Seamos sinceros, hay una tendencia entre los grandes festivales de música en México, las curadurías obedecen a la inclusión de alineaciones tan disímiles que tal pareciera que los empresarios emulan a los celebérrimos vendedores de tamales, puesto que su oferta es de chile, de mole, de rajas y de dulce. Lejos se vislumbran los conciertos que obedecen a las necesidades de un público en específico (que sí los hay y son la minoría), vivimos en tiempos de revoltura e inclusión, somos muy posmos. Y sí, esta bien, no es queja.

El Corona Capital suele ser un festival bastante balanceado, sin embargo, apuesta por la inclusión de actos que pudieran parecer cuestionables, tal es el caso de la banda The Neighborhood, oriundos de la soleada California y creadores de sonidos electro pop que los emparentan estética y musicalmente con las harto conocidas boy bands. Su génesis se remonta al año 2011, la alineación la conforman: el vocalista Jesse Rutherford, los guitarristas Jeremy Freedman y Zach Abels, el baterista Brandon Fried y el bajista Mikey Margott.

El combo norteamericano cuenta en su haber con tres EPs, I'm Sorry... (2012), Thank You (2012) y The Love Collection (2013), y los larga duración I Love You (2013), Wiped Out! (2015) y, finalmente, The Neighbourhood (2018), todos lanzados bajo el sello Columbia Records.

Su sonido se mantiene fiel desde sus primeras producciones, de pronto suena a Crazy Town para millennials, melodías pegajosas, con un estribillo efectivo y el punch de los sintetizadores (nada nuevo bajo el sol), a pesar de ello, la agrupación cosecha a lo largo y ancho del mundo musical una legión de fieles seguidores que se mantienen a la expectativa de cada movimiento de Rutherford y compañía.

El autodenominado “barrio” luce como un quinteto desaliñado de chicos guapos que tira barras suavecitas con temas que hacen alusión al desamor, el hedonismo y el deseo. Vamos, son parte del soundtrack de vida de miles de pubertos, tal vez esa sea la razón por la cual muchos treintañeros no conecten en su totalidad con su trabajo (por ahí dice una máxima que después de los treintas uno ya está muerto).

Sería injusto no reconocer que dentro de su uniformidad sonora, no poseen una variada paleta de colores musicales. El leitmotiv que recorre la mayoría de sus producciones recurre al blanco y el negro, envoltura que realza visualmente todo su performance. No obstante, son altos los niveles de azúcar que permean sus placas, es hiphop light, blanqueado para corazones afligidos o rotos, son perfectos para sonorizar una depresión o una borrachera. En palabras de Rutherford:

“…En el mundo de la música existe un hueco y nos propusimos llenarlo. La idea original era tomar dos mundos distintos y fundirlos en uno. Así de claro, blanco y negro. Desde el principio quisimos combinar ese aire de hip hop con las guitarras. Unas guitarras que tal vez suenan distintas de las del resto de bandas de rock. Además, no queríamos que fuese la banda de Jesse Rutherford, sino The Neighbourhood, cinco tíos que forman una banda. Diga lo que diga la gente, al mundo del rock le hacía falta algo así. El panorama es aburrido. Nadie tiene auténtico carisma”.

Tal nivel de confianza y de altanería musical inspira a la curiosidad o al morbo (o a una sana combinación de ambas), por dicho motivo, recomendamos encarecidamente darles una oportunidad en el show que ofrecerán en el Corona Capital 2018. Tal vez The Neighbourhood calle algunas bocas y las transmute por alaridos al calor de sus notas.