron el génesis de la fiesta.
Me encontré con el Proyecto Ruelas desde que llegué a Guanajuato, cuando el domingo 9 de octubre, asistí a Los pensamientos secretos de Cervantes en la Plaza Mexiamora.
Esta obra mató dos pájaros de un tiro con la bala de la sensibilidad. Por una parte sublima al espectador hacia los problemas presentes en la realidad de Puerto de Valle, aquellos que no salen en las noticias oficialistas. Los habitantes clamaron por puentes peatonales para cruzar la carretera o tomas de agua potable que no tienen, no obstante que la comunidad se ubica a un lado del río Lerma.
Por otro lado, con el mismo casquillo de sensibilidad conmovió a los propios actores. Esos que al terminar la función lloraron de júbilo mientras bailaban mezclados con su público al son de "La vida es un carnaval". Ante la desigualdad social tácita en los escenarios techados y aquellos foros abiertos del FIC, el Proyecto Ruelas remarca una frase que el músico Alonso Arreola me brindó en entrevista para Ibero 90.9:
“Es muy bueno enseñar el músculo y gritar, pero es muy importante también apostar por la germinación y el crecimiento lento de otras ideas que son mucho más poderosas”.