10 cintas memorables en “Idioma Extranjero”
Noventa y un entregas de Óscares tuvieron que pasar para que México por primera vez obtuviera el premio a Mejor Película en Lengua Extranjera. En su discurso, Cuarón dijo que había crecido viendo películas en "Lengua Extranjera", como como El ciudadano Kane y Tiburón ―un ingenioso chiste, de un cineasta brillante―. Este premio ha sido otorgado a verdaderos artistas de la cinematografía mundial, y aquí te presentamos una razonable lista de 10 películas ganadoras en esta categoría, sin pretensiones, seleccionadas de acuerdo al criterio de un espectador mexicano, en estricto orden cronológico.
1949 Ladrones de bicicletas (Italia), Vittorio de Sica.
Tal vez hayan leído alguna vez que esta película es una de las piezas claves del llamado neorrealismo italiano, o que es la película favorita de algún afamado director, o que cierta revista la consideró la mejor película de todos los tiempos, o que, además de este Oscar, ganó tal o cual premio. Lo cierto, es que en su momento presentó un retrato honesto y entrañable de la realidad social italiana, a través de una historia que distaba mucho de la idea que todos teníamos ya sea de la magnificencia del Imperio Romano, o de la detestable antagonista de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
1951 Roshomon (Japón), Akira Kurosawa.
Se vale admirar el rigor escénico y estético de directores como Stanley Kubrick o Wes Anderson, pero hasta hoy nada es comparable a la majestuosidad que ostentaban las obras de este cineasta originario de Tokyo, en un país con recursos considerablemente menores a los de la industria de Hollywood. Al talento y sensibilidad del señor Kurosawa le agregamos la memorable interpretación de su inseparable actor, el carismático Toshiro Mifune (una relación similar a la de Tim Burton y Johnny Depp, o a la de Ismael Rodríguez y Pedrito Infante), y el resultado es una historia que tomó por sorpresa al llamado "mundo occidental".
Nota: las dos películas anteriores fueron galardonadas con premios especiales, antes de que se formalizara una categoría llamada "Mejor película en lengua extranjera". La primera en ganar de manera oficial esta nueva categoría, fue la siguiente:
1956 La Strada (Italia), Federico Fellini.
Si los italianos han sido tradicionalmente los consentidos de la Academia, Fellini es el hijo predilecto: contando ésta, ganó en total cuatro veces el premio a Mejor Película en Lengua Extranjera. En La Strada (La calle) disfrutamos de un Fellini joven, dotado de una fuerza emocional y una sencillez natural para contar historias, antes de que se convirtiera en el frío e intelectual autor de obras incomprensibles, que la crítica pretendía disfrutar. Los protagonistas, Giulietta Massina y Anthony Quinn, hacen de sus personajes ―Gelsomina y Zampanò, respectivamente― verdaderos símbolos universales.
1966 Un hombre y una mujer (Francia), Claude Lelouch.
Jean-Louis Trintignant como "el hombre" y Anouk Aimée como "la mujer". Una película apoyada más en imágenes que en diálogos, producida en plenos años sesenta; la década que cambió el rumbo del siglo XX de manera tan vertiginosa, como las carreras de autos en la película. Mientras en idioma inglés se escuchaban en la radio "Eleanor Rigby", "Under My Thumb" y "Wouldn't It Be Nice", el tema musical que Francis Lai compuso para esta película se volvió un éxito, al grado que, incluso los niños de este siglo ya lo traen en el subconsciente.
1972 El discreto encanto de la burguesía (Francia), Luis Buñuel.
Nuestro querido Buñuel era casi mexicano. Aquí dirigió clásicos deslumbrantes como Los Olvidados, La ilusión viaja en tranvía y Viridiana; sin embargo, al final de su carrera regresó a Europa y realizó una serie de películas en Francia ―el país que produjo su primera obra, Un Chien Andalou―. En esta segunda vuelta por allá, nos regaló imágenes que son verdaderas estampas surrealista, a través de obras como Belle de Jour, Le Fantôme de la Liberté y precisamente, Le Charme discret de la bourgeoisie. Por cierto, aquí sale Stephane Audrán, actriz fallecida en 2018, y que fue recordada "In Memoriam" durante la ceremonia de los Oscares.
1983 Fanny y Alexander (Suecia), Ingmar Bergman.
El mismo realizador sueco que nos regaló la célebre partida de ajedrez con la Muerte, en El Séptimo Sello, nos presenta en esta ocasión un relato autobiográfico sobre su infancia, por medio de esta historia situada a principios del siglo XX. Como pudimos comprobar este año con Roma, este tipo de recuerdos son tan honestos como melancólicos, y si el espectador logra conectar de manera empática con la historia, el resultado es muy conmovedor. Advertencia: la versión completa dura arriba de cinco horas.
1989 Cinema Paradiso (Italia), Giuseppe Tornatore.
La única de esta lista en la que el nombre de la película es más famoso que su director. Cinema Paradiso fue un fenómeno de su época: a pesar de no ser una película hollywoodense, gozó de una saludable distribución (incluso en México fue exhibida en varias salas), y su tono ―tan nostálgico como cinéfilo― simplemente cautivó al público. Una recomendación: vale la pena ver primero la edición internacional de dos horas y, después de secarse las lágrimas, ver la Edición del Director, de casi tres horas, que cambia por completo nuestra percepción inicial.
1999 Todo sobre mi madre (España), Pedro Almodóvar.
Un cineasta con películas que pueden ser dramas desgarradores o comedias divertidas, siempre transgrediendo los límites de lo correcto, con personajes tan únicos como complejos. En Todo sobre mi madre, Pedro Almodóvar logra finalmente sintetizar lo mejor de los elementos que lo hicieron grande. En México hemos seguido muy fielmente su trayectoria, gracias en gran parte a que entendemos los diálogos (bueno, casi siempre) y al lazo filial que nos une con la Madre Patria. Sobre el título de esta película, es una alusión al clásico hollywoodense All About Eve.
2001 Tierra de Nadie (Bosnia & Herzegovina), Danis Tanović.
Lo único válido que se puede decir sobre esta película sin echar a perder su trama, es que, entre tantas historias de guerra, no hay ninguna similar a ésta. Prácticamente no hay disparos y los típicos horrores del conflicto, son rebasados por un creciente sentimiento de desesperación y frustración.
2012 Amour (Austria), Michael Haneke.
Una historia de amor muy diferente a las que hemos visto en pantalla: cruda, sin filtros, y en definitiva, posible. Lo más escalofriante de su discurso, es que, a final de cuentas, sí es el amor lo que mueve los acontecimientos. Dentro de nuestra lista, aquí repite como actor Jean-Louis Trintignant, el hombre de Un hombre y una mujer, 46 años después, muy distante del galán que conoció el mundo en 1966.