Foto de portada vía maspormas.com

Alguna vez ya se había presentado en TEDx- Cuauhtémoc 2017 hablando respecto a su célebre personaje de twitter @DonPorfirioDiaz. Ahora en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2018, presentando su cuarto libro de nombre Iturbide: el otro padre de la patria. Aquí, Pedro J. Fernández nos demostró que es el reflejo de sus propias obras y no al revés.

Ingeniero en computación y electrónica por la Universidad Iberoamericana, pero mayormente apasionado por el archivo histórico dedicado a Porfirio Díaz que la universidad alberga, Fernández alcanzó su popularidad en julio de 2010 luego de abrir la cuenta que lo volviera famoso en redes sociales dedicada a la divulgación histórica con toque satírico de uno de los personajes más polémicos dentro de nuestra historia nacional. Y es que como él mismo afirma “Las personas aman u odian a Don Porfirio, depende del enfoque en el que lo hayan estudiado. Por eso yo me encuentro justamente en el medio”.

De esta forma, lo que vuelve digno al trabajo de Fernández, no es únicamente el exquisito tratamiento de mensajes que da a los mismos, sino el hecho de jugar a ver la historia como la propondría Walter Benjamín: “a contra pelo”. Pues a través de sus palabras –ya sean por tweets o por su literatura–, Pedro J. Fernández logra descentralizar lo que se concibe como “la versión oficial de la Historia” al exponer aquellas versiones periféricas de los sucesos entorno a personalidades como Díaz o Iturbide.

Respecto al primero, en su libro Yo, Díaz, luego de leer las vivencias del ex presidente mexicano, el autor coloca a sus lectores en un dictamen para no juzgar a este personaje únicamente como presidente, sino también como hombre y militar. Mientras que por otra parte, en su más reciente obra dedicada a Iturbide, nos invita a replantearnos la relevancia del mismo dentro del movimiento independista y pensarlo en un marco igual de importante que el de la figura de Miguel Hidalgo.

Así, podemos pensar a Pedro J. Fernández como a sus propias obras a través de la siguiente interrogante: ¿Cómo puede un ingeniero ser tan buen novelista histórico? La respuesta es sencilla: Fernández resulta ser su propio álter ego, su propio doppelgänger; dispuesto a ver la otra cara de la moneda dentro de su propia historia y vocación, pero no solamente en su ejercicio como literato, sino también plasmándolo en la selección y reconstrucción de la narración de sus personajes.