Presenta Paulina Chavira su antimanual del lenguaje igualitario — IBERO 90.9


ESCUCHA
EN LÍNEA
FM
IBERO.2
El antimanual de Paulina Chavira para un mejor español

El antimanual de Paulina Chavira para un mejor español

Por Hatsi Sanchez

Imagina la escena: un salón lleno de alumnos, atentos a las palabras del profesor. Todos, emocionados por participar, levantan la mano cada vez que se hace una pregunta. En esta clase de 10 personas, nueve son mujeres ¿Las imaginaste?

El lenguaje es una herramienta, y parece un poco cliché decir que lo que no se nombra no existe, pero todavía hay posturas que se niegan rotundamente a nombrar realidades. El pequeño ejercicio imaginativo muestra, de manera sutil, como socialmente las mujeres no se identifican con el masculino genérico. Si se ve la imagen completa, son muchas más existencias las que se borran.

Paulina Chavira, periodista y escritora del libro Antimanual de Lenguaje Igualitario, aborda esta temática, primero desde una diferencia: el lenguaje igualitario y el lenguaje incluyente.

"Una cosa que me pasó al hacer este libro surge cuando estaba trabajando en un medio de comunicación muy importante, en el cual fui la editora de estilo. Entonces no sólo podía decirse que ya se usara la “e” que sería el lenguaje incluyente. Entonces empecé a buscar una forma de desdoblar el lenguaje, de buscar maneras en las cuales el masculino no fuera la única solución. Así es como llegué al lenguaje igualitario”.

En otras palabras, una cosa era garantizar que la información reflejara la realidad de manera precisa, y otra era encontrar maneras de expresión en las que todas las personas se sintieran representadas. Ahí surgió la necesidad de diferenciar entre lenguaje igualitario y lenguaje incluyente.

El lenguaje igualitario es, en palabras de Paulina, "referirme a cualquier persona, sin importar su identidad, su identificación de género, su expresión de género, su edad, su etnia, su discapacidad. O sea, cualquier persona con las características que tenga pueda sentirse vista, identificada, dicha, expresada". En este sentido, la propuesta es evitar que el lenguaje sea una herramienta de exclusión y buscar una manera de comunicarnos que no invisibiliza identidades.

El respeto es un pilar fundamental en la comunicación, y el lenguaje es una de sus expresiones más evidentes. Nombrar a las personas de la manera en que desean ser nombradas es un acto de reconocimiento y dignidad. Más allá de reglas lingüísticas, se trata de comprender que el lenguaje impacta en la forma en que construimos la realidad y en cómo validamos la existencia de quienes nos rodean. Adaptarnos a un lenguaje más inclusivo no significa imponer normas arbitrarias, sino generar espacios donde todas las voces sean escuchadas y respetadas.

El reto principal es el masculino genérico que nos han enseñado que es “neutral”, cuando en realidad es parte de un sistema que históricamente ha invisibilizado a muchas personas. Cambiar esto implica reaprender cómo nos comunicamos y cuestionar normas que antes dábamos por sentadas. Esto de una u otra forma implica una disrupción del sistema actual. 

Para quienes quieren usar lenguaje igualitario pero temen la resistencia social o institucional, Paulina aconseja: "Lo importante es la intención. No se trata de que un día cambies todo tu vocabulario, sino de que poco a poco incorpores nuevas formas de expresarte que hagan sentir a más personas incluidas".

El impacto no se limita al género, pues el lenguaje igualitario también busca que las palabras no perpetúen discriminación hacia otros grupos. "No somos ‘discapacitados’, somos personas con discapacidad. El lenguaje igualitario busca que todas las identidades sean reconocidas sin reducirlas a una sola característica."

Por otro lado, una de las mayores barreras para incorporar estas estrategias es el miedo a equivocarse. Muchas personas se sienten inseguras al usar la “e”, la “x”; o incluso al evitar el masculino genérico por temor a la burla o la crítica. Pero Chavarría enfatiza que "es normal dudar, pero lo importante es la disposición a aprender. No se trata de ser perfectas, sino de ser conscientes y respetuosas".

A pesar de las resistencias, el debate en torno al lenguaje igualitario también ha impulsado una reflexión sobre cómo las palabras construyen realidades. Si bien algunas personas pueden percibir estos cambios como innecesarios o forzados, la historia demuestra que la transformación del lenguaje ha sido una constante en el desarrollo de la sociedad. Adoptar nuevas formas de expresión no sólo amplía el horizonte de inclusión, sino que también nos reta a ser más conscientes de cómo nuestras palabras impactan en los demás.

Al final del día, el lenguaje es una práctica cultural y política: "Hablar con lenguaje incluyente es un acto político. Nos enfrentamos a estructuras de poder que prefieren mantener el status quo, pero cada vez que nombramos correctamente a una persona estamos desafiando esas estructuras".

La clave está en adaptar el lenguaje a cada contexto sin imponer una única solución. "No hay una única forma correcta de usar un lenguaje igualitario. Lo importante es ser conscientes del contexto y buscar maneras que permitan que más personas se sientan representadas sin imponer una única solución. Más allá de normas gramaticales, estamos hablando de personas. Escuchar cómo alguien quiere ser nombrado es un acto básico de respeto y reconocimiento”.

El lenguaje no sólo nombra el mundo, lo moldea. Y en esa construcción, hay oportunidades para que todas las identidades sean vistas y reconocidas. La invitación, entonces, es a cuestionarnos cómo hablamos y a quién estamos dejando fuera con nuestras palabras.

En las Migraciones de  Gloria Gervtiz

En las Migraciones de Gloria Gervtiz

 Las ciénegas de Lorine Niedecker se dejan ver en North Central

Las ciénegas de Lorine Niedecker se dejan ver en North Central