Por: José Daniel Sánchez
¿Cuál será el día perfecto para un capitalino común y corriente? En el que no haya tráfico, el clima –como tanto se presume–, realmente sea templado y que algo relevante pase frente a él. Quizá así pinte para muchos, pero lo que sucedió estos últimos tres días en la Ciudad de México, no debe tener comparación.
Sí, el tráfico fue desquiciante y el calor extenuante, pero la visita del invitado favorito de la llamada Capital del Deporte hizo olvidar esas dolencias para centrar las miradas en la Magdalena Mixihuca. Todo esto a poco más de un mes de que un terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter azotara el centro del país. Ante lo que el pueblo mexicano sorprendió a propios y extraños con la unión mostrada a tal grado que la FIA unió a sus pilotos para decir “You can’t write Mexican without I can” (No puedes escribir mexicano sin yo puedo).
Hoy, toda esa unión se volvió a ver reflejada. Al son de los V6 turbo híbridos carburar por el trazado del Hermanos Rodríguez y la euforia que el inminente protagonista mexicano desató, los más de 100 mil afortunados dieron color al grisáceo asfalto que por 71 vueltas acaparó millones de miradas a lo largo y ancho del mundo, de las cuales la 19 tuvo un toque especial, de unión y fuerza. El ya icónico puño en alto apareció por los 1:20:075 del más rápido a los 1:22:435 del más lento en medio de un extraño, oportuno y estremecedor silencio de los miles en las gradas.
El ídolo, evidentemente el más aclamado, a pesar de su séptimo lugar fue Checo, quien sigue sin poder devolverle algo, en la pista, a su gente, pero que sudó, maniobró y aguantó lo más que pudo para, primero buscar el anhelado podio, y después, mantenerse en la zona de puntos.
El foco de la F1ESTA se lo llevaron los candidatos al título: Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, que se vieron obligados a dejar las primeras posiciones por un contacto y a remar contracorriente. Finalmente, el abiertamente fanático de la cultura mexicana, firmó su cuarto título mundial y se convirtió en el primer británico en lograrlo.
Fin de semana caluroso y agobiante, pero relevante, emotivo, extraordinario y, sobre todo, festivo. Gracias otra vez, nos dejas con mucho que contar y un año que esperar.