Eran los años treinta del siglo XX, precisamente el año 1933. Al mundo le iba mal entonces. El trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos, el demócrata Franklin Delano Roosevelt, sustituía al republicano Herbert Hoover, en medio de una miserable situación económica y social que en aquel entonces atravesaba la nueva superpotencia, el país más poderoso del planeta.
Las Hoovervilles, o los campos de indigentes, dominaban las plazas públicas, los parques, los baldíos y las fábricas abandonadas por las quiebras de la Gran Depresión de 1929: era el primer gran error del capitalismo, la súper especulación.
Inmediatamente, en los primeros cien días de su gobierno, el presidente Roosevelt, impulsó un proyecto de reformas y programas basados en la estatización y las medidas regulatorias de John Maynard Keynes quien proponía la inversión del estado en las actividades económicas durante la crisis para reactivarlas, la creación de programas sociales y colocar al estado como el árbitro que equilibrara los excesos capitalistas que provocaron la Gran depresión.
Ese pacto fue nombrado como el New Deal. Un plan que tenía como objetivos principales reactivar el empleo, dar asistencia social a los desempleados, construir infraestructura, crear hogares para los desprotegidos y reformar la deuda de los bancos y sus préstamos.
Los efectos, positivos e inmediatos del New Deal de los primeros cien días de la administración del Presidente Roosevelt, se han convertido a través de los años, en un patrón de medida de tiempo, para el resto de las administraciones subsecuentes en los Estados Unidos y, en una buena parte, de otras naciones del Mundo. Es así como se evalúa el desempeño de las nuevas administraciones desde sus primeros cien días.
En una paradoja del tiempo y el espacio, se abre un agujero de gusano que nos pone al paralelo entre los años de las Hoovervilles llenas de blancos, negros, judíos, extranjeros pobres, sepultados por el olvido del Crack del ‘29 y la crisis del súper capitalismo en la era del libre comercio, donde negros pobres, hispanoamericanos, precisamente mexicanos, judíos, musulmanes, distintos, son señalados por el presidente electo, Donald Trump, como los culpables de la crisis económica de los Estados Unidos.
En menos de un mes, el poder será entregado en sentido inverso a la entrega del poder en el año 1933, pero esta vez, la estafeta pasará de Barack Obama, primer presidente negro de los Estados Unidos, al próximo presidente, Donald Trump, primer plutócrata y republicano de extrema derecha.
A finales de noviembre de 2016, pocos días después de la elección durante aquel “Martes negro” , el equipo de Trump fue nombrado poco a poco, bajo la promesa del empresario de sacudir Washington. Los nombramientos de sus hombres de confianza han sido un mensaje duro para su nación y el resto del mundo.
Desde sus amenazas de rechazar la firma del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), la invitación a Sylvester Stallone para ser director del Fondo Nacional de Creadores Artísticos –misma que fue rechazada por el actor–, o la exclusión de Rudolph Giuliani en el gabinete, nos hemos convertido en espectadores de un espectáculo que fue armado para obtener el apoyo de los sectores más resentidos por la crisis, a través de una política populista y un discurso extremo.
Los primeros días de la Administración Trump serán cien días difíciles para el panorama mundial, para su política y economía. Sin embargo podemos leer el mensaje que el plutócrata y su equipo están mandando al resto del mundo, a través de los nombramientos clave, los cuales tienen como puntos en común el petróleo, su trabajo en Rusia y Medio Oriente, sus escándalos con los medios y sus orígenes de ultraderecha.
Henry Kissinger, 93 años.
Ex Secretario de Estado en los gobiernos republicanos de los años setenta.
Uno de los hombres más influyentes de los Estados Unidos, promovió los acuerdos de desarme con Rusia, los tratados de París que le dieron fin a la Guerra de Vietnam, fue artífice del golpe de estado a Salvador Allende en Chile.
En mayo pasado, Trump sostuvo una reunión con Kissinger con la finalidad de encontrar su apoyo, el cual obtuvo de manera parcial. Henry Kissinger ha declarado que su apoyo era mayor a la candidatura de Hillary Clinton, aunque en días recientes el ex Secretario de Estado ha pedido en entrevistas que den oportunidad “al más original de todos los presidentes que ha visto”.
Además, Kissinger cuenta con gente de su confianza en puestos clave: la comentarista de Fox News, Kathleen Troia McFarland, quien fungió como asistente de Kissinger en los años setenta fue nombrada como mano derecha del General Mike Flynn –también conocido por su islamofobia y su proximidad a Rusia–, quien será el asesor principal del presidente electo en materia de seguridad nacional.
Rex Tillerson, 64 años.
Secretario de Estado.
Ex director ejecutivo de la ExxonMobile Corporation.
Él mismo se ha nombrado como uno de los más cercanos a Vladimir Putin, presidente ruso, y uno de sus aliados más cercanos para su ascenso en los años noventa.
Nombrado como Secretario de Estado el pasado trece de diciembre. este movimiento sacudió a Washington de manera fuerte, permitiendo la especulación sobre pagos de favores a grandes corporaciones por el apoyo a su candidatura.
Rex Tillerson ha sido ejecutivo de ExxonMobil de toda la vida, su ascenso es evolutivo y constante desde los años ochenta. Se ha desempeñado como jefe de exploraciones para esta compañía, valuada como la quinta más grande del mundo según su capital, dentro de Estados Unidos, Yemen y Rusia.
En los pasados conflictos de Crimea, Tillerson se mostró como un aliado del presidente Putin y también como un crítico duro de las políticas y sanciones que Barack Obama impuso frente a Rusia, luego de este conflicto ucraniano.
Mike Pompeo, 52 años.
Director de la C. I. A.
Ex congresista por Kansas, miembro de las fuerzas de defensa en los años finales del muro de Berlín. Graduado de la U. S. Military Academy, luego posgraduado como abogado por la Universidad de Harvard.
Enemigo de Hillary Clinton. Como congresista, formó parte de una investigación que afectó seriamente a Clinton en su campaña: los sucesos de 2012 en la embajada de Estados Unidos en Bengasi, Libia, donde fue asesinado el embajador estadounidense –junto a tres connacionales– en manos de una turba. En esa época, Hillary Clinton era la Secretaria de Estado de la administración de Obama, y Pompeo la responsabiliza de haber contribuido al crecimiento del Estado Islámico.
Steve Mnuchin, 54 años.
Secretario del Tesoro.
Ex Socio y ejecutivo de Goldman Sachs, co fundador e inversionista de RatPac Productions, compañía productora de cine en Hollywood.
De origen judío, Mnuchin encarna la contradicción del discurso de Trump; mientras sus asesores en medios manejan uno de los portales más radicales en las posturas WASP, el próximo tesorero de la nación más rica del mundo es parte de uno de los sectores más rechazados en el discurso de campaña de Trump, la comunidad judía estadounidense, la segunda más grande del mundo.
Egresado de la Universidad de Yale y miembro de Skull and Bones, Mnuchin es el tercer socio de Goldman Sachs el fondo de inversión donde trabajaba su padre desde 1957, y una de las entidades responsables del fracaso de los subprimes y la crisis global de 2008.
Encargado de las finanzas de la campaña de Trump, tuvo su primer contacto con el presidente electo luego de un problema legal por unos edificios en Chicago en los tardíos noventa.
En la nueva película de Warren Beatty, Rules Don’t Apply, el próximo Secretario Mnuchin interpreta a un banquero, siendo este, uno de los puntos de su relación con Hollywood. Él, junto con Brett Rener, es socio de la productora RatPac, que ha llevado a la pantalla películas como Avatar, Mad Max: Fury Road o Abraham Lincoln: Vampire Hunter, por ejemplo.
Stephen Bannon, 63 años.
Jefe de Asesores de la Casa Blanca.
Ejecutivo del portal noticioso Breitbart, ex asesor de inversiones en Goldman Sachs.
De origen irlandés, católico. Graduado de la Universidad de Negocios de Harvard y de Georgetown, escuela jesuita para asuntos gubernamentales, en Seguridad Nacional. En el momento más bajo de su campaña, cuando nadie creía que Donald Trump pudiera ganar la las elecciones estadounidenses, Bannon fue nombrado por Trump como su director de prensa y publicidad.
El trabajo de Bannon, encargado de hacer llegar el mensaje de Donald Trump a los medios, , llevó al magnate a la Casa Blanca y le consiguió el apoyo de los sectores más resentidos de la población estadounidense: blancos de clase media baja, negros pobres y, sorpresivamente, algunas mujeres (a pesar del misógino mensaje de Trump en su campaña).
La base del trabajo de Bannon está en su portal breitbart.com, donde se publican notas de ultraderecha, junto a contenidos absurdos (como el video donde se le pregunta a la gente si prefieren que su hijo fuera feminista o que padeciera cáncer). Bannon también es el principal impulsor del movimiento radical “Alt-right”, una base de apoyo clave para Donald Trump.
¿Qué dice Trump?
A través del análisis de los perfiles de estos hombres que manejarán el destino del país más poderoso del mundo podríamos encontrar algunas de las respuestas sobre cómo serán los primeros días de la administración Trump. Además de los cambios que ya ha anunciado a través del video transmitido el 21 de noviembre, donde adelanta de forma breve sus políticas para los primeros cien días de su mandato.
https://www.youtube.com/watch?v=m7-9-_zQPoE
En éste, Trump se enfoca en los trabajadores americanos y la promesa de “hacer a América grande de nuevo”:
“Se trate de la producción de acero, la construcción de automóviles, o curar enfermedades, quiero que la próxima generación de producción e innovación tenga lugar aquí, en nuestro gran país, creando riqueza y empleos para los trabajadores estadounidenses.
Como parte de este plan, le he pedido a mi equipo de transición elaborar una lista de acciones ejecutivas que podemos tomar desde el primer día para restaurar nuestras leyes y recuperar nuestros empleo. Iba a emitir nuestra notificación de la intención de retirarse de la Asociación Transpacífica, y sustituirla por acuerdos bilaterales de comercio justo".
El mensaje del próximo presidente Trump, es contundente: cerrar las fronteras al libre comercio, manteniendo la fuerza productiva dentro de los Estados Unidos, seleccionando a sus socios para fines específicos, manejando el país con gente afín a un discurso extremista, frívolo, engañoso y conducido por empresarios, CEO´s y multinacionales. Principios que son contrarios al modelo económico que las administraciones republicanas de Ronald Reagan y George Bush Sr., impusieron en el mundo en los años ochenta.
He aquí el futuro que nos ha alcanzado, el día que no pensábamos pudiera ser real apenas hace 60 días atrás, se acercan y vienen acelerados, a toda velocidad. Días parecidos o tal vez parodiando a los días de las Hoovervilles, del crack de la bolsa, los días que la sociedad de la información, de la aldea global, se propuso jamás regresarían.