Por: Juan José Ramírez
Es injusto decir que hay villamelones en el GP de México de la Fórmula Uno. Eso no quiere decir que sea irreal. Pero yo lo quisiera traducir como un interés natural a un deporte nuevo para nosotros como lo es el automovilismo. Estoy seguro que al igual que yo, muchos aficionados o mismos periodistas, desconocen el lenguaje de la F1. Eso no quita que nos empapemos de las noticias, historia y terminología del deporte.
Estar marginado de tener contacto con la pista hace casi imposible entender y palpar el deporte. Más adelante explicaré el por qué de ello.
Resulta interesante el manejo y la operación de un evento como la F1. No puedo mentir que caminar entre figuras como Lewis Hamilton, Sebastian Vettel, Nico Rosberg, Sergio Pérez, el histórico Nicky Lauda o el mismo Juan Carlos I, ex rey de España, resulta interesante y ajeno para mi y la prensa mexicana. Desde un inicio fuimos advertidos: caminarán junto a todos ellos y tendrán que contenerse. Sin fotografías, entrevistas o acercamientos a ellos. Imposible contener el ímpetu del reportero mexicano; que por un lado quiere la nota y por el otro, la fotografía del recuerdo.
Este espacio de convivencia se conoce como paddock. El área donde desembocan los boxes (garajes) de las escuderías. Este espacio se encuentra detrás de los pits y a un costado del Foro Sol. Ahí estamos. En ese espacio caminan conductores, periodistas famosos, políticos, empresarios, pilotos, jefes de escuderías, invitados VIP y hoy me enteré, hasta representantes de la realeza.
El asunte de la alcurnia y el esnobismo es algo que se complica con mi forma de ser. Convivir con este ambiente, he de confesarlo, no resulta fácil. La hostilidad de los pilotos supera a la de los futbolistas o deportistas más renombrados que he conocido. Esa hostilidad atrae a la población mexicana que se considera parte de la crema y nata de nuestro país. Digamos, los convoca a querer aparecer en la fotografía de Sociales del día siguiente.
Más allá de este fenómeno, resultó interesante el camino al Autódromo Hermanos Rodríguez. Su remodelación tardó más de 15 meses y el GP de México requirió una inversión de 360 millones de dólares entre el Gobierno Federal y la Iniciativa Privada. Esto en un país que necesita invertir ese dinero en otros sectores. Pero bueno, una vez invertido ello y con los cuestionamiento que esto puede genera, estamos aquí. Frente a un deporte ajeno y a la vez llamativo. Como tan llamativo fue ver usuarios nuevos del metro en la línea 9 y que lo utilizaron por primera vez en su vida. “Nunca había visto tantas cabezas rubias en la línea café”, comentó una periodista. Y es que los accesos a la Magdalena Mixhuca para disfrutar del evento los limitaron al metro, metrobus y RTP. Adiós al auto. Una buena medida y que pone a prueba la funcionalidad del transporte mexicano.
Pits, bandera roja, neumáticos, monoplaza, recta, curva, alerón, cilindros, en fin. Muchos términos nuevos y pocas emociones. ¿Por qué? Porque para cierto sector de la prensa acreditada el acceso al evento se limita a proyectores y televisiones. Algunos colegas que han cubierto otros Grandes Premios, aseguran que no es así la dinámica en otros circuitos. Pero resulta increíble que no podremos acceder a una ventana para ver a los autos pasar. Todo se lleva acabo en el Media Center y desde aquí, disfrutaremos del evento más esperado del año en lo que a deporte se refiere.
Muchas emociones de los mexicanos. Muchas banderas, gorras, cascos y gritos. “Checo” lo es todo para esta afición y dicen los especialista, que el piloto de Guadalajara, tiene posibilidades de obtener una buena posición al final de la carrera.
@JotaJotaRam
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