Entre la noche y el infierno: violaciones y tortura reconocida por el Estado mexicano
Por: Abdiel Rodríguez
El historial de violaciones graves a los derechos humanos en nuestro país no es menor. Una de las instituciones con mayor número de acusaciones en estos temas es sin duda el Ejército Mexicano, basta leer el “Informe especial sobre las quejas en materia de desapariciones forzadas ocurridas en la década de los 70 y principios de los 80”, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
O echar un vistazo a las noticias de los últimos años para darnos cuenta de que esos actos violentos de las instituciones estatales contra los grupos más vulnerables y desprotegidos no cesan, y que gracias a las redes sociales, han alcanzado mayor visibilidad, y en consecuencia, también mayor alcance entre la opinión pública.
El caso Radilla es un ejemplo paradigmático. Rosendo Radilla Pacheco fue detenido —en el contexto de la “Guerra Sucia”— por el Ejército Mexicano en 1974 y hasta la fecha, su paradero sigue siendo desconocido. Otro acontecimiento por demás polémico, fue el de la indígena nahua Ernestina Ascencio, quien presuntamente fue violada por miembros del 63 Batallón de Infantería del Ejército mexicano el 25 de febrero de 2007, y quien murió la madrugada del 26 de febrero del mismo año, debido a “múltiples desgarros en las regiones vaginal y anal”, como documentó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
El asunto que ahora nos ocupa es el de las hermanas Ana, Beatriz y Celia González Pérez, indígenas tzeltales, quienes fueron torturadas y violadas por 30 elementos del ejército mexicano el 4 de junio de 1994. (SEDENA, s/f).
Por ello, el próximo 18 de octubre de 2019 en Ocosingo, Chiapas, el Estado mexicano, a través de la Secretaria de Gobernación, con Olga Sánchez Cordero al frente, ofrecerá disculpas a las hermanas González Pérez.
El Subsecretario de Gobernación Alejandro Encinas Rodríguez se comprometió a que también acudan altos mandos del ejército mexicano. Sin embargo, una exigencia de las hermanas González Pérez es que los mandos militares tomen la palabra e igualmente ofrezcan disculpas por los ominosos hechos acontecidos aquel 4 de junio de 1994, (La Jornada, 2019). A esta exigencia, varios grupos defensores de Derechos Humanos y personalidades como Rubén Albarrán de Café Tacvba se han sumado.
Este acto no es nuevo, en nuestra historia reciente el Estado mexicano ha ofrecido disculpas en otras ocasiones, por ejemplo a la periodista Lidia Cacho o a la indígena ñañú Jacinta, quien fue acusada de haber secuestrado a seis agentes la desaparecida AFI, y quien su hija, en un fuerte discurso expresó:
“El día de hoy, nos chingamos al Estado”.
Jacinta.