Ingrid no ha muerto, Ingrid somos todas

Ingrid no ha muerto, Ingrid somos todas

Foto vía Milenio

Foto vía Milenio

Por: María Luna *

Puro, puritito amor sentimos las mujeres el pasado 14 de febrero, el día del amor y la amistad, porque lo convertimos en el día del amor entre hermanas, amor sororo, en la marcha feminista, el amor del cual ya nos dimos cuenta que es el único que necesitamos. 

La marcha fue convocada para exigir justicia para Ingrid Escamilla, quien fuera asesinada de manera brutal, presuntamente por su pareja, el pasado 9 de febrero, y expuesta por la prensa como producto de consumo con fotos de su cuerpo muerto, apuñalado, desollado, desmembrado y descuartizado, para el morbo de los hombres violentos de este país.

Quienes salimos a marchar lo hicimos con una sensación de miedo y rabia, una sensación que el patriarcado espera que sea suficientemente fuerte para que nos inmovilice y nos controle, sin embargo,  nos mueve, nos une y nos hace más fuertes. 

He ido a marchas feministas desde que tengo memoria y puedo decir que cada vez somos más, cada vez estamos más organizadas y lo más importante, cada vez nos sonreímos más cuando nos vemos a los ojos, algo que no esperan (y no les conviene) que hagamos. Nos educaron para odiarnos y competir entre nosotras por la aprobación masculina. Pero eso ya está dejando de suceder, las mujeres nos empezamos a ver y a amar. Comenzamos a ser extremadamente críticas sobre cada cosa que escuchamos y consumimos y eso nos está haciendo darnos cuenta que no necesitamos que un hombre nos mire. Porque nos miramos la una a la otra, nos sonreímos, sin importar si nos conocemos o no, nos sonreímos encapuchadas, vándalas, gritonas, nos sonreímos, de un contingente o de otro, nos sonreímos y escuchamos lo que cada una tiene que decir. 

En la marcha del viernes trataron de detener nuestra lucha varias veces. Primero lanzándonos polvo de extintor para incendios con el fin de dispersarnos mientras esperábamos que salieran nuestras compañeras de dialogar con la prensa. Luego, dividiendo el contingente cuando marchábamos hacia el Ángel de la Independencia, sin razón alguna. Las que íbamos hasta el frente de la marcha logramos correr y evitar que nos cercaran. Una de las policías que nos encapsuló, incluso tomó a una de nuestras compañeras, y con todo el miedo del mundo, nos acercamos a gritarle con toda nuestra fuerza “¡SUÉLTALA!” las veces que fue necesario hasta que la soltó. El brazo de ésta chica se dislocó, actualmente está vendada. Solo policías mujeres (dirigidas por un comandante hombre como de dos metros de altura) venían “cuidando”, nos superaban en número, por lo que una de nuestras consignas era: “Me cuidan mis amigas, no la policía.”, pero también y sobre todo: “Mujer, policía, ésta es tu lucha.” 

Al final llegamos al Ángel muchas menos de las que éramos originalmente. Empapadas de pies a cabeza y muertas de frío, pero llegamos. Luego llegaron otras de las que habían sido separadas. Las policías, también muertas de frío, rodearon el Ángel, por lo cual les gritamos: “Cuida a las mujeres, no al monumento.” 

Lo que exigimos en la marcha no debería ser exigido. El Estado debe dejar de ignorar la verdad: nos están matando.

*En el marco de la marcha para exigir justicia por el feminicidio de Ingrid Escamilla, presentamos la voz de María Luna, alumna de la Ibero que asistió a la marcha*

Caravana de diseño Latinoamericano

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