AMLO y Trump: los motivos de su encuentro, ¿quién gana qué?
Por: Marco Solis
“La primera visita internacional del presidente en turno marca la pauta en materia de Política Exterior”
— María Pía Taracena Gout, Internacionalista de La Ibero.
Después de 19 meses de sequía en términos de movilidad transfronterizo, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió realizar su primera gira internacional a Washington, la capital de Estados Unidos, en plena pandemia del COVID-19, con la entrada de vigor reciente del T-MEC y, sobre todo, con la cercanía de las elecciones en Estados Unidos.
Sin embargo, ¿qué significa esta reunión para ambas partes?
Oficialmente, como se ha señalado desde la Secretaría de Relaciones Exteriores, la visita pretende consagrar una reunión de trabajo los días 8 y 9 de julio. El día 8 pretendió subrayar la agenda bilateral, la cual concluirá con una reunión a puerta cerrada entre el mandatario mexicano y su homólogo estadounidense, mientras el día 9 se pretendió abarcar la agenda trilateral. El canciller ha remarcado que la pretensión es recalcar el compromiso de América del Norte con “el comercio, la inversión y el bienestar.”
Aunque esto no dista de ser cierto, y resulta importante reafirmar los compromisos internacionales como acto diplomático de cajón, ¿en realidad cuales son las implicaciones detrás de dicha reunión? Esto, hundido en un contexto bilateral en el cual las políticas migratorias de Estados Unidos mediante el programa Protocolo de Protección a Migrantes (MPP por sus siglas en inglés) han negado el acceso a territorio para solicitantes de asilo, por lo cual México funge de facto con una dinámica reminiscente a la de tercer país seguro.
En el webinar organizado por el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales titulado “Riqueza desperdiciada: la nueva política energética”, el Dr. Duncan Wood, director del Instituto Mexicano del Centro Wilson, recalcó en este espacio la incertidumbre que sostienen los inversionistas norteamericanos a raíz de las decisiones que se han tomado en contra de la inversión privada en México. Esto se puede ejemplificar con la controversial Política de Confiabilidad Federal de Competencia Económica promovida por la Secretaría de Energía (Sener), la confrontación del titular de la CFE, Manuel Bartlett, con empresas norteamericanas acerca del gaseoducto del Sistema Sur Texas-Tuxpan, la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco o la cancelación de la cervecería en Mexicali. El exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa, en su reciente entrevista con el periódico El País, lo mencionó: “si quieres crecer como país debes tener al menos una inversión del orden el 25% (…) ¿Qué es lo que pasó ya para 2019? Que en lugar de 22.9% del PIB acabó siendo 20.2% del PIB. (…) la inversión privada también cayó. ¿Por qué? Pues, por una falta de confianza, me parece a mí, en el Gobierno federal.”
En este sentido, para el gobierno actual, y tomando en cuenta el grupo de personas que acompañan la comitiva del presidente a Washington, entre los cuales destacan Ricardo Salinas Pliego y Carlos Slim Helú, una de las estrategias podría ser disuadir el miedo de los inversionistas estadounidenses frente al actuar reciente del gobierno mexicano, con un propósito de refrendar la atractividad de México como sitio de inversión. Dado el impacto económico que se pronostica como daño colateral de la pandemia en el PIB de México, una contracción que ronda entre el 7 y 10%, es urgente contener a la inversión extranjera, y eso queda claro en esta visita. Sin embargo, eso posiblemente implique para México seguir ignorando la cuestión migratoria en esta visita, ya que, por el panorama actual del país, se ha decidido dar prioridad al eje económico.
Para su homólogo norteamericano, la visita tiene como pretensión influir en las elecciones presidenciales este noviembre. Según la revista The Economist, con datos de la Comisión Internacional de Comercio de Estados Unidos, la entrada en vigor del T-MEC puede aumentar el PIB del país en un 0.35%. La economía de Estados Unidos también ha sido víctima de la pandemia. Según el periódico The Washington Post los datos más recientes enseñan que en el mes de junio un número récord de 4.8 millones de trabajos se perdieron, lo cual significa que la tasa de desempleo para el mes de junio fue de 11.1% según las estadísticas de la Oficina de Trabajo, lo cual significa que un total de casi 14.7 millones de personas siguen sin trabajo. Para Trump, una de sus grandes hazañas a las que solía aludir en campaña y posteriormente como presidente era el regreso de trabajos a Estados Unidos, con lo cual se veía un índice de desempleo de tan solo 3.5% para inicios de año. Espera que con la reunión de esta semana y la entrada de vigor del T-MEC, sea una manera de poder tranquilizar a sus votantes de que la entrada en vigor del tratado significará un área de oportunidad para generar nuevos empleos, lo cual espera que tenga un impacto directamente proporcional sobre las urnas a finales de este año.
Algunos de estos elementos fueron visibles durante la primera parte del viaje. Durante la declaración en conjunto, el presidente Trump habló de la extraordinaria calidad de los 36 millones de Mexicoamericanos que viven en su país. “Inspiran a nuestras comunidades y enriquecen cada aspecto de nuestra vida nacional.” De igual manera, el presidente Trump dijo esto, cuando mencionó al T-MEC, “traerán un numero incontable de trabajos desde el extranjero de regreso al continente”. Ambas frases nos dejan vislumbrar dos cosas: en primer lugar, la pretensión de que esto pueda impulsar su favorabilidad entre la comunidad latina, un grupo cada vez más importante dentro de la agenda política de los partidos en Estados Unidos y en segundo, que la promesa del trabajo seguirá siendo parte de la agenda de Trump.
Asimismo, pareciera que las palabras de AMLO pueden ayudar en ese cometido, al reafirmar el día de hoy frente al podio, “Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto.” Esto se debe a que, para AMLO, el entendimiento con el presidente republicano puede que no presente las dificultades en materia de protección laboral, producto del renegociado T-MEC, que significaría un trato con Joe Biden y el ala demócrata.
No obstante, esto no opaca el fin innegable, que recae en que la existencia del T-MEC es indispensable para ambas economías, por lo que el impacto político de esta visita quedará por verse en el futuro próximo.