Bach: el "arroyo" que debería ser "mar"
Si no hubiera existido Bach, la música clásica no sería como la conocemos. Se cree que Mozart, Beethoven, Chopin, Weber y Liszt aprendieron a componer tocando las creaciones de Johann en el piano. Así de relevante ha sido su influencia dentro de ese ámbito.
Este músico germano desarrollaría armonías ricas, preludios y fugas en todas las claves. De esta manera, logró realizar algo completamente novedoso para su época. Una de las particularidades de sus obras es la continuidad de las mismas; no hay una parte en sus piezas que no sea interesante de escuchar porque cada nota es valiosa en sí misma.
Curiosamente, al momento de su muerte, fue más recordado como un virtuoso intérprete del órgano y el teclado que como compositor. En ese tiempo, la difusión de su música se limitó a profesionales de ese arte. Sin embargo, 100 años después de su fallecimiento, sus obras estuvieron al alcance de todos y comenzó a ser mundialmente reconocido.
Luterano desde pequeño, Johan Sebastian Bach consideraba que la finalidad de la música era la alabanza de Dios a través de la recreación mental. Ahora su música sacra es el acompañamiento más popular en la cultura occidental para los rituales cristianos de nacimiento, matrimonio y muerte.
Se piensa que Bach realizó una serie de notas en los márgenes de su biblia luterana en las que mencionaba que “donde hay música devota, Dios siempre está presente”. Sin embargo, no importa la fe que uno profese —incluso no es necesario creer en algo en particular—, escuchar a Bach es un buen medio para intentar conectarse simplemente con el entorno que nos rodea. Al final, la música es universal.
Sus piezas son emocionales, están repletas de sentimientos y es imposible no experimentar nada cuando se les escucha. Bach plasmó su vida en sus obras: sus padres fallecieron cuando él tenía tan sólo 10 años de edad. Fue entonces cuando empezó a considerar que el mundo era un lugar poco fiable.
Tiempo después, al volver de un viaje, se enteró de que su esposa María Bárbara había fallecido y había sido enterrada durante su ausencia. La noticia llegó a sus oídos justo al regresar a su casa. Pero no pasaría mucho tiempo para que el germano encontrara la felicidad nuevamente junto a Anna Magdalena —una renombrada soprano—, con quien estaría casado 29 años.
Bach falleció un 28 de julio de 1750 a los 65 años de edad. No dejó ningún testamento, pero sí legó más de mil melodías a toda la humanidad. Puedes escucharlas aquí. Se necesita escuchar y sentir a Bach para tratar de entender por qué Beethoven dijo sobre Bach que debió llamarse "mar" y no "arroyo" (Bach en alemán significa arroyo), pues su obra podía considerarse como un océano donde confluyen todas las voces y silencios musicales de todos los tiempos.