A mediados de semana me avisaron que me tocaría cubrir el Pachuca contra Querétaro, a lo cual, mi primera reacción fue de emoción, ¡por fin vería jugar en vivo a Ronaldinho!. Sabemos que es una versión bastante disminuida, pero seguro le alcanza para dar un par de pincelazos, eso pensé. Después llegó la fatídica noticia de que "Dinho" no realizaría el viaje a la Bella Airosa, ahí el sueño de ver a la leyenda se esfumó.
En la carretera venía escuchando el juego del América, que por cierto, fue un partido bastante soso, lo único relevante fue escuchar como el Estadio Azteca se rindió de manera inaudita a la figura del cuadro camotero. Nunca antes había visto que una afición rival coreara de tal manera la entrada de un contrincante, ése efecto tiene nombre y apellido: Cuauhtémoc Blanco.
Ya estando en el Estadio Hidalgo, se me ocurrió hacer un sondeo con algunos aficionados tuzos. - ¿Cuántos habían asistido sólo para ver al astro brasileño?- Para ser precisos le pregunté a diez aficionados, a lo que todos respondieron que si bien iban apoyar a su equipo, también acudían a ver a Ronaldinho. Entonces les solté la bomba, el casaca 49 de Gallos Blancos no hizo el viaje. Sus primeras expresiones eran; “Chale que mal pedo”, “Mmmta madre”, “Pinche diva”, por mencionar algunas. Con lo cual puede concluir, que el lleno en el Huracán se debió gran parte a la figura de un solo hombre.
Tipos como el Cuauh, Dinho y Roque Santa Cruz, son únicos, son como una especie en peligro de extinción en nuestra Liga MX. Son imanes de masas, su simple presencia basta para llenar estadios, generar cientos de contenidos para los medios de comunicación y sobre todo generar pasión en la gente.
Al final de la jornada, el partido no quedó a deber, el respetable salió satisfecho por el triunfo de su equipo y por que el juego tuvo emociones de sobra. Para mí queda una asignatura pendiente, que espero poder cumplirla antes de que se extinga la presencia de Ronaldinho en tierras aztecas.
Jacobo Frontana