San Cristóbal de las Casas tiene mucho más que estar situada en el corazón de uno de los estados con mayor diversidad cultural y natural de nuestro país. Es mucho más por una simple razón, es el centro de reunión de todos los pueblos del mundo. Ciudad Real, como se le conocía antes, se convirtió en un punto conglomerado de millones de visitas, en las calles hay una confrontación diaria con la multiplicidad de maneras de ver el mundo que se comunican con señas y se mezclan en sonrisas. Estar en San Cristóbal es vivir en primera persona la otredad. Resulta importante que una ciudad que bulle entre historia y lucha tenga la oportunidad de vivir su primer festival internacional de cine, simplemente porque se lo merece.
Durante ocho días se recibieron a más de 13,000 asistentes en las siete sedes de la pequeña ciudad. Se proyectaron 81 películas en 95 funciones; se realizaron 7 foros, 3 diálogos, 1 conferencia y 1 exposición. Con un total de 216 invitados provenientes de 48 países diferentes, el lema del festival “Cine para dialogar” cumplió su cometido, se creó un nuevo espacio de reflexión y debate con varios puntos de vista de distintas latitudes en torno a temas de interés actual.
Un festival que se disfrutó a pie, recorriendo las sedes en el centro de la ciudad como otro turista más. Los coletos –oriundos de San Cristóbal– están acostumbrados al extranjero, es uno el que sufre un shock cultural al estar en la calle. Todos asistiendo al cine, a esta forma de estar en comunidad en completo silencio. Compartir la experiencia con tantas personas es inolvidable. Las funciones al aire libre, traducidas en vivo al tzotzil, reunían a la gente fuera de la catedral a vivir el cine como algo más sagrado que ir a misa dominical.
De grandes invitados y extensas reflexiones acerca del quehacer cinematográfico y la importancia de las audiencias, el primer galardonado fue Costa Gavras, quien recibió la medalla de la Cineteca Nacional y dio una conferencia –conducida por el buen Fernando "El More" Moreno– en donde recapituló lo más destacado de su producción fílmica, la cual se proyectó en la Sala Bellas Artes y generó una muy buena respuesta del público. Hoy parece absurdo que la injusticia que plantea su película Z de 1969 siga aconteciendo en muchos los países. Responsable de un cine cínico y abrumador, uno de los grandes del género cine político pisó tierra chiapaneca y fue un importante recordatorio de que las cosas no han cambiado mucho dentro de las democracias del mundo.
Casi todos los que tuvieron oportunidad de alzar su voz en las conferencias se preguntaron por qué había tan poco interés en el movimiento zapatista. Sólo hay pocas películas que retratan lo ocurrido en 1994, y una de las mejores exposiciones es la cinta de la canadiense Nettie Wild Un lugar llamado Chiapas. Su proyección se convirtió rápidamente en un foro en el que se dirigió la mirada a los pueblos indígenas, a su situación actual y su dura historia. Todo con la triste sorpresa de que no mucho ha cambiado: “ahora ya hay carreteras, y nos llegan productos como la “Coca” y nos ha provocado enfermedades que antes no teníamos, como la depresión y la obesidad”.
Silencio absoluto e insoportable fue lo que causó la presentación de Rojo Amanecer en el homenaje a Jorge Fons. A 25 años de su primera exihibición la película refleja una herida que se abrió y se infectó en la memoria nacional. De películas que retratan al mexicano común, encerrado en cuatro paredes cada vez más angostas como aquella familia en Tlatelolco, el cine de Jorge Fons fue censurado y sufrió piratería, pero sin estas dos no se hubiera convertido en lo que es hoy.
Además de estos dos grandes cineastas San Cristóbal vio desfilar en sus calles al nominado al Oscar, Juliano Ribeiro Salgado, a Hubert Sauper, Nicolas Philibert, Amat Escalante, Diego Quemada-Diez, Rolf de Heer, Billy Martin, Todd Clouser, Dolores Heredia, Héctor Bonilla, Diego Luna, Cecilia Suárez y Tenoch Huerta entre muchos más.
Aunque no hubieron grandes estrenos, las películas se presentaron como un sincero acercamiento a lo lejano que al fin de cuentas es la realidad de todos nosotros.
Películas como la griega Sto Spiti se sienten remotas pero al mismo tiempo íntimas. Una familia griega con la que trabaja Nadja desde hace mucho tiempo decide despedirla. El tiempo ha hecho que Nadja se maneje dentro de la lógica familiar como un integrante más. Así, las relaciones personales se complican y se entrevistan al punto de que Nadja no sabe a dónde ir si no es con ellos y su dignidad y sus derechos son ignorados por todos, inclusive por ella misma.
Propaganda, una película realizada a muchas manos captó en una hora, el inminente distanciamiento de los políticos con su pueblo. Con cámara fija, los directores se ponen en el punto de partida de todas las campañas electorales de Chile y fuerzan la mirada del espectador en la imágenes cotidianas. El resultado es un divertido compendio de la más dolorosa realidad, la seducción entre político y sociedad nunca se da, ninguno se cree su papel y el debut del voto voluntario provocó que las elecciones sufrieran un 60% de abstención.
Los ganadores
Competencia de cortometraje:
El jurado integrado por Javier Solórzano, Eduardo Trías y José Ramos otorgó el Premio Ámbar a Esclava de Amat Escalante (México, 2014).
El jurado otorgó también una mención especial a Slikebal (El comienzo) de Bernardino López (México, 2014) y a Outono (Otoño) de Marco Amaral (Portugal, 2014).
Competencia de largometraje documental:
El jurado integrado por Imunga Ivanga, Nicolas Philibert e Inna Payán otorgó el Premio Ámbar a Je suis le peuple (Yo soy el pueblo) de Anna Roussillon (Francia - Egipto 2014).
El jurado otorgó también una mención especial a Llévate mis amores de Arturo González Villaseñor (México, 2014).
Competencia de largometraje de ficción:
El jurado integrado por Rodrigo Plá, Diego Quemada-Diez y Dolores Heredia otorgó el Premio Ámbar a Macondo de Sudabeh Mortezai (Austria, 2014).
El jurado otorgó también una mención especial a Sto Spiti (En casa) de Athanasios Karanikolas (Grecia - Alemania, 2014).
Los diálogos con la gente y los invitados siempre son lo que importa de un festival. Se busca sobre todas las cosas hacer del cine un medio que se disfrute localmente pero que se piense de forma global. Jean Pierre García resaltaba la importancia de que el festival se abra a la gente, que la gente de la ciudad se adueñe de su festival para que éste se transforme y vaya tomando su propia forma. Hay que recordar que en San Cristóbal hay una variedad importante de gente y que las dimensiones que puede alcanzar este festival son innumerables. ¡Felicidades a la primera edición del #FICSanCristóbal!
Fotos por @DianaSuranga y @elmoremoreno