Después de haber lanzado un álbum como Paradise Has No Border (National Records, 2017) en el que la agrupación de ska más legendaria de Tokio colaboró con bandas como Inspector o Los Auténticos Decadentes, y además con una producción recientemente estrenada en marzo de 2018, era cuestión de tiempo para volver a tener a Tokyo Ska Paradise Orchestra –Skapara para fans y amigos–, en territorio mexicano.

Fue a partir de su presentación dentro del festival Vive Latino, en su edición de 2011, que su relación con Latinoamérica se fortaleció. Desde entonces sus colaboraciones con bandas y artistas de la escena hispanoparlante del ska ha ido en aumento, y el lugar, ya de por sí proverbial, que ostentaban en el mercado asiático se extrapoló rápidamente a nivel internacional, permitiéndonos disfrutar con mayor frecuencia de espectáculos como el de el pasado sábado 18 de agosto en el Plaza Condesa.

El evento, cuyos boletos estaban completamente agotados, comenzó de manera puntual al dar las 20:00 hrs., ningún “telonero” o banda invitada para calentar motores fue necesaria, los asistentes, ataviados en muchos casos con botas Dr. Martens y camisas a cuadros blanquinegros, a juego con sus tirantes, explotaron eufóricos una vez que las luces del recinto cayeron para dar paso los reflectores en el escenario.

Hajime Ohmori apareció al centro del escenario preguntando a la audiencia con un perfecto español: “¿Cómo están México?”, seguido inmediatamente por las primeras notas de “Skull Colector”. Los saltos de absoluto júbilo del público hicieron que el recinto temblara, literal. Ningún alma en la pista o en los palcos pudo reprimir sus ganas de bailar.

Entre canciones como “Skaravan”, “Glorious”, “The Battle of Tokio” y “Paradise Has No Borders” se escuchaba el vitoreo del público: “¡Oee, Oee, Oee, Oee, Tokyo, Tokyoooo!”. La banda, elegantemente uniformada con brillantes trajes color gris, se mostró sumamente interactiva con el público, hablando todo el tiempo con un impoluto español –no sólo uno, sino varios de los miembros de Skapara–, lo cual emocionaba incansablemente a los fanáticos. “¡La música no tiene fronteras!”, exclamaron en algún momento, mientras el baile frenético continuaba su irrefrenable curso.

Hacía la mitad de la gala hizo su aparición en el escenario una encantadora invitada, envuelta en un vestido púrpura, Kavka Shishido, tuvo la bienvenida de todos lo integrantes, además de halagos por su talento como actriz, cantante y baterista, lo cual pudimos comprobar cuando procedió a interpretar un cover del tema de la película Coco: “Recuérdame”.

Después de interpretar “Samurai Dreamers” la banda tomó un breve respiro para dar paso a uno de los momentos más memorables de la noche, el inconfundible saxofón de “One Step Beyond” comenzó a sonar haciendo temblar nuevamente el recinto, los repartidores de cerveza que caminaban entre el público, sus ayudantes, las chicas que atendían la barra, los miembros del staff de seguridad, el público en la pista, el público en el palco... Todos comenzaron a hacer skanking –o cuando mínimo a saltar– al ritmo del clásico de Prince Buster, sin duda uno de los momentos más emocionantes de la velada.

Después del extático momento, vino una sorpresa más, Ile (ex vocalista de Calle 13) apareció en el escenario para acompañar a la banda con “Te quiero Bugalu” y “Tategaki No Ame”, con gran entusiasmo y una fuerte presencia en el escenario Ile se entregó sin reservas a los fans de Skapara. “¡Puerto Rico, Japón y México, eso es una gran combinación!”, afirmó enérgicamente ante el aplauso aprobatorio de los asistentes.

Después de interpretar “Pride of Lions” y “5 Days of Tequila”, Skapara se despidió momentáneamente del escenario, sólo para volver una vez más con dos piezas que marcarían el final de la noche. Con una bandera de México y al ritmo de “Cielito Lindo”, seguido del tema “Monster Rock”, la banda se despidió de su público, no sin antes prometer que volverán para celebrar su 30 aniversario con nosotros.

Una noche llena de sorpresas y mucho baile que le hizo justicia a toda la alegría que el ska tiene para ofrecer, un ritmo que no tiene edad, lenguaje ni fronteras.

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