Cuba dice adiós a "la novia de Matanzas"
La ganadora del Premio Nacional de Literatura en 1997, Carilda Oliver Labra, también conocida como "la Novia de Matanzas", falleció a la edad de 96 años en su casa en la provincia cubana de Matanzas, el pasado 29 de agosto.
Su pasión fue la poesía, pero también fue profesora de escultura, pintura y daba clases de inglés. Es considerada una de las poetisas más destacadas de Cuba y Latinoamérica. El erotismo era una característica constante en sus sus obras, a pesar de que vivía en una época donde era mal visto por la sociedad, también escribió sobre el amor por su patria y su ciudad natal, Matanzas.
"No me importa que me critiquen. Sólo soy una persona que lleva la vida con franqueza y espontaneidad. He tratado de ser auto crítica, pero nunca otra mujer. A veces, en vez de leer mis libros, la gente me busca para ver qué encuentra del mito, de las exageraciones que se cuentan sobre mí"
Carilda Oliver Labra
De entre sus obras más relevantes destacan: "Libreta de la Recién Casada" escrita en 1998, "Se me ha perdido un hombre" de 1993, "Al sur de mi garganta" de 1949", "Canto a Matanzas" de 1955, entre otras.
Carilda fue relacionada con grande figuras como Ernest Hemingway, Fidel Castro, Rafael Alberti, Nicolás Guillén, José Lezama Lima, entre muchos otros.
A lo largo de su carrera literaria, Carilda recibió múltiples premios como el 'Premio Nacional de la Competencia Hispanoamericana del American Athenaeum' en Washington, con motivo del tricentenario de Sor Juana Inés de la Cruz, también recibió el 'Segundo Premio del Premio Nacional Henández Catá', entre muchos otros reconocimientos.
Poesía
Por poderosa sangre voy llamada
a un latido constante de temblores.
Me quedo en esta huida de las flores,
con ese fin de soledad tocada.
Y cerca de esto, que parece nada,
me transcurre una furia de esplendores
con ganas de vivir, como los dolores
del fondo de la vena a la mirada.
Trasiego audaz, mandato de la estrella
(cuando te llevo aquí casi soy bella):
ahógame en tu rabia salvadora,
recógeme de mí –que soy lo inerte
y tú eres lo que vive de la muerte-
en la pluma patética y sonora.