Jazz y música originaria: una combinación exquisita de la Orquesta Nacional de Jazz de México
La Orquesta Nacional de Jazz de México hizo vibrar a la Alhóndiga de Granaditas la noche del 26 de octubre, con la impecable presentación de su ópera prima titulada Suite La Mexicana, en el marco de la edición 49 del Festival Internacional Cervantino.
Anteriormente, esta suite había tenido una sola aparición en 2019, en el entorno de los 25 años del Centro Nacional de las Artes (CENART) en la Ciudad de México, pues debido a la pandemia por COVID-19, tuvo que esperar para volver a los escenarios, y no había mejor pretexto que el Cervantino.
Más de una veintena de músicos en escena componen esta agrupación, en su mayoría jóvenes que provienen de diversos rincones del país. Pero que la juventud no nos engañe, muchos de ellos llevan ya una sólida carrera dentro de la industria musical, con una base de educación en el jazz, entre los que se encuentra el talentoso músico Cesar Secundino, campeón mundial de arpa en 2018; y la exquisita voz de Lucia Gutiérrez, que con su tesitura, hizo que el público se levantara de sus asientos en más de una ocasión.
Es de destacar la selección de músicos invitados como el vibrafonista Víctor Mendoza, el trombonista Rey David Alejandre, el pianista Roberto Verástegui, Jerónimo González en la jarana y Tania Nandayapa en la marimba; todos bajo la dirección de Tonatiuh Vázquez.
Esta noche sonora constó de cuatro movimientos que incluyen música tradicional mexicana en fusión con el jazz, en el que se han integrado sones huastecos, istmeños, jarochos, chiapanecos y polka norteña. Cabe remarcar que por cada pieza han buscado incluir instrumentos típicos de cada región, como la leona que es como el bajo mexicano, y en lugar de la guitarra, la jarana.
Esta es la primera vez que se hace un concierto de jazz o big band con un solo de arpa. Esta arpa no es un arpa diatónica o jarocha, pues tiene pedales, lo que le permite desarrollar una serie de elementos y recursos distintos propios del jazz, como los centros tonales a distancia de tercera mayor, dividiendo la octava en tres partes iguales y que los conocedores del jazz conocen como “Cambios de Coltrane”.
En esta suite se conjugan ritmos, instrumentos y sonidos poco usuales para los aficionados al jazz, a los que se suman la poesía en lenguas originarias, mismas que acompañan a la banda mediante los gráficos multimedia que son proyectados en pantallas. El tejido y la elaboración de cada pieza por parte de cada uno de los elementos de esta orquesta es, en conjunto, algo magistral.
La visión de Tonatiuh Vázquez y de Manuel Huizar, director de la orquesta, es única y, debemos decir, un gran acierto como oferta propositiva sonora. Potencia y sutileza, solos penetrantes, armonía y melodía, una voz tremenda y un sentimiento de camaradería entre los músicos son los ingredientes de una receta musical que arrancó los aplausos de una Alhóndiga bastante nutrida de espectadores ávidos por emocionarse, por disfrutar de eventos musicales en vivo y, también, de expresarse a través de la ovación.
Es importante enfatizar sobre la colaboración del artista mexicano Edgar Flores, mejor conocido como Saner, con la ONJMX, quien desarrolló el diseño y el arte de la portada del álbum, mismo que destaca por su trabajo lleno de color que se conjuga con las tradiciones mexicanas al retomar las raíces de la cultura e iconografía nacional, transformando la música en imágenes y que toma como lienzo un disco, que busca contar un poco de la historia musical de nuestro país mediante sonidos.
Para cerrar la noche de forma espectacular, la Orquesta Nacional de Jazz de México realizó un encore con las piezas “La Llorona” y “Cascabel”, dos temas que llevaron al público a aclamar de pie a cada uno de los músicos que lograron conquistar por completo a las y los presentes emocionados gracias a la interpretación suprema que volvió a darle vida a uno de los espacios culturales de la ciudad de Guanajuato, un aliento de esperanza en estos tiempos tan confusos.
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