Por: @chicledeletras Sobre los atentados de París se ha escrito demasiado. Hasta la náusea y el hartazgo, los reflectores de occidente pretenden iluminar al nuevo enemigo de la civilización occidental: el terrorismo fundamentalista encabezado por el Estado Islámico (EI) también conocido como ISIS-Daesh.
https://www.youtube.com/watch?v=AUjHb4C7b94
La pregunta que ronda mi cabeza es: ¿los paladines de la libertad saben a ciencia cierta a quién se enfrentan? Obama, Putin, Hollande, Merkel, Cameron, Netanyahu y compañía sostienen que no habrá piedad ni cuartel para los miembros de ISIS. No obstante, en el marco de un mundo hiper-globalizado e hiper-conectado el enemigo se mimetiza con el entorno y se encuentra en casi todas partes. El Daesh-ISIS está desperdigado a lo largo y ancho del mundo, si bien su poder y fuerza es mucho más visible en el Medio Oriente (Siria-Irak) los tentáculos del terror amenazan con irrumpir en cualquier metrópoli del mundo. Sin caer en la retórica del miedo y la paranoia, puedo decir sin temor: están entre nosotros.
Durante el siglo XX la mayoría de los conflictos bélicos tenían bandos definidos y visibles, blancos estratégicos y concretos. Es en los albores del siglo XXI el terrorismo global se presentó como un enemigo fantasma, inasible, líquido. El terror fluye como el agua, se transforma y adapta a las diferentes circunstancias y medios, no permanece estático, es altamente maleable. Producto de la inestable modernidad líquida, postulada por Zygmunt Bauman, el terrorismo evolucionó de la mano con la globalización. Si bien su fanatismo religioso es producto de mentalidades retrógradas y anquilosadas hace 2000 años, sus métodos de combate y logística avanzaron junto con las bondades del libre mercado y el nacimiento de las nuevas tecnologías que mantienen inter-conectada a la humanidad. La guerra contra el terror se libra en varios frentes, cuerpo a cuerpo y palmo a palmo y, también, virtualmente en la red.
El discurso maniqueo que esgrimen a diestra y siniestra los líderes del "mundo libre" estigmatiza con alevosía a una religión con más de 1, 322 millones de seguidores. La retórica del miedo inunda los contenidos audiovisuales, el horror de los atentados parisinos es aprovechado para alimentar el odio y la segregación de los practicantes del Islam. El terror tiene rostro, a decir de un grueso de la opinión pública, el adversario es una de las religiones con más devotos en el planeta. Islam, en estos tiempos, es sinónimo de fundamentalismo militante, juicio estúpido e ingenuo. "Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido", postuló Elías Canetti en su obra Masa y Poder, los pregoneros de la guerra lo saben y lo aprovechan al máximo.
https://www.youtube.com/watch?v=qIq1ZsCp2RQ
ISIS tiene rostros visibles, diversos líderes y jerarcas que lanzan sus peroratas y arengas en contra de los "infieles" desde sus púlpitos. El Daesh es la representación perfecta de la mítica hidra a la que se le corta una cabeza e inmediatamente le crecen dos más, sin embargo, este engendro también es espectral, líquido e invisible, ¿por qué? Sin escrúpulos, los integrantes de ISIS se arropan en una fe, se mimetizan dentro de una inmensa comunidad religiosa, tienen millones de potenciales rostros, juegan sus cartas con una astucia sardónica y maquiavélica.
Lamentablemente, en la nueva cruzada contra el terror la población civil está pagando con miles de vidas arrebatadas por los bombardeos que pretenden acabar con un fantasma inasible que se esconde, cobarde e inteligentemente, detrás de millones de seres inocentes. Islam no es sinónimo de terror.
https://www.youtube.com/watch?v=B_hXvX5ncmk