Alice Coltrane, una de las compositoras más prominentes del siglo XX, suele ser pasada de largo como la pareja de John Coltrane. Aunque su presencia periférica fue instrumental para la creación de álbumes como A Love Supreme (1965, Impulse! Records), la carrera de Alice Coltrane se mantiene por sí sola en materia de destreza musical y ambición. Tras la muerte de su esposo, Alice Coltrane pasó unos momentos difíciles en su camino musical y su vida personal. Después de la tragedia, Coltrane sufrió episodios de alucinaciones y pérdida extrema de peso (llegó a pesar tan sólo 43 kilos en su punto más bajo). No obstante, poco a poco la artista decidió alejarse de la vida secular y se enfocó a la espiritualidad hindú. El disco de 1969, Huntington Ashram Monastery marca este quiebre: sólo una canción no cuenta con alguna alusión a la cultura del Ashram o cuestiones de filosofía hindú (una canción sobre la pérdida titulada “IHS”, I have suffered). Coltrane siguió el resto de su vida con una búsqueda primitiva de la interioridad, la cual combina su perfecta composición para el jazz con sonidos provenientes de asia oriental.
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Su carrera musical fue profundamente afectada, pasó de un free-jazz “convencional” con extensa arpa (Coltrane es de las pocas artistas que incorpora el arpa a sus composiciones) a una noción espiritual, cósmica y panafricana, más en línea con músicos como Sun Ra o John Gilmore. Asimismo, Coltrane, —para 1976 autorenombrada Turiyasangitananda— estableció formalmente el Centro Vedántico Sai Anantam Ashram, dedicado a la búsqueda de sabiduría y a la afirmación de la fe.
Durante su estancia ahí, Coltrane decidió hacer una serie de cassettes con y para los asistentes del centro. Estos cassettes jamás vieron la luz comercial hasta este año, que la disquera de Yale Evelev, Luaka Bop (fundada por David Byrne, y conformada por expertos crate-diggers que ayudaron a la masificación de artistas como William Onyeabor) rescataron estos tapes junto con la familia de la reconocida jazzista. Los resultados son una extraña y mística amalgama musical titulada: World Spirituality Classics 1: The Ecstatic Music of Alice Coltrane.
La música de los templos veda suele ser muy característica: capas y capas de sonidos etéreos combinados con coros, cantos a Krishna, cítaras, aplausos y una importancia a la armonía más que a la melodía. La versión bastarda de esto llegó con la música new age, que incorporaba influencias de música sánscrita, asociada con la meditación trascendental y la búsqueda artística. En estos cassettes, Coltrane dejó fluir estelas de new age, free-jazz, música psicodélica, majestuosa arpa y sintetizadores Oberheim para un producto que se escucha mucho mejor de lo que se describe.
Las canciones tienen un fluir cíclico y de espiral, son hipnóticos cortes que apelan a la expiación y a la purificación anímica. El sonido del sintetizador Oberheim OB-8 da la impresión de que Vangelis un día se levantó a purgar su alma y meditar. Así puede haber canciones donde el sintetizador prima como en “Journey to Satchidananda” (Satchidananda Saraswati es una de las fuentes de inspiración más grandes de Coltrane), otros cortes basados casi completamente en la repetición como “Om Rama” recuerdan a una suerte de música gospel oriental.
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Alice Coltrane expió su cuerpo y, al mismo tiempo, ayudó a purificar el de todos sus escuchas. Fallecida en 2006, Coltrane no sólo dejó un legado al mundo de la música, sino al del ashram, al de cualquiera que tenga una búsqueda espiritual o más terrenal. Desde las personas que ayudaron a hacer este disco, los que escucharon los cassettes originales, o los que lo reproducen apenas, todos ven sus interiores movidos por una artista multifacética, cuyo deseo de sanar sólo se compara con su ambición para crear.