Por: Junfelio Emprendimos un viaje de más de 7 horas para llegar a la Ciudad de México y estar presentes en el festival más importante de Latinoamérica, en esta ocasión no fue un festival con la brisa tropical del mar, palmeras, arena, cocos y bronceador, pero sí con talento de la Radio Pocajú Internacional.
El primer día nos sirvió para recorrer parte de la capital chilanga, viajar en metro y llegar a la locación del festival, fue impresionante ver la cantidad de gente que se dirigía hacia el recinto, al cual se enfilaban toda especie de personas sin importar la edad: niños, adolescentes, jóvenes y hasta familias iban arribando a la locación, una especie de estadio en forma de buque gigantesco que al parecer ocupan para hacer carreras de autos y otros eventos deportivos.
Empezó el festival y nosotros aprovechamos para hidratarnos mientras llegaba la hora para ver a una de las bandas con un peculiaridad en los último tiempos: se trata de XIXA, previo a su presentación nos percatamos del punk de una banda que al parecer era de la misma Ciudad de México, los punks se bajaron del escenario. Había llegado el momento de comenzar a bailar.
XIXA apareció sobre la tarima con una elegancia que ya es característica de la banda, proveniente del desierto de Arizona, las primeras notas musicales empezaron a ser soltadas de forma abstracta, las percusiones comenzaron a sonar al ritmo de cumbia, la psicodelia se hizo presente con unos visuales que formaban parte del viaje, el público comenzaba a acercarse; la primera melodía fue atrapante, nos percatamos de la habilidad impresionante que tienen los muchachos de XIXA. La gente comenzaba a ser testigo de la cumbia en fusión con la psicodelia, una banda que no sólo tocaba, era una banda que tuvo la habilidad de atrapar al público del festival cuando comenzó la, ya conocida, intro de la “Cumbia del Paletero”, las aclamaciones se incrementaron en el momento en que esa peculiar cumbia comenzaba a ser interpretada, la gente en su totalidad bailaba, algunos tenían un gesto de impresión por lo que estaba pasando, la apariencia musical vestía a los músicos como uno de los mejores actos musicales que estaba ocurriendo a lo largo del primer día de jornada. Su set llegó a su fin y la gente comenzó a gritar que no se fueran, lamentablemente la gente se quedó con ganas de seguir bailando.
La luna salió, los grillos comenzaron a cantar, el frío comenzaba a entumir nuestros cuerpos, pero nos nos quedó de otra más que aguantar. Afortunadamente esto culminó en cuanto Bronco apareció sobre esa imponente tarima llena de luces, Guadalupe Esparza tomó el control del próximo gran bailongo, las primeras notas comenzaron a sonar desde ese teclado característico en las melodías de Bronco. Con puros éxitos bailables, esta legendaria agrupación hipnotizó al público durante más de una hora, no se trataba de un sueño, se trataba de una de las agrupaciones que marcó una época en México; esos niños que crecieron escuchando a Bronco a través de sus padres, ahora son unos jóvenes, por lo que les fue inevitable perderse la presentación de este grupazo que, con “Zapatos de Tacón”, cimbró hasta las inmediaciones del llamado Foro Sol.
Bronco fue el último acto del primer día, por lo que decidimos buscar la salida y partir, nuestro objetivo era encontrar esos tradicionales tacos mexicanos, acompañados de un buen pulque (una bebida embriagante, viscosa y perfumada, como jamás hemos probado en el Pocajú) y esperar a que el sol volviera a asomarse para seguir contemplando las futuras presentaciones que aún faltaban por ocurrir.
Al fin el sol el salió, los pajarillos cantaban, y nosotros nos alistamos para volver al recinto y bailar con la Orkesta Mendoza, a quienes encontramos preparando toda su show para subir al escenario. Un montón de músicos se hicieron presentes para abrir con una de la joyas musicales que han puesto a bailar al Marajá recientemente, se trata de la “Cumbia Volcadora”, canción que atrajo a todo el público que se encontraba alrededor del escenario donde se presentaba la Orkesta Mendoza, a quienes acompañaban unas botargas bailarinas que animaron a todas esas especies que se percataron del espectáculo de esta banda. El poderoso acordeón de Sergio Mendoza puso a bailar a todo el público con el estilo de guarachando, como debe ser. Si algo admiramos de la Orkesta Mendoza, a parte de su música, es su arte gráfico: sus portadas de discos tan peculiares siempre serán llamativas, contienen un arte único y exquisito que se vió reflejado durante su presentación con unos visuales que vestían maravillosamente las canciones que se estaban interpretando. se apoderaron del festival, a cualquier lugar donde se mirara la gente estaba bailando, la Orkesta Mendoza y sus exquisita sección de vientos hicieron difícil que alguien se quedará sentado.
Más tarde, nuestras bolsa hidratante fue de gran ayuda para poder bailar un poco de rumba, bolero, guaracha y cumbia con una de las agrupaciones que le ha otorgado más joyas a la fonoteca del Palacio Real del Pocajú, se trata de la peculiar Sonora Santanera. Así es, con toda elegancia, la agrupación fue la encargada del baile a la puesta del sol. Tras 60 años de historia, la Sonora Santanera sigue causando revueltas en los escenarios y esta vez lo hizo con “Los Luchadores”, joya musical que muy difícilmente la habíamos podido escuchar en vivo, colaboraciones sorpresivas con una dama de carácter fuerte, doña Paquita la del Barrio apareció en el escenario para interpretar su indignada “Rata De Dos Patas”, en compañía de la música de la Sonora Santanera. El público aclamó a Doña Paquita, quien se mostraba muy contenta por la reacción del público. La Sonora Santanera cerró con broche de oro su participación cuando tocaron otra reluciente una joya musical de la PKJU: “El Orangután”, una impresionante canción que nos sorprendió, no nos esperábamos recibir semejante ostento musical y mucho menos ver al mismo tiempo a dos leyendas de la música mexicana juntas en el Vive Latino. Sacudimos nuestras maracas pocajutas en honor a los señores de la Sonora Santanera.
Vaya que en este festival verdaderamente se muestra una amplitud de géneros, sin duda hubo mucho goce, así como nos gusta en la PKJU Radio Pocajú Internacional.
El Marajá le envía un resonante ¡Aloha! A los dioses del rock latinoamericano, por bendecir este magno evento.