‘The Dawn Wall’ trae a México lo mejor del cine de montaña
Si nunca has visto cine de montaña, hoy es tu oportunidad de enamorarte del género con el documental The Dawn Wall. El largometraje cuenta el ascenso vertical de mayor dificultad en la historia: para conseguirlo, Tommy Caldwell y Kevin Jorgeson tuvieron que escalar 900 metros de muro de granito prácticamente liso a lo largo de 19 días. La distribuidora Freeman Outdoors trajo la cinta para dos fechas, martes 23 de octubre (anteayer) y jueves 25 de octubre (hoy) exclusivamente a algunas salas de Cinépolis.
Ubicado en el Valle de Yosemite, California –sí, el de los fondos de pantalla de las computadoras Apple–, la enorme pared que escalaron los dos americanos se llama Dawn Wall, el muro del alba. Se le conoce así porque la primera luz que toca el valle todos los días se posa en este enorme muro antes que cualquier otro punto del famoso parque nacional. El muro es parte de una de las formaciones rocosas más conocidas en el mundo y en especial entre escaladores: El Capitán (sí, también como el sistema operativo de Apple).
Haberlo escalado representó un logro monumental en 2014 puesto que era prácticamente el único trecho de la cara de El Capitán que aún nadie había conseguido subir. Esto se debe a que el muro del alba es tan liso que hasta entonces se consideraba inescalable, además es extremadamente empinado, gran parte de la ruta tiene una inclinación negativa. Viendo a Tommy y Kevin utilizar agarres minúsculos y colocar los pies en irregularidades casi invisibles en la roca, el espectador comparte su frustración cada vez que fallan y tienen que volver a iniciar desde el último punto en el que estaban asegurados al muro. En muchas ocasiones, la emoción del público es incluso mayor que la de los escaladores, puesto que ellos están acostumbrados a las enormes alturas y la cinematografía coloca a la inexperta audiencia en ángulos aterradores.
Entre cortes de distintos contratiempos que sufrieron en la ruta, la cinta muestra las vidas de ambos escaladores antes de emprender este proyecto. La vida de Tommy Caldwell en especial es digna de uno de los aventureros más importantes de los últimos 50 años y vale la pena cada segundo que se le dedica. Sin ánimos de arruinarle la experiencia a nadie, el autor se reserva la mayor parte de la biografía del fenómeno estadounidense, mencionando sólo que le tomó seis años de rigurosa observación de cada metro cuadrado del muro encontrar ranuras e irregularidades lo suficientemente grandes para que él pudiese escalarlas y que lo hizo como única respuesta emocional posible –para él– ante el término de una relación deteriorada.
Por otra parte, Kevin Jorgeson llegó al proyecto con una inocencia incomparable a la de su compañero. Él era campeón escalador de bloque, otra modalidad de escalada que se enfoca en rocas de máximo 10 metros de altura escaladas sin cuerda que requieren un enorme esfuerzo –y por lo tanto acondicionamiento– físico. Cuando consideró que los retos se habían acabado para él en esa modalidad, buscó en el mundo de la escalada de grandes muros y dio con el “proyecto futurista de Tommy Caldwell, que la mayor parte del mundo consideraba imposible. Le escribió un mail comentando que estaba interesado en ser su pareja para el ascenso.
“Sabía que el chico era un gran escalador de bloque y por eso acepté. Además era el único interesado”, comenta Caldwell en uno de los pocos pero atinados momentos cómicos del documental. Pero aunque su biografía no es tan interesante como la de Caldwell, la parte que tiene Jorgeson en la cinta es más emocionante: bajo la presión de los medios estadounidenses que observaron de cerca el ascenso, de su compañero que ya había conseguido escalar la parte más complicada de la ruta y la de sus propios pensamientos de miedo al fracaso, Kevin tiene que demostrar sus habilidades ante un corto tramo de 50 metros que representa una de las secciones de roca más complicadas del mundo.
Entonces, aún conociendo el resultado, el documental consigue emocionar al espectador al grado de hacerlo levantarse del asiento, apretar las manos como lo hacen los protagonistas y gritar en frustración cada vez que fracasan. Con una narrativa excepcionalmente construida a partir del material grabado, recopilado y animado (sí, también hay animaciones), este largometraje es una experiencia excelente para conocer el cine de montaña.
Este género, principalmente documental, es un subgénero de las películas y documentales de aventura. Enfocándose en alpinismo, escalada de grandes muros, bloque, escalada deportiva y el montañismo clásico, construye narrativas alrededor de los lugares prístinos que estas actividades requieren. Reúne así cualidades contrastantes: fotografía paisajista relajante y discreta contra secuencias de acción a través de deportes extremos. En ocasiones la mezcla es discordante, pero cuando está bien editada, lo que consigue son narrativas sublimes y, definitivamente, The Dawn Wall es de lo mejor que el género tiene que ofrecer.
Si quieren ver el largometraje en su último día, busquen los horarios y las salas en la página web de Cinepolis hoy 25 de octubre. Si ese barco ya zarpó pero les interesa el género, el autor recomienda Meru, Mountain o Valley Uprising, disponibles en Netflix.