Adiós a Harold Bloom, el polémico defensor del placer de leer por leer
El prestigioso y siempre polémico crítico literario Harold Bloom, quien era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica, murió este lunes 14 de octubre, a los 89 años en un hospital en New Haven, de acuerdo con información difundida por agencias informativas y medios de comunicación internacionales, entre ellos el diario El País.
Su fallecimiento fue confirmado a The New York Times por su esposa, Jeanne Bloom, quien contó que dio su última clase, en la Universidad de Yale, donde trabajó durante seis décadas, el pasado jueves.
Bloom fue un acérrimo defensor del canon literario occidental, encarnado en autores como Franz Kafka, Geoffrey Chaucer o William Shakespeare (de este último declaró: "es Dios"), lo que le granjeó la censura de un sector de la crítica, dado que sus referentes son en su mayoría hombres blancos.
Nacido en Nueva York en 1930, Bloom escribió una veintena de obras de crítica literaria y religiosa, entre las que destaca su influyente selección de los 26 autores imprescindibles de occidente (23 hombres y tres mujeres: Jane Austen, Virginia Woolf y Emily Dickinson), reunidos en su célebre libro El canon occidental, que llegó a convertirse en un best-seller internacional a pesar de su carácter académico. Ante las críticas por su desafección por las minorías, él respondió que los críticos multiculturalistas, feministas, marxistas o neoconservadores forman “la Escuela del Resentimiento”.
Rodeado siempre de polémica, en títulos como El Libro de J llegó a sugerir que fue una mujer la que escribió parte del Antiguo Testamento. La crítica feminista, apuntó en una visita a Madrid en 1992, donde presentó aquel libro:
"Es una empresa poderosa y bien organizada —y elijo mis palabras—, con la que no puedo ser objetivo".
Autodefinido como un “secularista con inclinaciones gnósticas”, Bloom era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica. En una entrevista concedida a EL PAÍS en 2014 aseguró que “la mayoría de los que se llaman a sí mismos poetas solo son versificadores. Y la mayoría de los que se llaman a sí mismos críticos no lo son de ningún modo, se trata de periodistas, o de ideólogos o propagandistas”.
Según su opinión, un verdadero crítico destaca por “un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances, y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento, y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”.
Defensor de El Quijote, Bloom escribió sobre la novela de Cervantes: “Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores occidentales primordiales, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado: ni Tolstói, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce”.
Si aún no conoces su obra, puedes empezar por alguno de estos títulos entre sus obras #imperdibles por encima de la polémica:
La ansiedad de la influencia (1973).
La religión americana (1992).
El canon occidental: la escuela y los libros de todas las épocas (1994).
Shakespeare, la invención de lo humano (1998).
Cómo leer y por qué (2000).
El futuro de la imaginación (Anagrama, 2002).
Genios. Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares (2002).
Jesús y Yahvé. Los nombres divinos (2005).
Cuentos y cuentistas. El canon del cuento (2009).
Ensayistas y profetas. El canon del ensayo (2010).
Anatomía de una influencia (2011).
Novelas y novelistas. El canon de la novela (2012).
The Daemon Knows: Literary Greatness and the American Sublime (2015).