Por: Diego Rodríguez @MisledTheYouth
Weezer es una de esas bandas que tiene un sinfín de anécdotas y datos curiosos. Rivers Cuomo es un personaje igual de interesante, una cierta mezcla entre Woody Allen y Buddy Holly (explícitamente declarado en una de sus canciones), sin mencionar la genialidad que posee al componer, escribir, y poner uno que otro easter egg en portadas de discos, canciones, o hasta en el mismo nombre de la banda.
El nombre Weezer surge como una declaración. Hay una aceptación de lo nerd al elegir un apodo que marginaba a Cuomo en aquellos días de escuela cuando llegaban esos repentinos ataques de asma. Este es uno de los dos elementos más importantes que forman la esencia de Weezer, siendo el otro un antecedente musical del líder de la banda. Frank Cuomo, un baterista de jazz en la década de los sesenta, es tal vez el principal proveedor genético de un potente genio musical.
Las letras de Cuomo se caracterizan por su amplia honestidad, siempre cerca de lo personal. “Somebody’s Heine’ is crowdin’ my icebox. Somebody’s cold one is givin’ me chills. Guess i’ll just close my eyes”. El primer verso de “Say It Ain’t So” se remonta a los años de adolescencia, un momento en el que abrió el refrigerador, vio una cerveza, y supo inmediatamente que su madre y padrastro se estaban divorciando, pues él había empezado a tomar de nuevo. La canción también hace referencia a la relación con su padre biológico. “This bottle of Stephen’s awakens ancient feelings”, conecta a las dos figuras paternas en la vida de Cuomo con un objeto tan simple como lo es una cerveza.
Un año antes de la formación oficial de la banda, en 1991, Cuomo decidió escribir 50 canciones como un proyecto personal, una tanda que incluiría futuros éxitos como “Undone (The Sweater Song)”, “Only In Dreams” y “My Name Is Jonas”. La primera formación oficial, conformada por Pat Wilson, Matt Sharp y Jason Cropper, no fue una muy prolongada, pues este último fue despedido bajo circunstancias misteriosas, obligado a firmar un acuerdo de confidencialidad que demandaba el no hablar sobre su tiempo en la banda.
No todas las grandes ideas de Weezer salieron a luz. Originalmente la idea de su segundo álbum era aquella de una ópera rock espacial llamada Songs From The Black Hole, pero el concepto fue sustituido por lo que posteriormente se conocería como Pinkerton (DGC, 1996). En los próximos lanzamientos también aparece el ingenio de Cuomo al escribir, desde sus malos encuentros con chicas mitad japonesas, pasando por las salsas picantes que venden en Del Taco, hasta un experimento que consiste Ritalin, tres shots de Tequila e imaginar una pipa para hash.
Parece que cada pizca en la carrera de Weezer ha sucedido con una coincidencia brillante. Como el hecho de que “Beverly Hills” se inspire en la fantasía de vivir con una celebridad; el que “Pork And Beans” fuera un capricho de la disquera para hacer del Red Album (DGC, 2008) algo más amistoso; el que el nombre Raditude (DGC, 2009) fuera producto de la imaginación de Rainn Wilson, mejor conocido como Dwight en The Office; o el que Hurley (Epitaph, 2010), así como su portada estuvieran inspirados por la serie Lost.
Dos colaboraciones con los Muppets (una en su video de "Keep Fishin’" y la otra en el soundtrack de la película), una grabación en la mansión de Playboy, homenajes a Happy Days. Es más que claro, Weezer es el representante de la cultura pop en la música, y sus conciertos no son la excepción. Una de las adiciones más inesperadas, pero más acertadas para el Corona Capital de este año. Se presentarán el sábado 11 de octubre a las 19:45, y no hace falta decir que es imperativo darles un vistazo.