*#DondeQuierasEstar está Visa. ¡Muchas gracias por este viaje!
[dropcap]L[/dropcap]as nubes descargaron el agua contenida. Fue un día muy lluvioso en Nueva Zelanda. A las once de la mañana nos trasladamos al estadio North Harbour, ubicado a veinte minutos de Auckland.
Uno de los sentimientos más íntimos para los que nos apasiona el fútbol es cuando llegas a un nuevo estadio. Esa primera vez que hace que tu cabeza voltee hacia un descubrimiento.
El inmueble que albergó el juego por el tercer lugar y la final de la Copa del Mundo Sub20 es moderno, funcional y con una peculiar arquitectura. La tribuna principal es un gigantesco semicírculo con dos niveles de gradas y unos palcos entre cada una de ellas. Una parte está bajo techo.
En la tribuna de enfrente solamente hay gradas y una hermosa vista. En Nueva Zelanda, cualquier referencia positiva hacia su paisaje es obviar.
El primer juego de la doble jornada fue por el tercer lugar mundialista. Se enfrentaron Senegal y Malí. Un juego de dos equipos rápidos y atrevidos. El equipo senegalés se fue al frente en el marcador. Les expulsaron a un jugador. En el segundo lapso, anotó y empató Malí. Fallaron un penal y persistió el empate. De nuevo hizo gol el equipo malí. Los senegaleses fallaron desde los once pasos y no pudieron empatar. Al final, Malí hizo la tercera y definitiva anotación. El juego se jugó bajo una brisa que caía desde el cielo.
Entre ambos partidos, viví un momento especial, de esos Donde Quieres Estar al menos una vez en tu vida. Bajé a la cancha del North Harbour durante el calentamiento entre las Selecciones finalistas de Serbia y Brasil. En definitiva, la perspectiva es distinta. Desde la cancha sientes una energía positiva que es contagiosa.
Estás ahí, junto al banderín de córner, acaricias las redes de las porterías, recorres los banquillos. Es el momento donde entiendes a los jugadores y la complejidad del hermoso fútbol.
Regresamos a la tribuna. Himno del Fair Play que eriza la piel. De pie, los himnos de Brasil y Serbia. Un sector de una cabecera estaba copado por serbios. El público local simpatizaba con la Verdemarelha.
Se silbó el inicio y el juego fue aguerrido. Una batalla táctica con orden y razón. Al medio tiempo: 0-0. En el segundo periodo, gol de Serbia. A los pocos minutos, descontó Brasil. 1-1. Se acabaron los noventa minutos de tiempo regular.
¡Nos fuimos a tiempo extra! Hubo oportunidades en ambas porterías, pero al minuto 118 sucedió una pesadilla para cualquier equipo que haya batallado más de cien minutos para ganar, o al menos, para irse a penales. Descolgada del equipo europea que dejó en mano a mano a delantero y portero. Venció Serbia. Gol que fulminó.
Los serbios celebraron con gozo un momento histórico para su balompié. Esta generación trae futbol, ánimo y un prometedor futuro.
La ceremonia de premiación de un Mundial es otro instante mágico. Son los minutos por los que trabajaste años.
Al final, de eso se trata, la recompensa te la llevas para toda tu vida, para Donde Quieras Estar.
Alberto Guadarrama
@guadarrama
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