"Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero"
Nació un 17 de marzo de 1920, con “sol en Piscis y ascendente en Acuario, y un horóscopo de estratega en derrota y enamorada trágica. Empezó a escribir “en serio” cuando tenía 10 o 12 años. Su nombre: Olga Nilda Gugliotta. El mundo de las letras la conocería y querría simplemente como Olga Orozco, la mujer que a cien años de su nacimiento es recordada por poemas como el siguiente:
"Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a
todos que muero.
Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños
y plantas fabulosas
la sombra de un gran tiempo que pasó”.
La fe en la capacidad subversiva de la poesía no abandonó jamás a Olga Orozco, como remarcó en redes el Museo MALBA de Argentina, al sumarse al homenaje virtual que se desarrolló en redes sociales este 17 de marzo, y que también incluyó un streaming desde su Casa Museo con una lectura maratónica de su obra.
Pocos años antes de su muerte, les dijo a un grupo de jóvenes poetas desalentados por la reticencia de las editoriales a publicar poesía: "Si los editores deciden no publicar más libros de poemas, cantaremos la poesía por las calles, la diremos en las plazas, la imprimiremos en papel barrilete".
En el centenario de su nacimiento, el martes 17 de marzo durante todo el día, y a pesar de lo que ha lastimado al mundo el COVID19, se celebró a la gran poeta argentina Olga Orozco (1920–1999) con una maratón de lectura en las redes (Instagram, Twitter y Facebook). Desde Malba y la Casa Museo Olga Orozco, de la localidad de Toay en La Pampa, se compartieron sus versos favoritos en forma de textos, fotos y videos de bocas parlantes (de hasta 30 segundos) con el hashtag #OlgaOrozco100años
Aquí algunos ejemplos:
“Allá lejos ¿para qué?”
Ni mi carne fue triste, ni tampoco leí todos los libros.
Sé que es triste la carne que interroga tan sólo por
ausencia,
porque toda respuesta de otro cuerpo la sume en el error
y el desencuentro,
y la devuelve oscura, vacía, desolada, a su playa desierta.
Pero cuando dos cuerpos elegidos para el amor se
buscan y se encuentran,
cada cuerpo es entonces una respuesta exacta para cada
pregunta del deseo.
Y la carne vertiginosa asciende por el revés de la caída.
Y es delirio de fuego y alabanza, un aluvión de soles,
hasta precipitarse en el suspenso donde vuelan juntas
las dos almas,
y hay un solo aleteo enamorado, contra las puertas de
la eternidad.
No, ninguna tristeza tiene la bendición de un prodigioso
encuentro
que nos lleve más lejos que todas las victorias sobre
los límites del mundo.
Y tampoco leí todos los libros.
Pero abrí muchos libros como puertas que daban a
circulares laberintos de puertas.
¿No cambia cada página el eco de otras páginas y lo envía
más lejos, y es el mismo y es otro cuando vuelve?
Eso es lo que hace el mar con cada ola, el viento con
el olvido y los recuerdos.
Asombrosa tarea la de este desmesurado, ilegible
universo.
Nunca sentí el hastío del jardín atrapado en su estación
sombría,
ni el del ciego papel que me interroga en vano.
No pasó por mi casa la costumbre por su alevosa ráfaga,
congelando los años;
ni me arrojó a la cara su enrarecido aliento de animal
enjaulado.
Solamente el milagro, amargo, deslumbrante o tormentoso,
no la hierba oxidada, creció bajo mis pies.
¿De quién huir y a dónde y para qué?
Dondequiera que vaya soy yo misma pegada a mi
aventura,
a mi ansioso destino tan ajeno a quedarme o a partir
con mi bolsa de fábulas y el indeciso mapa de lo desconocido.
Allá lejos estoy tan cerca de las revelaciones y
las dichas como aquí, como ahora,
donde no logro descifrar jamás el confuso alfabeto
de este mundo.
Olga Orozco.